Ramiro Garrido decidió emigrar a Estados Unidos ante la extrema pobreza que su familia vivía en Salamá, Baja Verapaz en 1994. Se ha superado, pero nunca se olvida de ayudar a sus compatriotas. Aquí su historia.
Ramiro Garrido tenía solo 19 años cuando decidió perseguir el sueño de un futuro mejor lejos de su tierra.Su deseo de superación le ha permitido formar una familia. Tiene 28 años de matrimonio y junto a junto a su esposa han criado cuatro hijos. Dos de ellos siguen los pasos de Ramiro: son electricistas, un trabajo que en EE.UU. puede ser muy exigente, pero con alto nivel de cetificación.
El tipo de trabajo que Ramiro hace junto a sus hijos conlleva el sacrificio de permanecer lejos de casa por temporadas largas. No obstante disfruta de lo que hace, sobre todo porque sabe compartir con los más necesitados en su país natal.
La energía positiva de la bondad
Para esta entrevista él se encontraba en Georgia donde lleva cuatro meses efectuando trabajos de electricidad, a 32 horas de distancia de su hogar ubicado en California. Ante la situación que lo motivó a irse de Guatemala ahora se ha convertido en un guatemalteco que ayuda a su gente en Baja Verapaz, incluso, ha podido ayudar a personas de México y Uruguay cuando acuden a su buena fe. Lo que Ramiro hace al recibir alguna historia es verificar la situación de las personas para luego buscar los fondos que serán destinados a la causa.
El primer caso con el que comenzó a solidarizarse fue con una connacional que tenía cáncer de piel. La apoyó con la compra de medicamentos. “De ahí nació la inspiración de seguir ayudando”, comparte Ramiro. Otro caso que le ha conmovido mucho ha sido el de un niño de la aldea en San Ignacio, Baja Verapaz.
El menor del niño estaba ingresado en el Hospital Rooselvelt, la madre se comunicó con Ramiro porque necesitaba ayuda económica para el tratamiento de su hijo, quien recibía tratamiento de diálisis. Esta historia llegó a su vida hace dos años por WhatsApp, el menor ha sobrevivido gracias a la ayuda que Ramiro logró recaudar.
Entre sueños y afición
“Era un jovencito que tenía sueños. Soñaba con tener un carro. Éramos tres hermanos y tomé la iniciativa de venirme (a EE. UU.)”, refiere Ramiro cuando tuvo la oportunidad de llegar a suelo estadounidense, Nueva York, para ser específicos. Actualmente radica desde hace 20 años en California.
“Soy electricista. El estatus migratorio es una barrera, pero se puede salir adelante. Uno tiene que esforzarse. Me gusta el futbol desde que tenía como 5 a 8 años. Jugaba descalzo en la tierra”, expresa Ramiro quien tuvo a la oportunidad de formarse como entrenador de futbol para niños durante diez años. Esa es otra de sus pasiones en la vida: el futbol. Es por ello que suele identificarse en su perfil de Facebook como Ramiro Tiki Taka en relación a la forma de juego del futbol que se practica con pases cortos. El llevar a sus dos hijos a entrenar futbol lo motivó para prepararse como tal. “Me gustaría ser entrenador de la Selección de Guatemala”, bromea.
“El miedo de estar en Estados Unidos es lo que a uno de migrante lo hace estar bajo la sombra. Se lucha contra la discriminación por el idioma, por la estatura o el color de piel, pero siempre se puede salir adelante”, dice Ramiro.
Su trabajo como electricista se ha forjado en empresas que le han dado la oportunidad de aprender. Y la experiencia adquirida le ha permitido viajar por diferentes ciudades y también apoya económicamente en la crianza de su hija menor. Su otra hija es una emprendedora.
Lo más duro que Ramiro ha vivido en Estados Unidos fue sufrir las secuelas del covid-19, enfermedad que lo obligó a hospitalizarse. Para fortuna logró recuperarse.
Ramiro Garrido constantemente aboga para ayudar a otros con dinero o donación de silllas de ruedas, según la necesidad de la persona.
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