Rudy Pérez es hijo, esposo, padre y subjefe en el Departamento de la Policía Golden Valley en Minneapolis, Minessota, EE.UU. Su sueño un día es aportar sus conocimientos a la policía guatemalteca... y volver a visitar un día el Mercado Central de Guatemala.
Rudy Pérez llegó a Estados Unidos en la década 1970 cuando tenía apenas 3 años, junto con sus padres, migrantes guatemaltecos. En 1986, el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan otorgó amnistía a millones de migrantes. Fue entonces cuando los padres de Rudy se esforzaron por trabajar el doble para conseguir los fondos necesarios y contratar a un abogado que les permitiera tramitar la ciudadanía.
“Nunca se me va a olvidar. Todos trabajábamos día y noche. Tirábamos guías, cortábamos grama. Toda la familia aportaba. Mi mamá iba a limpiar casas y me iba con ella. Mi papá tenía dos trabajos para tener ese dinero. Esas fueron las prioridades”, recuerda Rudy Pérez, quien actualmente es oficial de policía en Minneapolis, Minnesota.
Para completar el trámite, las autoridades migratorias les indicaron que debían regresar a Guatemala, pero el temor era que no sabían con certeza si lograrían regresar. Su madre es originaria de Morazán, Zacapa, así que decidieron visitar a sus abuelos ahí.
Rudy aún era niño, por lo que tomó ese viaje como un paseo, desconocía el verdadero motivo legal; para fortuna obtuvieron la amnistía que les permitió regresar a suelo estadounidense.
A su regreso, Rudy debía continuar estudiando y admite que le fue muy difícil el aprendizaje. “Me costó entenderlo, leerlo (el inglés). La gente piensa que es mi primer lenguaje, pero no. No fui el mejor de la escuela, para decirte la verdad.”, admite Pérez.
“Siempre andaba traveseando. Un maestro le dijo a mi mamá, creo que su hijo tiene más habilidades para aprender”, refiere Pérez quien padeció de dislexia. “Problemas que tuve como patojo en la escuela”, añade.
Un policía con corazón guatemalteco
Al graduarse de la secundaria ingresó al Departamento de Guardianes de la Bahía en las playas en Los Angeles, donde comenzó a laborar a sus 13 años en un programa juvenil. Al cumplir los 21 años de edad alguien le sugirió que se convirtiera en policía.
“No sé si sea posible” dudó Pérez, pero tuvo su primera oportunidad de trabajar como agente en la Policía Escolar en Los Angeles, después ascendió a Oficial. Trabajó como detective durante nueve años. “Me encantó trabajar en casos grandes. Me gustó trabajar para migrantes. Sabía español y ayudaba (en casos) mucho con eso para la traducción”, dice Rudy quien después ascendió a sargento policial hasta convertirse en un teniente de la Policía de Los Angeles.
“Fue una de las mejores carreras que tuve”, comparte con humildad. Pero eso no fue todo. Sus ganas por salir adelante y por su buen desempeño como policía le permitieron ser admitido en la Academia Nacional del FBI durante tres meses, oportunidad que muy pocas personas en el mundo tienen de ser aceptados.
En el 2023, Rudy Pérez viajó a Dubai para dar charlas sobre seguridad nacional y seguridad juvenil.
Se abren más puertas
Rudy Pérez fue elegido presidente de dicha promoción “como buen chapín”, añade y el graduarse de esa academia le abrió más puertas en su ya excelente carrera policial. Pérez se ha caracterizado por ser un agente ejemplar por su liderazgo y entrega. En el 2023, se le presentó una oportunidad para apoyar al departamento policial en Golden Valley, en Minneapolis, Minnesota, a casi 2 mil 500 kilómetros de distancia de Los Angeles.
“A veces hay frío. Es una ciudad hermosa. Hay muchos latinos, mucho chapín” refiere sobre Minnesota, su nuevo hogar. Mis padres son mis héroes, por ellos estoy donde estoy. Gracias al esfuerzo de ellos y a Dios. Tengo fe, es una de las cosas que me ha ayudado”, añade Pérez.
“Hay que echarle ganas”
Ahora como asistente de la Jefatura de la Policía de Golden Valley, Rudy suele madrugar para estar informado de lo que pasa en su equipo. “Como líder hay que estar presente” enfatiza. Justo el día que habló con nosotros había llegado a la estación policial a las 3.00 am, para tener todo en orden.
En diciembre, Rudy Pérez cumplirá ya 24 años de ser policía. Considera que un buen agente debe tener cualidades integras. Refiere que en varias ocasiones le han ofrecido “mordida”, pero él explica que en EE. UU. las cosas no funcionan así. “Tengo que educar a ciertas personas y cambiar la mentalidad”, explica siente orgullo de ser un agente policial.
Como policía también tiene presente las situaciones de riesgo en las que trabaja. Una o dos historias han cambiado la vida de Rudy, casos referentes a la violencia que existe entre la juventud. No ha estado exento de la emergencia que representa una balacera escolar o ataques de francos tiradores. “He salido de la raíz de Guate para ser una persona triunfadora y poder ayudar a mi comunidad”, expresa conmovido por las situaciones que le ha tocado vivir en la Policía.
“Hay leyes que han cambiado. No tienes que ser ciudadano para ser policía, pero tienes que ser residente. El consejo más importante es esforzarse en trabajar en prioridades que le van dar la residencia. Hay que tener un buen abogado».
«He visto que los latinos comenzamos a comprar televisión, zapatos o cosas materiales que en el momento tienen un gozo, pero al final no tienen un valor que nos vas a ayudar a prosperar. Si llega a los Estados Unidos mantenga una mentalidad de progresar, de ahorrar e invertir dinero en sus hijos. Para que lleguen a ser buenas personas, buenos profesionales”, es el consejo que Rudy deja para la comunidad migrante en ese país.
Un regreso añorado
Rudy tiene más de 20 años de no regresar a Guatemala, cuando eso suceda lo primero que desea hacer es visitar el Mercado Central, ya que el aroma y el ambiente del lugar «no existe en ninguna parte de EE.UU.» recuerda con nostalgia.l
Pero hay un sueño que le gustaría realizar. “Me gustaría ir a Guatemala para entrenar policías allá. Mi profesión es enseñar liderazgo, dentro del cuartel de policía y bachillerato aprendí sobre énfasis en liderazgo”.
Esa es una de las fuertes características de Rudy, quien ha tenido la oportunidad de viajar a países como Dubai y a Europa e ir a la Casa Blanca para dar conferencia sobre ese tema, la seguridad en las escuelas y delincuencia juvenil. Incluso está en pláticas con el Departamento de Justicia de EE. UU. para regresar a Guatemala y poder tener una experiencia así.
“Extraño las cremitas. Ir a la tienda y agarrar pan caliente o el café. O comer queso. Es una costumbre muy bonita”, refiere Rudy de los recuerdos que tiene cuando tuvo la oportunidad de estar en Guatemala antes de obtener la amnistía.
“Somos americanos, pero nunca se nos olvidó la raíz chapina que tenemos. Soy guatemalteco. Al final es un gran honor ser de otro país y triunfar aquí.