Yucely Beb es una mujer maya que rompió las barreras y creo un sueño que la llevo a Francia.
En las montañas de Cobán, capital de Alta Verapaz en el norte de Guatemala, donde las tradiciones mayas-kekchi se entrelazan con la vida cotidiana, nació una niña que desafiaría todas las expectativas sobre lo que una mujer indígena podía lograr en el mundo de la tecnología. Mayra Yucely Beb Caal no solo rompió barreras; las pulverizó con la fuerza de su determinación y la brillantez de su mente.
La historia de Mayra es un testimonio extraordinario de cómo la adversidad puede convertirse en el combustible más poderoso para el éxito. Criada por una madre soltera que trabajaba como maestra, pasó sus primeros años viviendo con sus tías mientras su madre viajaba a pueblos distantes durante semanas para sostener a la familia. En su comunidad, descendiente de los mayas-kekchi, la tecnología era un concepto tan lejano como las estrellas, y las aspiraciones profesionales se limitaban tradicionalmente a la medicina, considerada la ocupación más prestigiosa.
Un sueño en Francia
Nadie en Cobán podría haber imaginado que una de sus hijas llegaría a obtener un doctorado en ingeniería o conduciría investigaciones sobre cáncer en Francia. Pero Mayra llevaba dentro de sí algo que trasciende las limitaciones geográficas o económicas: la resiliencia cultural de su pueblo y una curiosidad insaciable por entender cómo funciona el mundo.
Su camino hacia la excelencia académica no fue solitario. La beca Gray del IEEE Systems Council, valorada en $5,000, se convirtió en mucho más que apoyo financiero; fue una validación de que su trabajo en sistemas de control de procesos, automatización de plantas e instrumentación de medición tenía valor internacional. Esta beca, junto con otras ayudas académicas, le permitió perseguir su doctorado y demostrar que el talento guatemalteco puede competir en los niveles más altos de la investigación científica mundial.
Su carrera como propósito humano
Hoy, como ingeniera de I+D especializada en mecatrónica y robótica en HyprView, una startup fundada en 2022 en Caen, Francia, Mayra está en la vanguardia de una revolución tecnológica que podría salvar millones de vidas. Su trabajo desarrollando herramientas de análisis habilitadas por inteligencia artificial para asistir en el análisis de datos médicos representa la convergencia perfecta entre innovación tecnológica y propósito humanitario.
Lo que hace aún más inspiradora la historia de Mayra es su perspectiva sobre su propio éxito. Ella ve su vida como un ejemplo para otros jóvenes, demostrando que pueden triunfar a pesar de las desventajas que enfrentan debido a su género, etnia, idioma o trasfondo económico. Esta mentalidad de servicio y liderazgo es característica de los mejores embajadores culturales de Centroamérica.
Su trabajo en la detección temprana del cáncer utilizando inteligencia artificial no es solo un avance científico; es una contribución directa al bienestar de la humanidad. Cada algoritmo que perfecciona, cada sistema que optimiza, tiene el potencial de detectar enfermedades antes de que se vuelvan fatales, salvando vidas en todo el mundo. Es una forma de medicina preventiva que trasciende fronteras y culturas.
Lucha en medio de las aulas rurales
La trayectoria de Mayra también destaca la importancia de la educación como el gran ecualizador social. Desde las aulas rurales de Guatemala hasta los laboratorios de alta tecnología en Francia, su historia demuestra que la educación de calidad puede transformar no solo vidas individuales, sino el destino de comunidades enteras.
Su éxito tiene implicaciones profundas para las niñas y jóvenes indígenas de toda Centroamérica. Mayra ha demostrado que las tradiciones culturales y la excelencia tecnológica no son mutuamente excluyentes. Al contrario, la riqueza cultural de su herencia maya-kekchi ha enriquecido su perspectiva como ingeniera, proporcionándole una comprensión única de la resiliencia, la innovación y la resolución de problemas.
Una esperanza
Para las familias centroamericanas que luchan por brindar oportunidades educativas a sus hijas, la historia de Mayra es un faro de esperanza. Demuestra que invertir en la educación de las niñas no es solo un acto de justicia social; es una inversión en el futuro tecnológico y científico de nuestras naciones.
Mayra Yucely Beb Caal no es solo una ingeniera exitosa; es una pionera que está redefiniendo lo que significa ser una mujer indígena en el siglo XXI. Su historia nos recuerda que los sueños más audaces pueden hacerse realidad cuando se combinan con trabajo arduo, oportunidades educativas y el apoyo de comunidades que creen en el potencial ilimitado de sus jóvenes.
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