Una ruta artística que no ha sido fácil de seguir pero que ya florece, incluso con pinturas de la Monja Blanca, que para Johnny Castillo, originario de Oratorio, Santa Rosa, es un puente con Guatemala. Esta es su historia.
Johnny Castillo nació en Oratorio, Santa Rosa, Guatemala en 1995 y desde 2002 vive en Los Ángeles. En efecto su obra está marcada por la nostalgia de ese origen y la memoria de una niñez feliz a pesar de la ausencia de sus padres, que partieron años antes como migrantes a Estados Unidos. Su talento se suma al de más creadores visuales guatemaltecos en USA.
Los óleos de la Monja Blanca, flor nacional de Guatemala se conjugan con otras escenas, recuerdos e instantes. “Lo que trato de hacer con las monjas blancas es una marca de donde yo vengo”, explica. “Para mí es muy especial pintarla, porque es mi conexión, es mi puente con la tierra donde nací”, dice con serenidad y orgullo.
Un niño disfrazado de El Zorro
A la partida de sus padres, Johnny quedó bajo el cuidado de su abuela en Oratorio, rodeado de cafetales, de la lluvia y la tranquilidad del pueblo. “Yo me preguntaba: ¿a dónde fueron mis papás? ¿Cuándo regresarán? No me daba cuenta de todo lo que pasaba hasta que un día me mandaron a traer y me trajeron para acá. Ahí fue el verdadero choque: cultura nueva, idioma nuevo, lugar desconocido. Nadie quería ser mi amigo porque no sabía inglés”, relata.
Ese desarraigo quedó simbolizado en una foto de su niñez, disfrazado de El Zorro, en un carnaval escolar, con un sombrero negro improvisado de bolsa plástica. “Es la única foto que tengo de Guatemala. De ahí vienen esas obras del personaje enmascarado. Hablan de mi identidad acá, de mi búsqueda”.
En su búsqueda de voz, estilo, temática y catarsis, Johnny realizó una pintura de tal fotografía. Pero luego fue más allá: convirtió a aquel traje en el disfraz de un hombre, que parece preguntarse ¿de dónde vengo y a dónde voy?. “En esa serie de cuadros evoco la vida que quedó atrás: las canicas, la malla donde está un niño sentado sobre un camión Tonka a punto de dejar para siempre su pueblo, Oratorio”.
Arte como voz y camino de Johnny Castillo
Al llegar a Estados Unidos y con la dificultad temporal del idioma, el dibujo fue el camino para comunicarse. “No podía hablar el idioma, entonces empecé a dibujar. Y lo hacía bien. Siempre me pedían: ‘dibújame a Bob Esponja, dibújame a Mickey Mouse’. Así hice amigos”
Johnny también se sumergió en el mundo del grafiti, en muros de Los Ángeles y Venice Beach. “El graffiti me enseñó a planear y a pensar en capas de pintura. Deben ir en orden y tomar decisiones rápídas para que el dibujo se entienda. Esa energía todavía está en mi trazo”, relata.
Una maestra de apellido Aubrey fue clave en su camino: “Siempre me decía: ‘Johnny, tú ni te das cuenta de todo el talento que tienes. Crea, sigue tu camino, haz mucho y no pares’. Eso me inspiró a seguir, la ruta del arte”
Y desde entonces Johnny no ha parado de crear...






Crisis, renacer y florecer
El camino no fue fácil. Los altos costos de las escuelas de arte y la falta de apoyo financiero desanimaron a Johnny y le hicieron cuestionarse si en verdad su ruta era el arte. “Me puse depre, empecé a ir a una universidad comunitaria, pero tenía esas voces, dentro y fuera diciéndome: ¿Estás seguro que quieres ser artista? Porque no vas a poder hacer dinero. De qué vas a vivir.
En ese intento de hallar una ruta “segura”, Johnny comenzó estudios de Arquitectura, primero. Después entró a Nutrición. Tuvo varios empleos, pero no se sentía satisfecho. Continuaba dibujando, llenando cuadernos con bocetos y apuntes.
Así pasaron casi cuatro años, sin lograr agarrar la ruta del arte ni ninguna otra. “Fue un tiempo duro, complicado”. Hasta que un día, una conversación con su mamá lo cambió todo: “Ella me dijo: ‘¿Por qué no ter decides a hacer arte? Eso es lo tuyo. Si eso quieres, decídete, pase lo que pase'”. Fue un momento iluminador. “Ese consejo me sacó de la nube en mi cabeza y decidí darle duro a mi pasión creativa”
La fuerza del destino artístico
Desde entonces, Johnny no mira atrás, excepto para agarrar inspiración y fuerza. “Para mí es importante que se sienta la mano del artista, que cuando las personas miren mis obras puedan sentir la dirección de mi trazo. Son obras emocionales, viscerales, sinceras. Quiero que de lejos reconozcas la imagen y la historia”
Residencias donde vive la creatividad
En 2024, mientras Johnny se lesionó la espalda. “Levanté algo de forma inadecuada y me quedó un dolor terrible, que me postró en cama por meses. No podía hacer nada, excepto dibujar”. Y fue en ese tiempo que sometió sus trabajos para optar a una residencia artística Art Share.
“Aquella pausa y aquella oportunidad me dieron el espacio para crear otra vez. Todavía con la lesión, pero seguí dando”.
Hoy piensa en el futuro: “Quiero sacar mi Mestría para poder dar clases en la universidad y también explorar la terapia por arte. El arte ha sido mi terapia, quiero compartirlo con otros”
Y sueña más allá: “Quisiera poder volver a Guatemala y abrir una escuela de arte. Llevar todo lo que he aprendido aquí y compartirlo con jóvenes talentosos de mi comunidad. También invitar a artistas de Estados Unidos y otros lugares para que conozcan nuestra cultura”
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