Los barriletes gigantes de Sumpango son un símbolo de resistencia cultural, de creatividad y de conexión espiritual.
Cada 1 de noviembre, el cielo de Sumpango, Sacatepéquez, en Guatemala, se llena de colores vibrantes y formas majestuosas. Los barriletes gigantes, algunos de más de 20 metros de altura, son mucho más que simples cometas: representan un vínculo sagrado entre los vivos y los muertos, y son el orgullo de una tradición ancestral que ha trascendido generaciones.
Este espectáculo, conocido como el Festival de Barriletes Gigantes, es una celebración en honor al Día de los Difuntos, donde el arte, la devoción y la cultura se entrelazan para crear una de las festividades más únicas y coloridas de Guatemala.
Historia de los barriletes gigantes
La tradición de los barriletes en Sumpango tiene raíces que se remontan a siglos atrás, cuando los antiguos mayas creían que estos cometas servían como un medio para comunicarse con los espíritus de sus antepasados. Según la leyenda, los barriletes espantaban a los malos espíritus que perturbaban la paz de los cementerios durante el Día de los Difuntos. Con el tiempo, esta creencia espiritual se fusionó con la celebración católica del 1 de noviembre, creando un evento que ahora es tanto un espectáculo visual como un acto de devoción.
Los barriletes no solo son parte de la tradición de Sumpango, sino también de otras regiones de Guatemala como Santiago Sacatepéquez. Sin embargo, en Sumpango, el festival ha tomado una dimensión extraordinaria, atrayendo a turistas de todo el mundo que vienen a admirar las monumentales creaciones hechas con papel de china y cañas de bambú.
¿Cómo se hacen los barriletes gigantes?
El proceso de creación de los barriletes gigantes es una verdadera obra de arte comunitaria. Desde meses antes de la celebración, los grupos de artesanos locales, conocidos como “cofradías”, se organizan para diseñar y construir estos gigantes del cielo. La estructura básica está hecha de cañas de bambú que se entrelazan para formar un esqueleto resistente. Luego, se les pega papel de china, uno de los materiales principales, en diferentes colores para crear los impactantes diseños que vemos volar en el festival.
El nivel de detalle en cada barrilete es impresionante. Muchos de ellos llevan imágenes simbólicas, mensajes políticos o religiosos, e incluso representaciones de temas actuales, como la migración o la preservación de la cultura maya.
La creación de un barrilete gigante puede tardar entre tres a seis meses, dependiendo de su tamaño y complejidad.
Testimonios de la comunidad
Para los comunitarios de Sumpango, el festival no es solo un espectáculo, sino una expresión de su identidad cultural y espiritual. Varios de ellos comparten sus experiencias:
Don Miguel Gómez, uno de los organizadores más antiguos del festival, comenta: “Yo llevo más de 30 años haciendo barriletes. Empezamos a trabajar desde junio con mis hijos y nietos. Esto no es solo una tradición, es una forma de mantener viva la memoria de nuestros antepasados.”
María Juárez, quien ha trabajado en la confección de los barriletes desde su juventud, dice: “Cada barrilete que hacemos tiene un mensaje. Este año estamos dedicando el nuestro a la migración, porque muchos de nuestros jóvenes han tenido que irse a Estados Unidos. Es nuestra manera de recordarles que siempre tienen un hogar aquí.”
Julio Caxaj, joven artesano, menciona: “Desde niño soñé con hacer uno de esos gigantes. Mi familia lleva años participando en el festival, y para nosotros es un orgullo mostrar al mundo lo que podemos hacer. No es solo volar un cometa, es honrar a quienes ya no están.”
Ana Velásquez, quien se encarga de los detalles finales en el barrilete de su cofradía, afirma: “Lo más difícil es encontrar la manera de que todos los colores armonicen. Queremos que nuestro barrilete cuente una historia y que la gente sienta algo al verlo volar.”
José Contreras, uno de los líderes comunitarios, explica el impacto del festival en el pueblo: “Este festival nos une como comunidad. No solo trabajamos juntos, también invitamos a nuestros niños y jóvenes a participar para que la tradición nunca se pierda.”
Carmen Morales, turista guatemalteca, quien visitó el festival, por primera vez, el año pasado, expresó su admiración: “Es increíble ver la dedicación y el esfuerzo que le ponen. Siento que es algo muy especial, porque no es solo una fiesta, es una manifestación de su cultura y creencias.”
El día del festival: colores que llenan el cielo
Cuando llega el 1 de noviembre, los barriletes finalmente ven la luz del día. Los campos se llenan de familias y turistas que esperan ansiosos el momento en que estas gigantescas creaciones sean levantadas y empiecen a elevarse al cielo. La emoción es palpable cuando las primeras ráfagas de viento ayudan a despegar los barriletes, que, una vez en el aire, se mecen majestuosamente, como si fueran mensajeros entre el mundo terrenal y el más allá.
El Festival de Barriletes Gigantes de Sumpango es una experiencia que va más allá de lo visual. Es una celebración de vida y muerte, de arte y tradición, que envuelve a todos en un sentimiento de comunión con el pasado y con las raíces profundas de la cultura maya.
A través de los barriletes, los comunitarios rinden homenaje a sus antepasados y muestran al mundo la riqueza de su herencia. Cada año, el festival no solo llena el cielo de colores, sino también los corazones de quienes lo presencian, recordándonos que, en Guatemala, las tradiciones vuelan alto.