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La emoción de ir al estadio se transforma en un reencuentro, en una fiesta comunitaria donde se vive, se sufre y se celebra al ritmo de los colores azul y blanco.

Cada vez que la selección de Guatemala juega en Estados Unidos, miles de migrantes guatemaltecos se preparan para vivir uno de los momentos más emocionantes del año. No es solo un partido de fútbol; es una oportunidad de sentirse cerca de casa, de conectar con sus raíces y de celebrar la pasión por el deporte que, aunque lejos de su tierra natal, sigue siendo una parte fundamental de sus vidas.

Un evento lleno de emoción y nostalgia

Para muchos migrantes guatemaltecos, ver a su selección en un estadio de Estados Unidos es una experiencia que va mucho más allá de un simple juego. En las tribunas, los cánticos y el ambiente festivo crean un sentido de unidad que revive memorias de sus días en Guatemala.

Familias enteras llegan al estadio luciendo camisetas de la selección y banderas, listos para vivir una jornada que, aunque breve, les transporta a su tierra.

Carlos Hernández, un migrante que lleva 15 años viviendo en Los Ángeles, describe la emoción de ver a Guatemala jugar: “Cada vez que la selección viene, siento que parte de mí regresa a casa. Es como si nos reuniéramos todos los guatemaltecos para recordar de dónde venimos y para apoyar al equipo que representa nuestro orgullo nacional”.

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La selección como símbolo de identidad y unión

En cada partido de la selección de Guatemala, se refleja la identidad y el orgullo de los guatemaltecos en el extranjero. Más allá del resultado, lo importante es la oportunidad de mostrar su cultura y su amor por el país.

La experiencia de ver jugar a la selección se convierte en una especie de ritual donde cada gol, cada pase y cada oportunidad se celebra con la misma intensidad.

Para Ana Juárez, quien emigró hace 8 años, asistir a estos partidos es una manera de mostrarle a sus hijos, nacidos en Estados Unidos, sus raíces: “Es una emoción única. Quiero que mis hijos sepan de dónde venimos, que sientan el orgullo de ser guatemaltecos. Verlos gritar y cantar el himno en el estadio es algo que no tiene precio”.

El ambiente en el estadio: un pedazo de Guatemala en EE.UU.

Cuando Guatemala juega en Estados Unidos, los estadios se transforman en pequeñas sedes de la cultura guatemalteca. Los vendedores de banderas, las camisetas azul y blanco, los rostros pintados, y los platillos típicos que se venden en los alrededores crean un ambiente que recuerda a las celebraciones de fiestas nacionales. Desde la emoción de entonar el himno nacional hasta los tambores y trompetas que marcan el ritmo en las tribunas, el ambiente en el estadio es una mezcla de fiesta y nostalgia.

Incluso para quienes no son aficionados al fútbol, el evento se convierte en una oportunidad de reencontrarse con amigos y familiares. Los guatemaltecos que viven en diferentes ciudades aprovechan estos partidos para reunirse y celebrar juntos, compartiendo historias y recordando sus experiencias en Guatemala.

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La conexión emocional de un partido de fútbol

Para muchos migrantes guatemaltecos, el fútbol se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza. La selección nacional, al igual que ellos, ha enfrentado desafíos y momentos difíciles. En cierto sentido, el equipo nacional representa la lucha y el esfuerzo de todos los guatemaltecos que han emigrado en busca de un mejor futuro.

José Martínez, quien viajó desde Houston para ver un partido en Los Ángeles, lo expresa con emoción: “Ver a Guatemala jugar es una manera de sentir que todo el esfuerzo ha valido la pena. Estar aquí, entre guatemaltecos, gritar y apoyar al equipo, es como decir que no importa dónde estemos, nuestro corazón sigue en Guatemala”.

La experiencia de asistir al estadio: una tradición que se hereda

Para las nuevas generaciones de guatemaltecos nacidos en Estados Unidos, estos partidos son también una oportunidad para entender mejor sus raíces y compartir la pasión que sus padres y abuelos sienten por la selección. Muchos migrantes aprovechan estos eventos para inculcar en sus hijos el amor por su cultura y la importancia de no olvidar sus orígenes.

Laura Gómez, madre de dos niños, cuenta como estos partidos le permiten enseñarles sobre Guatemala: “Mis hijos no han tenido la oportunidad de conocer el país, pero cada vez que la selección juega aquí, siento que están más cerca de nuestra tierra. Les explico sobre los colores de la bandera, les enseño el himno, y cuando estamos todos en el estadio, les digo que eso es parte de ser guatemalteco”.

La emoción de ir al estadio para ver a la selección de Guatemala se ha convertido en una tradición para muchos migrantes guatemaltecos en Estados Unidos. En cada partido, el sentimiento de pertenencia y orgullo se vive con intensidad, y el fútbol se transforma en un vínculo que conecta generaciones y celebra la identidad guatemalteca. Lejos de su país, la selección se convierte en un símbolo de esperanza y unidad, una manera de recordar que, sin importar la distancia, el corazón sigue latiendo por Guatemala.

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Marysabel Aldana
Periodista guatemalteca con experiencia en periodismo escrito, digital y televisivo. Ha cubierto temas de política, actualidad nacional e internacional, artes, cultura y salud.
Periodista guatemalteca con experiencia en periodismo escrito, digital y televisivo. Ha cubierto temas de política, actualidad nacional e internacional, artes, cultura y salud.