Cuando enfrentamos la depresión, incluso las tareas más simples como lavar la ropa pueden parecer montañas imposibles de escalar. Pero, ¿y si aprendemos a verlas desde otro enfoque?
Las tareas domésticas no son un reflejo de nuestra moralidad, sino herramientas para cuidar de nosotros mismos. Descubre cómo transformar esa situación en un acto de compasión personal.
Lavar la ropa puede parecer una tarea mundana, pero para quienes luchan con la salud mental, puede convertirse en un verdadero desafío. Esto es lo que descubrió KC David, una terapeuta con TDAH tras enfrentarse a la ansiedad postparto, la pandemia y las exigencias del cuidado de dos hijos pequeños.
Un nuevo enfoque para las tareas diarias
En un momento en que el apoyo externo desapareció debido al confinamiento por COVID-19, las tareas domésticas se acumularon y, con ellas, un sentimiento aplastante de fracaso. En un intento por lidiar con esta situación, comenzó a compartir vídeos en TikTok mostrando su desorden y las estrategias poco convencionales que implementaba para hacer frente al caos.
Aunque al principio temía las críticas, lo que recibió fue un torrente de historias de personas que enfrentaban barreras similares debido a la depresión, el TDAH, el duelo o problemas de salud crónicos.
La carga oculta de las tareas domésticas
Algo tan simple como lavar la ropa implica múltiples pasos y decisiones: clasificar, elegir detergente, lavar, secar, doblar y guardar. Para muchos, estas tareas funcionan en piloto automático, pero para millones de personas con salud mental frágil, este piloto automático está roto.
¿Cómo afrontar estas tareas cuando toda tu energía se dedica a mantenerte a flote? Es aquí donde surge un cambio radical: entender que las tareas domésticas son moralmente neutras. No completar la tarea no te hace una mala persona, del mismo modo que tener un armario organizado no te convierte en alguien moralmente superior. Lo importante no es cómo se hacen las tareas, sino cómo pueden adaptarse a tus necesidades actuales.
Personalizando la funcionalidad
Este enfoque no se trata de perfección, sino de funcionalidad. Por ejemplo, la terapeuta dejó de doblar ropa y trasladó todas las prendas de su familia a un armario junto al lavadero. La organizó en cubos sin doblar, lo que transformó una tarea agotadora en algo manejable. Su lema: “Lo suficientemente bueno es perfecto”.
Esta filosofía también ayudó a personas como Lula, quien enfrentaba barreras para cepillarse los dientes debido a su depresión. Con ayuda de su higienista dental, personalizó su rutina de higiene bucal con herramientas accesibles, logrando mantenerla por primera vez en años.
Estas historias destacan la importancia de abordar la salud mental desde las tareas diarias. Si las personas se permiten adaptar estas responsabilidades a sus necesidades, pueden aliviar la carga psicológica que conlleva intentar encajar en estándares tradicionales.
El mensaje de la conferecista KC Davis es claro: “Todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo a medias”. Este enfoque puede parecer poco convencional, pero está enraizado en la idea de que incluso en los momentos más difíciles, merecemos un espacio funcional y una vida que se ajuste a nuestras posibilidades actuales.
En lugar de castigarnos por no alcanzar ideales imposibles, podemos empezar a hablarnos con compasión y a construir una vida que funcione para nosotros.
Así que la próxima vez que enfrentes una pila de ropa sucia o una casa desordenada, recuerda que estas tareas no definen tu valía. Puedes adaptarlas, tomarlas a tu ritmo y, sobre todo, tratarlas como una forma de cuidarte a ti mismo.