Fascinante efigie de una madre maya, con su hijo en un brazo y un mono en el otro. Proveniente de las tierras altas de Alta Verapaz. Se presume era un objeto ceremonial debido a que también es una ocarina.
Esta ocarina, creada por un artista maya desconocido en la región de Alta Verapaz, Guatemala, entre los años 550 y 950 d.C., es un valioso ejemplo de arte prehispánico. Fue encontrada en la región de Alta Verapaz y desde 1979 está resguardada en el Museo de Arte de Denver, Colorado, institución a la que agradecemos el permiso para publicar esta pieza de su colección.
Es llamativo cómo se conserva parte del color original: un llamativo azul y también capas de pigmento blanco, a pesar de los más de mil años transcurridos desde su elaboración.
Tiene una altura de 34.29 centímetros, 28 de ancho y 14 de fondo.
Detalles magistrales
Esta pieza, resguardada en el Museo de Arte de Denver, Colorado, exhibe la gran habilidad de los artesanos cerámicos mayas para crear rostros, detalles como manos y pies, así como el modelado del simbolismo contenido en el tocado de la figura.
Por tratarse de una mujer con un niño, se deduce que esta imagen está dedicada a ser una conmemoración de la fertilidad, la vitalidad y también la conexión con la naturaleza.
En la cosmovisión maya, los monos son guardianes de los bosques y tienen un papel importante en los mitos relacionados con la creación. Con frecuencia eran utilizados como mascotas, pero eran algo más que una entretención.
Esta ocarina es una pieza maya más que salió de Guatemala y que es conservada en Estados Unidos en condiciones óptimas.
Símbolos de ciclo contínuo de vida y muerte
En el tocado de la dama, de un lado hay simbolismos alusivos al maíz, que entran de un lado y salen del otro convertiros en hojas de milpa. También podrían interpretarse como plumas de quetzal, debido a que eran un adorno recurrente destinado a grandes personajes. En todo caso, la planta de maíz, la milpa, era una visualización del quetzal.
En todo caso, maíz y quetzal están relacionados con el viento y la lluvia, el cíclo contínuo de nacimiento y muerte, reflejando la conexión espiritual que los mayas tenían con el entorno natural.
El maíz era un cultivo fundamental y sagrado, base de la nutrición de los mayas, pero también de la Guatemala de hoy. Por tratarse no solo de una figura humana sino de una ocarina, se deduce que era utilizada en posibles rituales de inicio de siembra o cosecha, aunque también en ceremonias funerarias.
Referencias de su origen
La pieza fue adquirida por el Museo de Arte de Denver en 1979, después de pasar por colecciones privadas en Guatemala y Estados Unidos. Actualmente, forma parte de la colección Artes de las Antiguas Américas y formó parte de la exhibición temática “Rhythm & Ritual: Music of the Ancient Americas” en 2020.
Según los registros de proveniencia, fue adquirida por Robert Huber (1937-2019) en una tienda llamada La Típica, en la ciudad de Guatemala. Estuvo en la galería Huber Arte Primitivo, en Dixon, Illinois. En 1979 fue comprada por el Denver Art Museum.
Agradecemos al Denver Art Museum por haber otorgado el permiso de publicar la fotografía de esta pieza resguardada en su colección, para propósitos educativos.
We are so thankful with Denver Art Museum for allowing to publish this image of their coleccion in SoyMigrante.com, for educational purposes.
¿Quieres escuchar cómo suena una ocarina?
No pudimos obtener ningún video o grabación de la interpretación de la ocarina del Museo de Denver. Sin embargo existen materiales creados por el maestro ceramista guatemalteco Carlos Chaclán, quien ha restaurado múltiples pizas de cerámica maya, incluyendo pitos y ocarinas.