San Pablo La Laguna, un rincón lleno de historia y tradición en el corazón del altiplano guatemalteco, guarda entre sus calles y paisajes el espíritu de un pueblo maya tz'utujil que conecta el pasado con el presente. Conócelo más en este artículo.
Desde sus costumbres ancestrales hasta sus platos típicos y maravillas naturales, San Pablo La Laguna se alza como un destino donde la riqueza cultural y la belleza del lago Atitlán se funden en una experiencia inolvidable.
San Pablo La Laguna, un municipio del departamento de Sololá, es conocido por su belleza natural, sus costumbres profundamente arraigadas y su hospitalidad. Este pintoresco pueblo maya tz’utujil se ubica en las orillas del majestuoso lago Atitlán, rodeado de montañas y volcanes que lo convierten en un destino único.
A continuación, exploraremos los aspectos más destacados de este encantador lugar.

Explorando San Pablo La Laguna
San Pablo La Laguna se encuentra al suroeste del lago Atitlán, a una altitud de aproximadamente 1,600 metros sobre el nivel del mar. Desde su privilegiada ubicación, ofrece vistas espectaculares del lago y sus alrededores, incluyendo los imponentes volcanes San Pedro, Atitlán y Tolimán.
El pueblo está conectado con otras comunidades del lago mediante rutas terrestres y acuáticas, lo que facilita el acceso a visitantes y turistas.
¿Qué pueblo habita San Pablo La Laguna?
La historia de San Pablo La Laguna se remonta a tiempos precolombinos, cuando formaba parte del territorio ancestral del pueblo maya tz’utujil. Durante la colonización española, el pueblo fue fundado formalmente bajo el nombre de San Pablo en honor al apóstol Pablo. Como muchas comunidades indígenas de Guatemala, San Pablo ha logrado conservar sus tradiciones culturales y espirituales, que se reflejan en su vida cotidiana.
Según datos históricos y relatos locales, los tz’utujiles de San Pablo se dedicaron a la agricultura y el comercio, actividades que aún hoy son fundamentales para la economía local. Actualmente, la población está compuesta por alrededor de 10 mil habitantes, en su mayoría descendientes directos de los mayas tz’utujiles.
Según datos históricos y demográficos, este pueblo habita la zona desde el años 1,250.
Costumbres y tradiciones
San Pablo La Laguna es un pueblo donde las costumbres ancestrales cobran vida. Las celebraciones religiosas, que combinan tradiciones católicas con rituales mayas, son parte esencial de la cultura local. La fiesta patronal, dedicada a San Pablo Apóstol, se celebra el 25 de enero con procesiones, danzas tradicionales y actividades comunitarias.
El tejido también es una de las tradiciones más destacadas. Las mujeres de San Pablo elaboran textiles con diseños intrincados que reflejan su herencia cultural y las historias de su pueblo.
Además, el idioma tz’utujil se mantiene viva y es hablada por la mayoría de los habitantes, siendo un componente clave de su identidad.

Comida típica
La gastronomía de San Pablo La Laguna está profundamente influenciada por la tradición maya y los ingredientes locales. Uno de los platillos más representativos es el «pachín», un tamal preparado con masa de maíz y especias, envuelto en hojas de mashán y cocido al vapor. También destaca el kak’ik, un caldo de pavo con especias tradicionales, que es muy apreciado en la región.
El maíz es un elemento central en su cocina, utilizado para preparar tortillas hechas a mano, atoles y otros alimentos básicos. Las frutas tropicales, como los plátanos y los aguacates, también forman parte de la dieta cotidiana.
¿Qué puedes conocer en San Pablo La Laguna?
San Pablo La Laguna cuenta con una amplia variedad de atractivos turísticos que atraen tanto a viajeros nacionales como internacionales. Entre los más destacados se encuentran:
- Miradores naturales: Lugares como el Mirador Xe’kuku’ A’ proporcionan vistas panorámicas del lago Atitlán y sus volcanes circundantes.
- Senderismo: Los alrededores del pueblo ofrecen rutas de senderismo que permiten explorar la flora y fauna local, así como disfrutar de paisajes impresionantes.
- Arte y cultura: San Pablo alberga talleres de textiles y artesanías, donde los visitantes pueden aprender sobre los procesos tradicionales de tejido y adquirir piezas únicas.
- Experiencias comunitarias: Los turistas tienen la oportunidad de participar en actividades culturales, como ceremonias mayas, y aprender sobre las costumbres locales directamente de los residentes.
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