Carlos Sandoval migró a Los Angeles, Estados Unidos hace más de 40 años, pero al aproximarse cada Semana Santa se convierte de nuevo en peregrino y regresa a su natal Guatemala para vivir el fervor de las procesiones y la piedad popular.
Carlos Sandoval dejó Guatemala en 1981 con la esperanza de un futuro mejor en Estados Unidos. Lo ha logrado. Se estableció en Los Ángeles, donde ha vivido durante 44 años. Sin embargo, su corazón y su fe siguen firmemente arraigados en su país natal.
Cada Semana Santa, Carlos de nuevo es un peregrino que anhela regresar a su tierra, a sus raíces y tradiciones. Vuelve cada año a guatemala para participar en las procesiones, una tradición que ha mantenido viva desde su infancia.


Una devoción que nació antes de su nacimiento
Carlos, quien nació en el barrio Gerona, en la Ciudad de Guatemala, proviene de una familia católica que le inculcó la fe desde pequeño.
Su vínculo con la Semana Santa comenzó incluso antes de nacer: su madre, embarazada de él, no pudo llevar en hombros a la Virgen en una procesión, pero su presencia ya estaba en las calles acompañando la imagen.
Su primer viaje de regreso a Guatemala, luego de siete años en EE.UU., estuvo marcado por un único recuerdo: la imagen de Jesús de la Parroquia, en la zona 6. Ese recuerdo se convirtió en el motor de su devoción.

La puntual agenda de Semana Santa de Carlos Sandoval
Cada año, Carlos viaja a Guatemala con un objetivo claro: cargar en las procesiones y vivir la Semana Santa como lo hacía antes de emigrar. Su itinerario está cuidadosamente planeado para no perderse ningún momento especial:


Manteniendo la fe en EE.UU. con el Cristo Mojado
En Los Ángeles, Carlos también ha trabajado por mantener viva la tradición guatemalteca. Es miembro de la fraternidad de Santa Cecilia, encargada de la procesión del Cristo Mojado, una imagen que lleva 23 años en Estados Unidos y 20 de salir en procesión.

Carlos ha dedicado dos décadas a adornar el anda del Cristo Mojado, con la ayuda de su hermano, quien viaja desde Guatemala para colaborar en esta tradición.

Un legado familiar
El amor por la Semana Santa no termina con él. Sus cuatro hijos también son cucuruchos, y su esposa, Rosario de Sandoval, lo acompaña en esta devoción, cargando en Candelaria, Santo Domingo y La Merced. Su hijo Gabriel Sandoval es quien más lo acompaña en cada recorrido.
Cuando viaja a Guatemala, Carlos se queda con su familia y aprovecha estos días para compartir con ellos. Sin embargo, su principal motivo para regresar sigue siendo el mismo desde hace décadas: portar en hombros las imágenes de sus amores.
Desde 1988, no ha faltado ni un solo año a su cita con Jesús en Semana Santa. “Mi fe sigue intacta, porque Guatemala vive en mí”, concluye con orgullo.

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