En Chattanooga, Tennessee abundan los bosques y montañas. Se asemeja al Occidente guatemalteco, de donde provienen miles de migrantes que laboran en fábricas, granjas y emprendimientos, mientras sus hijos aprenden en el sistema escolar local.
El partido termina 1-0. Ganó el equipo local Howard High School, que jugó contra una escuela privada. La diferencia, además de los uniformes es la estatura y el cabello rubio de este segundo equipo.
La mayor parte del 11 de Howard son adolescentes migrantes guatemaltecos radicados en la región de Chattanooga, un condado de Tennessee que está a poca distancia de la frontera con Georgia y North Carolina.
Según el Departamento del Censo de EE.UU. en Tennessee hay unos 21 mil guatemaltecos, pero esa cifra fácilmente podría ser solo la de Chattanooga, en donde hay una fuerte comunidad de chapines, sobre todo provenientes de San Marcos y Huehuetenango, que trabajan en empacadoras, procesadoras de alimentos, panaderías y granjas avícolas. East Ridge es una de las principales «Guatemalitas» de Chattanooga, pero no la única.
En las calles no es difícil encontrar emprendimientos guatemaltecos: tiendas de abarrotes, ventas de comida y talleres automotrices de migrantes guatemaltecos.
También es "Lugar de Árboles"
El nombre de Chatanooga significa, en idioma indígena cherokee «donde surge la montaña» y en efecto, en este condado del Estado de Tennessee se divisa la famosa Lookout Mountain, una majestuosa elevación que alcanza los 2 mil metros sobre el nivel del mar.
«Por eso muchos guatemaltecos migrantes se han establecido aquí, porque este entorno de árboles y montañas se parece al occidente de Guatemala», comenta Pablo Mazariegos, documentalista y psicólogo de origen guatemalteco que creció en Carolina del Norte pero vive en Chatanooga desde hace 8 años.
¡Por calles, sobores y sueños de ChattanooGUA!
Los nombres de tiendas suenan familiares: La Guatemalteca, La Favorita, La Primavera; hay algunas con términos más genéricos, como tienda Latina, pero que tienen algo en común: pertenecen a migrantes guatemaltecos, que no necesariamente las atienden, pues en algunas contratan a paisanos ya que tienen dos o más sucursales.
De hecho durante el recorrido, en tres de ellas, las tenderas no quisieron comentar nada, ni siquiera dar su nombre. Una de ellas tenía 4 meses de haber llegado a Estados Unidos, procedente de San Marcos y tenía miedo. No hay problema, le dije, comprendo y seguí la búsqueda. Ello me ocurrió otro par de ocasiones hasta que alguien me recomendó ir a preguntar a la tienda Latina, en la avenida 23 y Lynbrook. «Llegamos hace 18 años y con mi esposo instalamos este negocio en donde vendemos un poco de todo», dice Gladys Martínez, originaria de Quetzaltenango.
En los estantes no faltan productos guatemaltecos de la nostalgia como frijoles volteados, jugos de frutas, consomés y por supuesto café. También hay una sección con ropa típica, playeras con el quetzal y otros símbolos patrios, que comparten espacio con productos mexicanos y salvadoreños.
Mucho más que "soccer"
En la parte trasera de la tienda La Latina, muy bien disimulada entre altos setos, hay una una cancha de futbol sala. «Funciona por las tardes y vienen muchos jóvenes guatemaltecos a jugar. Allí vendemos comidas y refacciones chapinas», cuenta Gladys Martínez.
En efecto, el futbol es un constante motivo de reunión, pero para el profesor y entrenador Krue Brock, cofundador del Chattanooga Futbol Club, también es un medio de motivación y estímulo al talento de los jóvenes.
«Buscamos fomentar en ellos valores, espíritu de competitividad y sanos hábitos», explica en la sede de CFC, en donde tiene a tres subentrenadores, dos de El Salvador y un guatemalteco. Siempre están a la caza de talentos deportivos y algún día Brock es nativo de Chattanooga pero da la bienvenida al talento migrante y busca espacios para su superación. Es tal el influjo intercultural que acá ya no se usa tanto el término «soccer», sino simplemente futbol.
Manos y mentes valiosas
«Aproximadamente en el año 2000 hubo un programa laboral para guatemaltecos para dotar de personal a granjas y empacadoras de carnes Chatanooga», explica José Otero, educador, entrenador deportivo y locutor de origen colombiano, residente en el área, productor del podcast Amigos Unidos mediante el cual impulsa el talento hispano.
Otero es testigo del acelerado crecimiento en la cifra de estudiantes guatemaltecos de primaria y secundaria. Es director de admisiones de un plantel, en donde cada vez con más frecuencia entrevista a jóvenes y padres para evaluar su admisión al sistema escolar. De hecho en sus redes sociales publicó imágenes de la actual promoción de Seniors de High School, es decir, los estudiantes que concluyen estudios.
