Ana Karmina López Hun es una maestra altaverapacense que disfruta de escalar cumbres y que este añoaceptó el reto de ascender el volcán más alto de Guatemala y Centro América: el Tajumulco.
Desde los volcanes más altos de Guatemala, como el Tajumulco y el Tacaná, ambos ubicados en el departamento de San Marcos, hasta el majestuoso Cotopaxi en Ecuador, Ana Karmina demuestra que su pasión por ascender volcanes se ha compromedito a desafiar su resistencia física y mental para llegar a las cumbres, celebrando una vida plena de desafíos, aprendizajes y gratitud.
Desde muy joven, Ana Karmina sintió el llamado de las montañs pero fue con el tiempo que ese deseo de escalar los imponentes volcanes de Guatemala comenzó a materializarse. “Siempre fui una mujer de aventura, amante de la naturaleza y de compartir experiencias con personas afines”, cuenta con una sonrisa.
Sin embargo, no fue sino hasta los 30 años que tuvo su primer ascenso, guiando a un grupo scout hasta la cima del Volcán de Agua, un logro que la marcó profundamente.
A partir de entonces, cada volcán se convirtió en un nuevo reto. Hace cuatro años intentó escalar el Acatenango, pero una tormenta se interpuso en su camino. “Las carpas se destruyeron y todo se mojó, así que no logramos hacer cumbre”, recuerda.
Dos años después, regresó más preparada y consiguió coronar la cima, llenándose de confianza para enfrentar mayores desafíos.
Siempre para arriba
En noviembre pasado, Ana ascendió el volcán Tacaná. Con un grupo de 22 personas y condiciones físicas más exigentes, se enfrentó a momentos de duda y cansancio extremo. “Había partes donde me cuestionaba si podría seguir, pero con la ayuda de Dios y el apoyo de mis compañeros, lo logré”, relata emocionada.
Alcanzar la cima fue una experiencia transformadora, marcada por la escarcha sobre la carpa y un amanecer que quedará grabado en su memoria.
Una semana después, Ana enfrentó su mayor reto: el Tajumulco, el volcán más alto de Guatemala, con 4 mil 211 metros de altura.
“Si no es ahora, nunca”, pensó, y, aunque cuestionó su capacidad, se dejó llevar por la motivación de otros montañistas. El ascenso fue menos complicado que el Tacaná, pero igualmente significativo. “Ver esa creación, los colores, la temperatura y sentir esa adrenalina fue indescriptible”, afirma.
Consejos para el ascenso al Tajumulco
A través de redes sociales, Ana Karmina pidió consejos a sus amigos. Algunos de ellos son muy útiles no solo para ella sino para toda persona que desee emprender una escalada de cualquier volcán, pero sobre todo el Tajumulco. Estos son algunos de los consejos más destacados:
- “Madrugar porque es muy lejos el punto de partida”.
- “Tomate tu tiempo para subir, mi sugerencia si es la primera vez hazlo en 2 días, no busques extravíos, ve por el camino ya marcado, ve en grupo y disfruta el viaje”.
- “Tenis con suela antideslizante y que sean exactamente de su talla, porque si le quedan mal le saca ampolla y ya no sube”.
- “Antes de subir te sugiero que entrenes en casa para aumentar tu resistencia cardiopulmonar: sal a caminar unos 5 kilómetros diarios y si puedes trotar mejor, haz sentadillas y salto en cuerda por ejemplo”.
- “Suba relajada, tranquila apreciando los paisajes, no se si ascenderá de noche o día pero para ambos use bloqueador porque si no es el sol, es el frío que lo quema a uno, lleve chocolates, agua y bebida hidratante porque eso necesitará mucho, también mandarinas o manzanas y sobretodo vaya abrigandose conforme vaya subiendo”
- “Tomarse la foto en la piedra más alta de la pestaña del cráter ….es el punto más alto de Guatemala”
Pero los sueños de Ana no se detuvieron ahí. Este año, celebró sus 50 años a lo grande escalando el volcán Cotopaxi en Ecuador. “Fue un ascenso lleno de viento y escarcha, con una altura desafiante, pero lo logré”, cuenta orgullosa.
Para Ana, cada ascenso es más que un logro físico; es una experiencia de conexión espiritual. “El secreto está en mantenernos activos, cuidar nuestra salud y atrevernos, no importa la edad. Estos momentos son una manera de alimentar el alma y el espíritu”. Con cada paso hacia la cima, Ana demuestra que los límites solo existen en la mente.