Todos somos migrantes y quien lo niegue es porque no lo sabe o no desea reconocer su historia: en el Día Internacional del Migrante se resalta el aporte de culturas, talentos, ideas, esfuerzos personales y colectivos.
Somos los migrantes que llegamos con un camino de esperanzas, de sueños, en busca de oportunidades. Hacemos de todo, preparamos café, creamos software, limpiamos habitaciones de hoteles, cargamos mercadería, entregamos a domicilio. Construimos casas. Y las vendemos. Cuidamos a niños de otras familias como si fueran nuestros. Somos maestros de escuela, desarrolladores tecnológicos, técnicos solares y también artistas.
Somos estilistas, carpinteros, empresarios. Preparamos la más exquisita comida guatemalteca, que nos alimenta el alma. Conducimos vehículos con medicinas. Mantenemos edificios. Colocamos la instalación eléctrica, escribimos libros o ayudamos a otros migrantes.
Somos migrantes hombres y mujeres. Llegamos para trabajar, para sacar adelante a nuestras familias, allá en nuestro pueblo, en el barrio, en aquel campo al que anhelamos regresar. Fue un sacrificio dejarlos, pero lo seguimos sobrellevando por amor, en busca de una oportunidad mejor.
En un mercado laboral que necesita respuestas inmediatas, manos dispuestas, actitud proactiva desde la madrugada hasta entrada la noche, estamos los migrantes dispuestos a servir, a aportar, a aprender, a mejorar, a tender la mano, a dar lo mejor que tenemos a la mayor economía del mundo, para que siga creciendo. Y nuestra patria con ella, gracias a las remesas que enviamos. Es que también somos padres, somos hijos, somos hermanos.
Somos migrantes y pagamos impuestos. Aportamos desde hace mucho a hacer más grande a esta gran Nación. Porque además de un afán inquebrantable de trabajo traemos ideas, innovación, riqueza cultural, identidad, arte, ciencia: múltiples inteligencias así como formas distintas de ver el mundo, para que terminen los prejuicios, para que no haya más niños encerrados en centros fronterizos, ni migrantes fallecidos por una bala a través de una puerta.
Acciones antimigrantes indiscriminadas, violentas y bajo perfiles injustificables dañan a la base misma de la productividad de este país que se erigió sobre la huella de millones de migrantes de todas partes. Las cifras lo dicen: solo una minoría de las detenciones migratorias corresponde a personas con felonías. Pero hoy hay familias separadas, con pesar y temor. Padecen por el prejuicio de ciertos grupos que juegan con el miedo para evadir los verdaderos desafíos.
Muchos migrantes no saben que hoy es el Día Internacional del Migrante. Y si lo saben, su festejo es seguir trabajando. Salir de casa otra vez en el frío oscuro de la madrugada. Su celebración es desafiar la nieve, el cansancio, el temor. Necesitan vivir un día más. Sostener a sus familias, a quienes hace mucho que no ven, allá en Guatemala. Saben que de ellos dependen alimentos, estudios, medicinas y hasta el sueño de un regreso a aquella aldea que ya no existe porque ya no está igual. Algún día volveremos a verla.
Migrar no es un crimen y jamás debería ser un estigma. No puede seguir siendo una herramienta para ocultar otros problemas, ni un recurso electoral para ganar votos a base de odios.
Somos los migrantes guatemaltecos y aquí seguimos caminando, juntos hacia un sueño grande, luminoso, distante, quizá complicado, pero siempre impulsado por amor. Somos migrantes y salimos de Guatemala, pero Guatemala nunca saldrá de nuestra memoria ni de nuestro corazón.
A todos los hermanos migrantes guatemaltecos, centroamericanos e hispanos en Estados Unidos: nuestro abrazo fraterno. Aquí en SoyMigrante estamos para reconocer y dignificar su aporte, esfuerzo y éxito cotidiano.
Porque detrás de cada migrante hay una gran historia