«Hay mucho talento e inteligencia, pero también factores que pueden dificultar el desarrollo de ese potencial», agrega Mazariegos, quien también trabajó en el sistema educativo y quien impulsa la reconciliación entre padres e hijos, que a menudo estuvieron separados por varios años a causa de la migración. «Al mandar a traer a los niños y jóvenes, ellos tenían años de estar al cuidado de abuelos y tíos, por lo cual deben aprender otra vez a vivir juntos».
Migrantes aportan al crecimiento de Chattanooga
Chattanooga era un enclave industrial y manufacturero que decayó a finales de la década 1990. Pero la llegada de migrantes avivó su economía y productividad. Durante la pandemia también recibió a nuevos pobladores atraídos por un ambiente menos urbano y más natural. Ello conduce a una gentrificación, es decir, la recuperación y revaloración de espacios, algo a lo cual también aportan los guatemaltecos mediante el pago de taxes y generación de oportunidades de negocio.
En 2011, se impuso una dura ley antimigrante en Alabama; muchos migrantes hispanos indocumentados salieron a Estados vecinos, entre ellos Tennesse y específicamente Chatanooga, donde ya tenían familiares o conocidos.
«El gobernador propuso poner a trabajar en las granjas a los presos de las cárceles y así sustituir la mano de obra migrante. No funcionó. Al año, muchas granjas de Alabama habían quebrado», comparte Otero, para resaltar el valor del trabajo de los migrantes.
Como contexto cabe citar que este 2024, al menos en cuatro Estados de EE.UU. (Florida, Texas, Oklahoma y Tennessee) se han establecido leyes contra migrantes indocumentados, cuyos efectos económicos podrían ser contraproducentes así como lo fueron para el gobernador de Alabama.
Mayor integración: más oportunidades
«Existen muchas oportunidades para los jóvenes, pero las comunidades y familias guatemaltecas tienen que abrirse más y crear mayores lazos. Hay programas de arte y cultura, actividades como conciertos y exposiciones gratuitas, que podrían generar una mayor identificación y admiración por la cultura guatemalteca, pero los chapines aún no se integran a ellas», comenta Velveth Hernández Johnson, profesional guatemalteca que trabaja en el downtown en una compañía de recursos humanos.
«Los guatemaltecos ya estamos presentes aquí, incluso en las comidas y el pan de excelente calidad que se disfruta en tiendas y restaurantes. Pero debemos abrir más las puertas a otras culturas y mostrar el valor de la nuestra», agrega Velveth.
La Paz, un modelo de educación y solidaridad
Pero no solo los niños están en ese proceso de integración. También los padres están llamados a adquirir nuevos conocimientos y habilidades, incluyendo las relaciones sociales. En la fundación La Paz se impulsan cursos y talleres sobre oficios, arte y aprendizaje de inglés, además de brindar orientación legal, fiscal y de emprendimiento. Sus puertas están abiertas a migrantes guatemaltecos e hispanos sin distingo alguno.
«La Paz surgió hace 20 años como una iniciativa de solidaridad con las comunidades migrantes de varios países. El número de guatemaltecos ha crecido y también las necesidades. El proceso de adaptación, conseguir un empleo y tener una mejora económica puede ser tardado y demandar mucho esfuerzo. A veces las familias no tienen recursos suficientes para una sana nutrición de los niños y por eso damos apoyo en alimentos también», explica Jéssica Cliche, profesional guatemalteca que actualmente es la directora de cursos y capacitación de dicha fundación.
«Los guatemaltecos tenemos tanto que dar. Es admirable la capacidad de trabajo, la dedicación y la amabilidad, que son nuestras fortalezas, pero a menudo nos cuesta darlas a conocer,.», agrega Jessica en el salón principal de La Paz
Un sueño guatemalteco en Chattanooga
«Ustedes tienen una oportunidad para triunfar, para cumplir sus sueños, pero deben tener uno para poder seguirlo. Quizá no hay camino o no esté claro el camino, pero si tienen la meta ella les guiará para vencer los obstáculos», dijo Marcos Antil a un grupo de jóvenes guatemaltecos que estudian en Howard High School. Les compartió detalles de su ruta como migrante en EE.UU., los obstáculos que enfrentó pero a la vez las ventajas competitivvas que obtuvo al estudiar una carrera universitaria.
«Constantemente les traemos speakers (oradores) a los alumnos, para que se inspiren y tengan modelos de éxito. Pero esta es la primera vez que viene alguien de Guatemala, de origen maya, nacido en una zona rural, como muchos de ellos y creemos que les inspirará mucho más, dijo una de las maestras presentes en la conferencia.
Una pequeña Guatemala está floreciendo en Chattanooga, otra tierra de árboles en donde muchos quetzales llegaron para volar alto. //
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