Los churrascos con chirmol, picante de chile cobanero, cebollitas y tortillas elaboradas por las manos de la migrante Yohana Vicente se disfrutan en Arlington Virginia. Además logró trabajar en el sistema educativo local y su sueño es ayudar a otros migrantes.
Protectora del hogar
A raíz de la desintegración familiar o la pérdida de un familiar, muchas mujeres guatemaltecas son cabezas de hogar y se esfuerzan por sacarlo adelante. Así le pasó a Yohana Vicente, quien creció sin papá. Su mamá los sacó adelante a ella y sus hermanos. Pero en 2007, la vida dio un giro que le obligó a migrar.
“Migré porque el trabajo era escaso. Para entonces yo también era madre soltera de dos niños. Trabajaba para aportar a la casa, pero mi madre sufrió una trombosis y los costos del tratamiento no los podíamos pagar. Yo era la mayor y decidí migrar para sacar adelante a mi familia”.
Una larga travesía culminó con un recorrido de seis días por el desierto. Pero llegar no fue todo. Había otro desierto adelante: no hablar el idioma y no conocer a nadie. Pero tenía un objetivo. “Trabajé de todo un poco, mi primer trabajo fue en limpieza de casas. Eran jornadas extensas de 7 de la mañana a 7 de la noche con paga muy baja”. Pero fue conociendo a otras personas y una amiga le cedió su puesto en la cocina de un restaurante. Estuvo allí 3 años.
Yohana, the Manager
Los esfuerzos de la migrante Yohana Vicente dieron frutos buscó otras oportunidades laborales “Yo quiero salir adelante”, se decía siempre. Buscó trabajo en otro restaurante, llamado Taylor Gourmet. Entre 2015 y 2019 logró ascender a base de esfuerzo y responsabilidad. “Empecé como conserje y luego mí jefe me ascendió a supervisora. Él confió en mí y me dio la oportunidad. Siempre me motivó a seguir adelante”. En 2019 y se pasó a Ted’s Bulletin. Entró como kitchen manager (jefe de cocina). Aprendió técnicas de cocina que hoy apllica en su emprendimitno.
La cocina no era su única meta. Yohana sentía la necesidad de continuar con sus proyectos profesionales. En Guatemala se graduó como maestra bilingüe. Pero por ser migrante, su título no tenía validez en Estados Unidos. Por eso la migrante empezó a estudiar para aprovechar sus conocimientos y poder trabajar en esa área’
Yohana se sometió a evaluación para poder tener una equivalencia de su título de magisterio. Finalmente logró trabajar como asistente de maestra en la escuela Key de Arlington. Después hubo una convocatoria para un puesto docente. Fue seleccionada dentro de siete personas, acudió a la entrevista.
Pasaron los días y no recibía respuesta. Hasta que llegó un miércoles. Lo recuerda bien: eran las 7:15 de la noche cuando fue notificada de ser la seleccionada para el puesto de Nanny, en donde comenzó a atender con dedicación y cariño a grupos de niños.
Surgen los churrascos de Yohana
El golpe mundial fue la pandemia del coronavirus dejó a varias familias sin trabajo e ingresos. “Los restaurantes cerraron y nos quedamos sin trabajó, me preocupé y no sabia que hacer. Primero empecé a vender mascarillas, faldas y gorras de tela típica. Mi esposo me motivó a cocinar porque era lo que podía hacer”.
Así arrancó el negocio de antojitos encabezados por churrascos guatemaltecos. En la época navideña, en Guatemala solía vendeerlos. Consiguieron una parrilla que instalaron en el patio del apartamento donde vivían. Vecinos y conocidos adquirían este platillo tradicional guatemalteco. Así lograron subsistir la crisis de la pandemia. Después tuvieron que cambiar de domicilio.
Sábados y domingos por la tarde, Yohana y su familia siguen vendiendo los churrascos con sazón secreta, acompañados de tortilla, frijol, papa, cebollines y combinación de carnes entre adobada, lomito, puyaso y tripa.
Crecen los sabores y las ubicaciones
El sabor trasciende ahora en celebraciones, bodas, bautizos, aniversarios y cumpleaños. Cuentan con el servicio a domicilio, ofrecen platillos tradicionales guatemaltecos pero también aperitivos de fruta.
Shecas, arroz con leche, atol de plátano, atol de súchiles y plátanos fritos son otros sabores muy solicitados por la comunidad. A través de redes sociales anuncian el menú y reciben órdenes para entrega a domicilio.
No faltaron dificultades. Alguna vez hubo quejas de vecinos e incluso llegó la policía. Necesitaban tramitar permisos. Con el apoyo de su ex jefe, Yohana logró asesorías y tener el permiso de food service.