El migrante guatemalteco Carlos Cano reside en Estados Unidos pero nunca falta a la cita con las procesiones de la Semana Santa Guatemalteca que marcaron su fe desde niño.
Carlos Cano es reconocido en Guatemala por su trayectoria en el sóftbol, deporte en el que ha alcanzado un lugar en el Salón de la Fama. Sin embargo, hay algo aún más profundo y trascendental que lo une a su país: ser devoto cargador durante la Semana Santa Guatemalteca.
Aunque ahora vive en Estados Unidos, cada año regresa a Guatemala para participar en las procesiones, un compromiso que ha mantenido desde su infancia. Es una convicción personal y un compromiso de fe. Ya sea vestido de cucurucho o de traje formal, según el cortejo, Carlos Cano se prepara para regresar a vivir el fervor de las andas.
Usualmente llega al país en Viernes de Dolores y se marcha el Lunes de Pascua, justo después de la fiesta de la Resurrección de Jesús, para continuar sus labores y pedir a Dios volver el otro año. Esta es su historia.

Una fe que nació en la infancia
Desde los cuatro años, Cano comenzó a cargar en las procesiones, específicamente a Jesús de La Merced. Fue el Sábado de Ramos el día que marcó su devoción, pues desde entonces entendió la importancia de portar las andas y caminar en las filas de cucuruchos.
“De niño vivía en la colonia Primero de Julio, lo que significaba un largo viaje de aproximadamente una hora para llegar a tiempo a un turno de cargar en la procesión infantil”, relata. Además de su participación en las procesiones, en su hogar se vivía la tradición con fervor.
“Mi papá disfrutaba mucho de tomar refresco de súchiles, una bebida que se convirtió en parte del ritual familiar de la Semana Santa para la familia Cano”, agrega.

El camino de la tradición y el servicio
Cuando tenía 12 años, Cano comenzó a colaborar en la Iglesia de San José, donde realizaba tareas como limpiar horquillas y anaqueles, además de asumir responsabilidades que los adultos evitaban.
A los 13 años, tuvo la oportunidad de cargar por primera vez a Jesús de los Milagros, una experiencia que compartió con sus padres y que fortaleció su vínculo con la fe.


El esfuerzo por mantener viva su devoción
Cada año, Cano llega a Guatemala el Viernes de Dolores y regresa a Estados Unidos el Lunes de Pascua, enfocando su visita únicamente en participar en las procesiones. No sale de la ciudad, pues su único propósito es estar presente en las actividades religiosas.
A pesar de la distancia, organiza con anticipación sus turnos para la Semana Santa del 2025, con el apoyo de amigos que le ayudan a conseguirlos. Sin embargo, ha expresado su molestia porque algunas hermandades no consideran la situación de los migrantes guatemaltecos, poniendo obstáculos para que puedan cargar debido a que no residen en el país.

Una tradición que se comparte en familia
Durante su estadía en Guatemala, se hospeda en casa de amigos, familiares o busca un lugar donde quedarse, ya que para él lo más importante es vivir la Semana Santa en su país. Además, en los últimos años, ha sido acompañado por su esposa, con quien comparte la experiencia de las procesiones.
Carlos Cano no carga por pertenecer a una hermandad o por obligación, sino porque es la manera en la que honra las enseñanzas de sus padres y mantiene vivo el amor y la disciplina que le inculcaron en su hogar.

Para él, las procesiones son más que una manifestación religiosa: representan el amor por su país, su fe y su compromiso con las raíces que nunca ha dejado atrás.

Fe y devoción migrante en Estados Unidos
