El migrante guatemalteco Héctor Sánchez estuvo en Estados Unidos y regresó a su tierra natal por decisión propia. Sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas, pero no se rinde: su actitud es una lección de vida.
Una época difícil
Héctor Sánchez, es agricultor, oriundo del barrio San Marcos, Concepción Chiquirichapa, Quetzaltenango. Por necesidades económicas viajó a Estados Unidos como migrante en el año 2000. Permaneció durante cinco años en ese país. Trabajó en áreas de construcción, en empresas de mudanza, jardinería entre muchos. Después de un largo tiempo decidió regresar a Guatemala y retomar su trabajo como agricultor.
“Tenía 35 años, cuando yo me fui. Regresé voluntariamente, porque me ganó la desesperación y el trabajo es muy duro “, cuenta Héctor, quien considera haber sido afortunado al haber podido volver a su tierra. “No todos corren con la misma suerte”, dice Héctor.
La situación a su retorno no fue para nada sencilla. Las oportunidades eran pocas para emprender o generar ingresos. Esto le desanimó y le causó muchos sinsabores.
Barrera adicional fue drástico cambio
Héctor reconoce que tomó algunas decisiones equivocadas. Vivió varias situaciones difíciles y en 2015 sufrió un accidente casero que lo dejó en sillas de ruedas, un hecho que cambió por completo su vida. Expresó que ante aquella inesperada barrera tenía dos opciones: salir adelante con los pocos recursos que le quedaban o darse por vencido.
“Voy a cumplir casi ocho años de estar en silla de ruedas, cuando sufrí el accidente, fue duro, los doctores me dijeron que me lastimé la columna, perdí la movilidad de mis piernas y ya han pasado los años y he sentido algunos avances, y por eso doy gracias” dice Héctor.
Después del accidente Héctor Sánchez aprendió a valorar la vida, aprovecharla con todo o lo poco que tenía. “La mayor riqueza es cuidar de nuestro cuerpo y estar sanos, porque uno puede trabajar y hacer muchas cosas”, por lo cual invita a todos los guatemaltecos, dentro o fuera del país, a cuidarse y valorar la salud.
La siembra da frutos
Desde los siete años de edad, aprendió el oficio de agricultor, le ha dado la oportunidad de vivir. A pesar de su condición Héctor buscó la manera de aprovechar su terreno y cultivar varios productos como: la papa, la zanahoria, brócoli y cebolla.
Para lograr sobrevivir Héctor, decidió cultivar sus productos y venderlos en el mercado local y en la central de papas de San Juan Ostuncalco, también aprovecha para su consumo diario.
La silla de ruedas le ha impedido poder movilizarse y trabajar como antes, por eso cuenta con la ayuda de otra persona quien siembra y trabaja la tierra en los sectores más difíciles de acceder.
Su sustento principal es la cosecha de sus productos locales, Héctor vive solo y cuenta con el apoyo moral y físico de vecinos y amigos, “Gracias a Dios tengo el apoyo de mis vecinos y algunos amigos, me visitan y me apoyan”. Indica que el trabajo le ha permitido a él enfocarse y dejar de estresarse.
La vida es una oportunidad
La vida para Héctor actualmente se ha convertido en una travesía pero que le ha permitido disfrutar y aprovechar varios momentos con vecinos y amigos, el es considerado un ejemplo en su comunidad. Por eso lo visitan amigos y vecinos quienes le brindan víveres y recursos básicos.
“Es importante apoyar a nuestros jóvenes, si bien no hay trabajo, pero si se puede salir adelante, es lento pero seguro, debemos luchar y si piensan migrar, es importante tener objetivos claros para no caer en la desesperación y tomar malas decisiones que pueden cambiar nuestro destino.” Finaliza Héctor.
Héctor vive solo, es acompañado por amigos, se dedica al cuidado de su hogar, sus gallinas y tierras, a pesar de su condición se esfuerza y va declarando su historia con el fin de motivar a otras personas en especial a los jóvenes para que puedan salir adelante.
