Hun Hunahpú (1 Hunahpú) y Vucub Hunahpú (7 Hunahpú) eran grandes cazadores con cerbatana y hábiles jugadores de pelota. Sus juegos hicieron enfadar a los señores de Xibalbá que les tendieron una trampa. Así lo relata el Libro Sagrado Maya.
En la cosmogonía maya relatada por el Popol Vuh (cuya escritura correcta es Popol Wuj) son famosas las hazañas de los gemelos héroes Hunahpú e Ixbalanqué. Pero muchos antes de ellos existieron otros dos hermanos: Hun-Hunapú (padre de Hunahpú e Ixbalanqué) y Vucub-Hunahpú (tío de Hunahpú e Ixbalanqué).
Hun-Hunahpú y Vucub Hunahpú representan la generación anterior de héroes gemelos y ocupan un lugar importante en los relatos cosmogónicos mayas. Su historia marca el inicio de una lucha cósmica entre la vida y la muerte, entre el mundo terrenal y el inframundo de Xibalbá.
Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú eran hermanos muy unidos, dedicados especialmente al sagrado juego de pelota maya. Vivían en una era anterior, cuando aún no existían los hombres de maíz, pero ya existía el mal representado por los Señores de Xibalbá. Hun-Hunahpú tuvo dos hijos antes de los gemelos héroes, según relata el Popol Vuh.
“Hun Hunahpú tuvo dos hijos. Uno, que era el primero, se llamaba Hun Batz; y el segundo Hun Choven. La madre de estos se llamaba Xbaquiyalo y esta era la mujer de Hun Hunahpú. El otro (hermano), Vucub Hunahpú, no fue casado, sino que se estuvo así nomás como muchacho. Eran grandes sabios y adivinos, era mucha su sabiduría aquí en la tierra y era muy buena su costumbre”

Los hermanos cerbataneros enfadan a los de Xibalbá
Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú eran muy hábiles en el juego de pelota, pero eso molestaba a los señores de Xibalbá, el inframundo maya, quienes decían que hacían mucho ruido.
“Ellos estaban jugando a la pelota en el camino de Xibalbá y entonces los oyeron Hun Came y Vucub Came, que eran Señores de Xibalbá. “¿Qué es aquello que se hace en la tierra que están haciendo temblar y están haciendo ruido? Vayan a llamarlos, que aquí vengan a jugar a la pelota, ganémosles y destruyámoslos, porque no nos tienen respeto ni miedo, sino que están riñendo sobre nuestras cabezas”. Esto dijeron todos los de Xibalbá”.
Los señores del inframundo Hun-Camé y Vucub-Camé, enviaron mensajeros para proponer un juego. Hun-Hunahpu y Vucub Hunahpú fueron bajando por barrancas y cuevas. Pasaron por un lugar llamado Carchaj (dato que permite ver la antigüedad de poblado de San Pedro Carchá, en Alta Verapaz, en donde hay cuevas que se asocian con Xibalbá).
Los señores de Xibalbá se reían porque “ya los tenían vencidos en su corazón”. Tenían un plan terrible.

Hermanos son enviados a una trampa
Al llegar, los hermanos fueron introducidos en una casa oscura, con una prueba imposible: mantener toda la noche encendidos un pedazo de ocote y unos cigarros.
“Entonces les fueron a dar su ocote, solo un ocote encendido fue el que les enviaron Hun Came y Vucub Came y juntamente dos cigarros fue lo que enviaron los Señores a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú. Cuando llegaron los que llevaban el ocote estaban ellos doblados y encogidos en la obscuridad, y entró brillando el ocote: “Encended el cigarro, dicen los Señores, mañana los habéis de devolver con el ocote entero sin que se acabe”, esto es lo que dijeron los Señores y allí ganaron porque se acabaron el ocote y el tabaco que les dieron”.
Al fallar en esta prueba, los señores de Xibalbá ordenaron que los hermanos fueron sacrificados.
“¿Dónde está el tabaco y el ocote que anoche os dieron?”. Respondieron: “Señor, lo acabamos”. “Está bien”, dijeron Hun Came y Vucub Came, “ya se cumplieron vuestros días, moriréis y seréis acabados”. Entonces fueron despedazados y los enterraron donde echaban la ceniza; le fue cortada la cabeza a Hun Hunahpú y solo enterraron el cuerpo del otro hermano”.

Hun-Hunahpú fecunda a la princesa Ixquic
A pesar de su muerte, Hun-Hunahpú tiene un papel esencial en el origen sobrenatural de los Héroes Gemelos. Su cabeza fue colgada de un tronco seco y este empezó a florecer y a dar frutos redondos (morros o jícaras). Ya no se distinguía cuál era su cabeza.
La doncella Ixquic, hija de uno de los señores de Xibalbá, llena de curiosidad se acercó a aquel árbol mágico. La calavera de Hun-Hunahpú le habla.
“Está bien, pues entonces extiende tu mano derecha”, dijo la calavera. “Bien”, dijo la doncella y extendió la mano derecha para arriba, delante de la calavera. Luego echó la calavera un chisguete de saliva y vino derecho a la mano de la doncella. A toda prisa se miró la palma de la mano y ya no había saliva de la calavera en la mano”.
Ella queda embarazada. Y así “fueron concebidos hijos en su vientre, por aquella que solo era saliva; los que fueron engendrados, fueron los hermanos gemelos Hunahpú e Ixbalanqué”.

Cosmovisión en el Libro Sagrado Maya
