"No hay otro restaurante en USA que venda comida italiana, pollo frito del sur y comida guatemalteca al mismo tiempo", exclama sonriente el guatemalteco Mario Cárdenas, a quien una revista local llamó Súper Mario en portada.
SARATOGA SPRINGS, NUEVA YORK — Cuando Mario Cárdenas habla, lo hace con la emoción de quien ha recorrido un largo camino y aún se asombra de su propio destino. “Yo me considero una de las personas más suertudas del mundo”, dice. “He tenido muchos ángeles guardianes, y hasta el día de hoy todavía hay gente que me ayuda. Por eso es muy importante para mí ayudar también a los demás”.
La revista Saratoga Living lo destacó en el Mes de la Herencia Hispana por sus exitosos restaurantes de pizza y pollo frito West Ave, un nombre que quiso cambiar cuando compró el restaurante, pero por falta de fondos no pudo. Reinventó la receta de una marca y esta es su historia.
De la zona 12 de Guatemala a NY State
La historia de Mario Cárdenas, quien vivió su niñez en la zona 12 de la Ciudad de Guatemala —cerca del Trébol, donde su madre vendía pupusas frente a su casa— es un relato de esfuerzo, gratitud y talento culinario. “Mi papá trabajaba trayendo carros y camiones rodados de Estados Unidos, y ella luchaba con aquella venta en la calle”. Se separaron.
“Mi mamá decidió migrar, porque ¿cómo iba a sostener ella a dos hijos?… Con el dinerito que mi mamá ahorró de las ventas pudo comprar los boletos para mi hermana, para mí y para ella, y viajamos Los Ángeles”, recuerda Mario. Tenía 14 años.
Pero Los Angeles era muy caro para vivir. Un amigo de la familia les dijo que se fueran a New York State. “Le dijo a mi mamá: ‘Aquí es más económico, la renta es más barata, hay más trabajo’. Y tenía razón, todavía es así”. Allí, en una ciudad llamada Schenectady, la historia cambió para siempre. Por motivos económicos y también por restricciones migratorias, Mario no pudo completar la secundaria y para aportar al hogar, empezó a trabajar. Fue algo desafiante.
Adquiere el superpoder de hacer pizzas exquisitas
“Enfrente de donde vivíamos había una pizzería, Marinos, de un italiano llamado Mario Marino. Fui a pedir trabajo lavando platos. No había muchos hispanos en ese tiempo. Mario me dio trabajo, me agarró cariño, y hasta el día de hoy todavía hablamos”.
Ese primer empleo marcó el rumbo de su vida. “Ese hombre tomó parte como una figura paterna. Me enseñó a cocinar, a hacer ensaladas, a hacer pizza… incluso a hablar inglés y algo de italiano. Se lo agradezco tanto”.
Cárdenas se enamoró del arte culinario. “Cuando tú creas algo que la gente desea saborear, eso es una satisfacción”, dice. Tiempo después, cambió de trabajo, pero ya llevaba en mente la sazón, las recetas.
“Después me pasé a otro restaurante. El dueño me dio libertad creativa, porque esto de la comida es un arte. Trabajé varios años con él, hasta que un día tuvo que cerrar el negocio. Yo en ese momento no tenía cómo comprárselo: pero sí aprendí a manejar presupuestos, finanzas pedidos, suministros, administrar la cocina”.
Renace West Avenue Pizza (pero no fue fácil)
En 2021 Mario Cárdenas se decidió a lanzarse por su sueño de toda la vida: “Encontré este pequeño local en West Avenue, en Saratoga. No tenía todo el dinero, así que le propuse al dueño que me lo vendiera en cuotas. Aceptó.” Contó con el apoyo de su hermana y su cuñado, que se convirtieron en confundadores.
Mario cuenta que deseaba cambiarle nombre al lugar (llamado West Avenue Pizza) pero se lo impidieron el costo de los rótulos y los trámites. Se quedó así y el reto fue relanzar aquella marca. Sabía crear salsas y pizzas exquisitas: el problema es que nadie lo conocía hasta entonces ni se sabía que había adquirido el lugar.
