Morderse las uñas es un hábito dañino para el cuerpo y las emociones.
Aunque parece inofensivo, comerse las uñas puede provocar infecciones, dañar los dientes y reflejar altos niveles de ansiedad. Especialistas recomiendan abordarlo como un problema de salud física y mental.
Morderse o comerse las uñas, conocido médicamente como onicofagia, es un hábito común que afecta principalmente a niños, adolescentes y adultos jóvenes. Aunque muchas personas lo ven como una costumbre pasajera o una respuesta al aburrimiento, expertos advierten que este comportamiento puede tener consecuencias graves tanto para la salud física como para el bienestar psicológico.
Riesgos para la salud
El doctor, Manuel Ramírez, dermatólogo guatemalteco, explica que morderse las uñas deteriora progresivamente la cutícula, la piel alrededor de los dedos y las uñas en sí. “Las uñas protegen las puntas de los dedos, y al dañarlas, se abre la puerta a infecciones bacterianas y hongos”, señala.
Una señal de ansiedad
Morderse las uñas también puede ser una manifestación de ansiedad, estrés, nerviosismo o trastornos obsesivos-compulsivos (TOC). En muchos casos, las personas lo hacen de forma inconsciente como una vía para liberar tensión.
“Es importante no burlarse de alguien que se muerde las uñas, especialmente si es un niño o adolescente. Es una señal que algo emocional no está bien”, indica la psicóloga clínica, Andrea Gutiérrez.
Cómo dejar el hábito
Un problema más común de lo que se piensa
Según estudios internacionales, hasta el 30% de los adolescentes y el 15% de los adultos se muerden las uñas en algún momento. En Guatemala, aunque no hay cifras oficiales, profesionales de la salud coinciden en que es una práctica frecuente y normalizada.
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