Muñecas "quitapenas" de Guatemala estelarizan las pinturas de Dominick Cocozza, artista tzutujil nacido en Suchitepéquez, adoptado en USA, quien reconoce con orgullo sus raíces. El Guatemalan Center de New England presentó su exposición "Me acuerdo".
Nacido en Mazatenango, Suchitepéquez, Guatemala en 2001 y adoptado siendo un bebé por una familia estadounidense, el artista Dominick Cocozza no habla español, pero sí un lenguaje universal: el del arte. Creció en Washington DC, muy cerca del Congreso de Estados Unidos.
Hoy, radicado en Providence, Rhode Island, onvierte su historia y su trabajo pictórico en un puente entre culturas, identidades y memorias. A sus 24 años, este artista guatemalteco maya tzutujil estadounidense se perfila como una de las voces jóvenes más singulares del arte contemporáneo latino, que expuso sus pinturas en el Centro Guatemalteco de Rhode Island.
Una Guatemalita en pleno Rhode Island
Así se pudo ver en la exposición de pinturas Me acuerdo, de Dominick Cocozza que fue efectuada con el auspicio del Guatemalan Center of New England, en la cual fue posible admirar a muñecas típicas guatemaltecas convertirse en protagonistas de escenas e historias, con profundo sentido de identidad y a la vez lenguaje universal.
La directora del Guatemalan Center of New England, Tiana Ochoa exaltó la creatividad de Dominick, así como su profundo apego a las raíces de identidad multicultural guatemalteca.
“El pintor Dominick Cocozza ofrece una mirada profunda y personal a sus raíces. Sus pinturas son figuras activas que encarnan narrativas personales y la identidad maya tz’utujil del artista”, comentó el migrante y emprendedor guatemalteco Nacho Méndez, quien asistió a la exposición efectuada en la galería Auntie’s House, de Providence, Rhode Island.
Talento y sensibilidad de raíz guatemalteca
El talento de Dominick Cocozza emergió en 2019, cuando estudiaba en Yorktown High School. Su pintura Migrantes fue seleccionada para exhibirse en el Capitolio de Estados Unidos como parte de la Competición Artística del Congreso. La obra mostraba a dos niños con un cartel que decía: “Trae a nuestra madre de regreso”, una referencia directa a la política de separación familiar en la frontera estadounidense.
“Para esta pieza en particular, me inspiraron los niños inmigrantes que se han separado de sus familias. Quiero ilustrar este tema en particular para informar a mis compañeros de este conflicto crucial en curso”, explicó entonces Dominick.
Muñequitas quitapenas signo de identidad
Aquella pintura fue el inicio de una trayectoria que ha unido sensibilidad social y exploración identitaria. Tras graduarse de la Escuela de Diseño de Rhode Island, con una licenciatura en pintura, Cocozza desarrolló un estilo propio. Ha convertido las muñequitas de tela, “quita penas” de Guatemala, en protagonistas simbólicas de una reafirmación.
Estas pequeñas figuras, que en la tradición maya tzutujil se usan para ahuyentar las preocupaciones, cobran vida en sus lienzos como avatares de su propia biografía. De he hecho, elaboró un autorretrato con ellas.
"Que mis obras resuenen"
“Mis pinturas están guiadas por las posibilidades de la muñeca quita penas guatemalteca, que encarna mi adopción transracial de Guatemala en 2002 y mi identidad maya tz’utujil. Espero que mis obras resuenen con quienes conectan con la cultura guatemalteca y centroamericana”, dijo en una entrevista con GoLocalProv.
En efecto, el trabajo artístico de Dominick apunta al respeto, la valoración, la tolerancia y también la ruptura de fronteras en favor de la convivencia.
Testimonio de autenticidad
El artista, que ha tenido ya unas 15 exposiciones y participado en residencias artística como la del Vermont Studio Center y Ma’s House en la reserva indígena Shinnecock, ha sido presentado por CNN, BBC y otros medios. Su obra ya está en colecciones institucionales como la del Museo de Arte y Diseño de Rhode Island.
En su trabajo, las quita penas no solo son objetos culturales, sino testimonios de identidad, metáforas de adopción, desarraigo y reencuentro. Cocozza, quien no habla español, se reconoce como un creador indígena, usa el arte como lenguaje para reconectar con su país de origen: “Valoro la pintura como una oportunidad para conversar con las comunidades que son parientes de mi tierra natal”, afirma.
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