Los primeros días fueron duros. Nadie entraba. “Me sentaba con mi hermana a ver pasar la gente; todos iban al restaurante chino o a las alitas de pollo de al lado. Y nadie entraba a West Ave. Pizza Pensábamos: ‘¿Qué hacemos? Hasta que una casualidad cambió su destino: la visita inesperada del famoso crítico Dave Portnoy, de Barstool Sports. “Él no tiene puntos intermedios: o una comida le gusta o no le gusta y lo dice en su blog de video”.
“Aquel día hubo un apagón”, cuenta Mario entre risas. “Cuando por fin regresó la electricidad, al final de la tarde, entró una orden de un cliente llamado Dan. Cuando ví quién era ¡El crítico Dave Portnoy! me puse nerviosísimo. Le di una pizza ni normal, ni como a él le gusta —porque le gusta quemada—, pero aun así nos dio una buena calificación. Pasaron tres semanas y no salía su reseña: Pero nos elogió, dijo que la nueva West Avenue Pizza era exquisita. Él nos puso donde necesitábamos en el momento exacto. Nos cayó del cielo.” relata Súper Mario con emoción.
La reseña disparó la popularidad del lugar. “De la noche a la mañana el negocio creció al doble.” Y con ese impulso, Mario dio otro salto: adquirió un segundo restaurante, las alitas de pollo que estaban al lado.
La crítica que marcó un antes y un después para Mario
Llega el pollo frito (y la comida guatemalteca)
“Nunca imaginé tener un restaurante de pollo frito. Y si hace cinco años me hubieran dicho que el pollo iba a ser más famoso que la pizza, no lo hubiera creído” Pero así fue. “Este pollo es buenísimo —dice con orgullo—. Y lo hice pensando en mi mamá, que trabajó en Pollo Campero en Guatemala. West Avenue Chicken es un tributo para ella.”
En ese mismo local, Mario y su familia crearon también un “menú secreto” de comida guatemalteca: pupusas, tamales, taquitos y empanadas. “Fue un homenaje a mi mamá. Pero al principio dudé, porque dudé: ¿Estará lista esta comunidad de Estados Unidos para la comida guatemalteca?, me pregunte. Y una crítica gastronómica me dijo: ‘El que no está listo eres tú’. Tenía razón. Nos dio uno de los mejores reviews de la ciudad.”
Ese reconocimiento cerró un círculo. “Empezamos vendiendo pupusas afuera de la casa en Guatemala, y ahora aquí en Saratoga, New York, volvimos a vender pupusas.” Su voz se quiebra al recordar a su mamá, fallecida en 2019, antes de que él emprendiera sus restaurantes. “Ella no tuvo la oportunidad de ver todo lo que pasó, pero sí lo está viendo desde donde está”.
Hoy, las paredes de su restaurante están tapizadas de premios y portadas de revistas. “No puedes encontrar otro restaurante en Estados Unidos que venda comida italiana, pollo frito del sur y comida guatemalteca en el mismo lugar”, afirma. “Esto es único.”
El amor de una madre siempre florece
Cuando se le pregunta por el secreto de su éxito, responde con humildad: “La clave de mi sabor es el amor. Porque para hacer esto, no es suficiente con que te guste. Tienes que amarlo.” Y agrega una frase que resume su filosofía de vida: “La comida es el transporte que nos lleva de regreso a nuestra casa”.
Mientras sirve una pizza humeante, un pollo crujiente o unas pupusas recién hechas, Mario Cárdenas lleva en el alma la receta más importante: la de no olvidar nunca de dónde viene. “Vengo de un súper país”, dice sonriendo. “Guatemala tiene todo lo que queremos. Y todo lo que hago aquí, lo hago por recordar a mi país”
Ese sabor del talento guatemalteco!













