Rey García-Salas se graduó de ingeniero y emigró a Canadá; ingresó en el Ejército y actualmente ostenta el grado grado de capitán. Desde 2016 investiga la historia de hispanos y guatemaltecos que han formado parte de dichas fuerzas armadas. Esta es su historia.
Su nombre es Reynerio, pero un error en el registro civil lo anotaron como Rey Nerio, Garcia-Salas Vásquez, hijo de Guillermo García-Salas y de Noema Leonor Vásquez. Creció en San Miguel Petapa, Guatemala, Guatemala.
Como dato anecdótico cuenta que don Guillermo fue cofundador de los dulces La Sultana, que quizá algunos guatemaltecos recuerdan. “Mi papá era agente viajero, iba a vender pedidos de dulces”, comparte Rey García-Salas, migrante guatemalteco y capitán del Ejército de Canadá, país donde reside desde 1996.
“Yo tenía 5 años cuando falleció mi papá. Mi mamá fue valiente pues nos crió a 4 hermanos”, cuenta Rey, quien estudió Ingeniería Mecánica y Eléctrica en la Universidad de San Carlos. ¿Cómo llegó de esta carrera técnica a la militar? Esa es la historia.

La migración y sus.... desafíos
“Terminé todos los cursos de la carrera. Pero no había oportunidad de trabajo en Guatemala. Ya había formado una familia y la necesidad apremia”. En 1996 decidió migrar legalmente porque había entonces algunas facilidades: “Me vine a Canadá en bus.”, cuenta.
Su llegada a Toronto fue un choque cultural y lingüístico: “Sabía un poquito de inglés, francés nada, fue empezar de nuevo.” Sus títulos no tenían convalidacion, así que trabajó con sus fuerzas: “Me dediqué a obrero de construcción… como nosotros los guatemaltecos somos aguerridos, estamos dispuestos a hacerle frente a cualquier obstáculo.”, relata.
La validación de su título fue complicada: “Yo estudié una carrera de seis años, dos ingenierías en una: eléctrica y mecánica. Pero en Canadá solo me reconocieron un año de estudios.” Pero no se rindió y se inscribió en la Universidad de Carleton en Ottawa. en otras palabras volvió a las aulas. “Hice un préstamo estudiantil… y empecé otra vez a estudiar la carrera.”
Paralelamente, Rey sostenía a su familia. “Yo ya estaba casado cuando migré. Me llevé a mi familia y debía continuar trabajando”.

De pronto encuentra el camino militar
Desde joven, Rey se sintió atraído por la disciplina y el orden. Y en Canadá se abrió camino para retomar una antigua vocación familiar. “Mi abuelo por parte de papá fue coronel en el tiempo del general Jorge Ubico. Al faltar mi papá, mi mamá, que nos crió sola, pero era como un general retirado (risas): Era bien enérgica.”
Esa combinación de legado y formación lo llevó a interesarse por la vida militar a más de 5 mil kilómetros de Guatemala.
“Como siempre me ha atraído la vida militar, durante los veranos universitarios empecé a buscar oportunidades.” Sin ciudadanía aún, Rey solo pudo ingresar a las fuerzas de reserva: “Me aceptaron como técnico en mecánica de vehículos. Estuve ahí casi cinco años.”
Cuando finalmente Rey obtuvo su ciudadanía y terminó sus estudios, aplicó a la fuerza regular. “Entré como subteniente… hoy soy capitán.” El entrenamiento no fue fácil: “Me tocaba hacer entrenamientos con personas bien jóvenes… pero uno tiene que hacerse de una mente fuerte.”
En el descanso de fin de semana manejaba 12 horas de ida y 12 de vuelta, para pasar tiempo con su familia: “Llevaba a mis hijas a ballet, natación, y al cine… pero me dormía en todas las películas.” Este esfuerzo no fue solo físico. También fue un acto de amor: “Uno tiene que siempre mantener unida a la familia.”
Rescata nombre de soldados hispanos
En 2016, su inquietud por conocer las raíces latinas en el ejército motivó a Rey a emprender una investigación exhaustiva: “Quería conocer y dar a conocer desde cuándo los migrantes hispanos han contribuido militarmente a este país.”
El resultado fue impactante: “Encontré nombres hispanos en la guerra de 1812, en la guerra de Sudáfrica, en la Primera y Segunda Guerra Mundial”. Pero sobre todo, le impactó encontrar guatemaltecos. Uno de los hallazgos más conmovedores fue el de Theodore Hempstead, piloto guatemalteco, originario de Cobán, Alta Verapaz, que estuvo en la Segunda Guerra Mundial y fue enterrado en Egipto.
Junto a otros integrantes del Ejército, consulados y migrantes hispanos en Canadá, incluyendo la asociación cultural Ix Balam, dirigida por el guatemalteco David Aguilar, Rey ha conformado un comité y una red de apoyo que ya ha documentado más de 200 perfiles de soldados latinoamericanos: “Vinieron por sus propios medios. Hay de varios países: México, Argentina, Perú, se enlistaron voluntariamente.Y eso demuestra que los migrantes siempre aportamos”, expresa.

Una misión literalmente histórica
El proyecto también ha tenido un impacto multicultural: “Muchas personas no sabían que nuestros soldados latinoamericanos participaron luchando por la libertad y la democracia canadiense. Y por eso aquí en Canadá es importante que vean la contribución que nuestros soldados dieron, pero también muchos migrantes con su trabajo, cultura e identidad”
El trabajo de García-Salas no solo ha levantado la imagen del ejército canadiense ante la comunidad latina, sino que ha reforzado el sentido de pertenencia. “Queremos que lo que se reconozca aquí, también se reconozca en los países de origen de estos soldados. Ese es mi gran sueño.”

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