Experto en instalación de paneles fotovoltaicos (electricidad solar), Alfonso Pérez nunca se olvida de las necesidades de connacionales migrantes en California ni de sus paisanos en Retalhuleu. Esta es su historia.
El migrante guatemalteco Alfonso Pérez, originario de Retalhuleu, ha construido en Los Ángeles una trayectoria que combina la innovación tecnológica, el activismo, la empatía y la solidaridad.
Alfonso es experto en instalación de sistemas de energía solar con más de una década de experiencia y fundador de su propia empresa de instalaciones; coordinador de la Mesa Comunitaria Guatemala de Los Ángeles y estudiante de la Licenciatura en Migración, Alfonso conoce muchas necesidades y carencias de los compatriotas. Actúa y participa sin afán de protagonismo: lo hace por genuina solidaridad.
Además, también es bartender certificado, por lo cual no es raro verlo trabajando en exclusivas fiestas en el área de Bel Air o Hollywood. Estas es su historia.
Reparación de computadoras, el primer paso
Alfonso llegó a Estados Unidos en 2007 junto a un amigo de la infancia. No tenía familiares allí. En Guatemala había estudiado cuatro semestres de Ingeniería en Sistemas en Quetzaltenango y era instructor de informática en el Instituto Técnico de Productividad, Intecap, donde llegó a ser jefe de la sala educativa del centro de capacitación de Retalhuleu.
Al principio tuvo que trabajar lavando trastos en restaurantes, pero pronto su conocimiento en informática le abrió su primera mejora laboral. “Necesitaban un ayudante en un taller de mantenimiento y reparación de computadoras. Me asignaron dos, como prueba, y a las cuatro horas, las tenía listas. Me pagaban 30 dólares por cada computadora”.
Con el tiempo, Fonzy -como le llaman sus amigos- se dio cuenta de que podía ganar más por su cuenta. “El dueño del taller cobra 150 dólares por el servicio y a mí , que sacaba el trabajo, 30.”, recuerda. “Hice volantes y los coloqué en lavanderías y paradas de autobús, ofreciendo servicio a domicilio por 100 dólares”.
Una exigencia que resultó ser un gran favor
En 2008, Alfonso entró a trabajar a una empresa de televisión por cable. Pero su jefe inmediato le puso una condición: “Te doy un mes para que aprendas inglés y me traigas un certificado”. Fue un reto difícil, pero logró cumplirlo.
“Entonces empiezaron a enviarme a trabajos por todo el Estado de California, en áreas donde no había hispanos. También me enviaron a Nevada, donde víví un tiempo”, relata.
En Nevada conoció la energía fotovoltaica: es decir, generada mediante paneles solares. “Me pareció muy interesante y pagaban muy bien. Me iba a inscribir en un curso pero era muy caro”. Esto lo llevó de regreso a California, donde era más barato. Mas no fue sencillo.
“En California saqué mi GED, un certificado equivalente a High School y ya con eso me pude inscribir en el programa de energía fotovoltaica en una Universidad. Trabajaba de 8 de la noche a 6 de la mañana y entraba a clases a las 7:30 de la mañana. Me quedaba dormido en clase, hasta que el catedrático me habló: me dijo que tenía buen potencial: Me ofreció una beca con la condición de ayudar a otros compañeros”.
Aprender enseñando y enseñar haciendo
Aquella oportunidad de ser instructor, reforzó sus conocimientos y marcó el inicio de una carrera que hoy suma más de diez años de experiencia y la fundación de su propia empresa de energía fotovoltaica. Pero Alfonso no solo instala paneles solares.
También le pone mucha energía a las causas comunitarias. Desde 2014 impulsa la participación cívica de los migrantes y ha coordinado acciones humanitarias en desastres como la erupción del Volcán de Fuego y huracanes en Guatemala.
“A raíz de mis propias dificultades para obtener documentos, empecé en el activismo… me escogieron como representante de la mesa comunitaria guatemalteca de Los Ángeles, ante el consulado local, buscando vías de mejorar la atención de trámites y orientación consular”.
“Actualmente estamos impulsando fuertemente la participación electoral migrante. Estamos pidiendo al Congreso que permita la participación de votantes en Estados Unidos con pasaporte, pues muchos no tienen DPI. Los migrantes aportamos mucho a la economía del país y merecemos ser tomados en cuenta con nuestro voto”, expresa Alfonso.
Servicio constante a la comunidad
El compromiso comnitario se refleja también en el ámbito académico: Actualmente Alfonso Pérez está en el último año de la Licenciatura en Migración, un programa de la Universidad Mariano Gálvez y el Instituto Guatemalteco de Migración. Es el único migrante de esta promoción, pero a futuro espera que más guatemaltecos en USA entren a este programa a distancia. “Hay muchos talentos en la comunidad guatemalteca y deben mostrarse para fortalecernos”.
“El punto de mi tesis es la nacionalización de hijos de guatemaltecos nacidos en Estados Unidos… para que puedan ejercer su derecho constitucional a ser guatemaltecos de origen”, cuenta.
La cereza en este combo de cualidades de Alfonso es que también ejerce como bartender profesional con licencia estatal, labor que complementa sus ingresos y también su polifacética personalidad. “Te podemos preparar cualquier bebida, con calidad, en cualquier evento. No es fácil ser bartender pero a mí me gusta mucho”.
Heredó valores de su mamá y abuelita
Al preguntarle sobre su gran sueño, guarda silencio. “Mi gran sueño era regresar a Reu para abrazar a mi mamá y a mi abuela… lamentablemente ya no están. Pero les voy a dedicar mi título universitario el día que me gradúe”. Su mamá falleció a causa de diabetes y por ello Alfonso tiene trazado el ideal de fundar una Casa del Diabético en Retalhuleu, para ayudar a más personas.
En sus propias palabras: “Mientras uno lleve a sus familiares en su corazón y pensamiento, van a seguir vivos. Mi madre y mi abuela siempre creyeron en mí. Todo lo que hago por mis compatriotas, se los dedico a ellas”.
Y así, entre paneles solares, cocteles y activismo, Alfonso Pérez sigue iluminando caminos para su comunidad.
Inspiración y potencial para avanzar
