Migrante maya q'anjob'al llegó a California, EE.UU. en 1984, huyendo de la guerra en Guatemala pero con un gran sueño: ser actor en Hollywood. Sus realidades casi parecen ficción y su aventura de vida sigue en pleno rodaje. Esta es la historia.
Era Día del Trabajo cuando Dionicio Virvez salió de su natal Santa Eulalia, Huehuetenango para huir de la guerra que asolaba a Guatemala.
“Mi padre me decía: o te van a meter al ejército o te van a meter a la guerrilla. Los dos andan buscando gente, para morir. O morías o te mataban. Mi papá me dijo que es mejor que te vayas. Ya casi me iaba a graduar de maestro”, relata Dionicio Virvez. Llegó a Los Angeles el Día de la Madre. “Lo recuerdo bien, 10 de mayo de 1984. No tenía donde dormir, ni qué comer ni nadie me que recibiera”.
Un sueño que nació en chino
El sueño de trabajar en cine surgió cuando Dionicio, en las tardes de sábado, iba a la única vivienda que tenía una TV en su pueblo Santa Eulalia.
“Mi vecino Helvin vivía en la esquina y me invitaba a ver TV los sábados. Siempre pasaban Cine Karate, películas chinas de artes marciales. Yo me preguntaba ¿Cómo es que hacen esas películas? ¿Cómo hacen para volar? Sabía que eran efectos especiales, pero ¿como lo hacen?”. Así es que desde su llegada anhelaba trabajar en películas.
Pero el guión tenía duras realidades
“Empecé a trabajar en talleres de costura. Me tocaba cortar los hilos sobrantes. Después trabajé en construcción, también en restaurantes, estuve barriendo en hospitales. Y en todos esos trabajos siempre pensaba en aquellos chinos volando. EE.UU. era el lugar de los sueños y entonces dije: lo primero que tengo que hacer es aprender artes marciales”.
Dionicio tenía cinturón amarillo cuando en el tablón de avisos del gimnasio decía que buscaban extras para una película producida por un coreano. “No lo pensé dos veces. Me apunto. Todos se apuntaron y todos fuimos extras, porque salíamos peleando detrás de los personajes principales”. Dionicio nunca vio la película ni supo si había aparecido al fondo, pero estaba feliz.
Segundo papel: Actuar sin moverse
Pasaron cinco años y ninguna oportunidad más.
“Si tienes un sueño, lucha por ese sueño, mantenlo vivo. Fueron cinco años de espera por otra oportunidad. Dionicio trabajaba en un supermercado en Culver City, California, donde están grandes estudios de cine. Llegaban a comprar productores, directores, empleados de rodaje. “Yo estaba decepcionado porque gast+e dinero para pagar agentes de actores para que te busquen castings. Nada. Cinco años”, relata.
Un día se me queda viendo una muchacha afroamericana que llegó a comprar. Y en cada ocasión me observaba de manera extraña. Le pregunté si había algún problema y me dijo. “Tienes facciones de indígena americano. A veces buscan alguien así en los casting. Soy agente de actores. ¿Aceptarías que te tomemos fotografías?. Yo estaba decepcionado. Le dije que llegaría pero no fui.”
A los días volvió la muchacha. “¿Qué pasó? Ya no llegaste. Es que he gastado mucho en esto y no sale nada. EStoy decepcionado. Ella me dijo que no me iba a cobrar. Así fui y me tomaron fotos y medidas. Siempre te sacan una ficha en caso salga un papel. Y salió uno, pero no para una película, sino para un anuncio de celulares”, cuenta Dionicio.
En ese anuncio había unos ejecutivos en un museo y al fondo había un diorama con un indio apache peleando con un león prehistórico. “Me dijeron, tu vas a estar desnudo, así con tu lanza. Fijo, sin moverte. Mientras los actores muestran el celular. Al día siguiente llegué. Había como 50 gentes de producción, unas grandes cámaras y por primera vez sentí sabor a Hollywood. Me desnudaron, me pintaron el cuerpo y la cara. Hicieron muchas tomas y yo sin moverme durante unas cinco horas. No era una película pero yo estaba emocionado.”
En aquel tiempo, el salario por hora era de 5 dólares. A los pocos días llamaron a Dionicio para pagarle. Hizo cuentas, le tocarían unos 40 o 50 dólares. “¡Me dieron un sobre con 800 dólares! Con aquello pagué como cuatro meses de alquiler. Quería seguir buscando espacio en el cine”.
"Si tienes un sueño, lucha por él"
Dionicio Virvez participó en docudramas hechos por National Geographic en 2005, en los cuales se representaba la vida de tribus norteamericanas. En 2015 fue seleccionado para la serie Westworld, de HBO. “Cuando llegué a ese casting había como 800 aspirantes en fila. Había muchísimos indígenas norteamericano, fornidos, enormes, con facciones muy fílmicas. La verdad no sé por qué me eligieron a mí, pero entré. Fue una experiencia fantástica”, relata.
"Valió la pena esperar 30 años"
Dionicio Virvez es el actual vicepresidente de la Academia Multicultural de Ciencias Cinematográficas, entidad que promueve la inclusión de pueblos originarios norteamericanos en el mundo fílmico. En varias ocasiones ha señalado cierto racismo y estereotipos en la industria. “No les gusta que lo diga, pero sí hay gente racista”, declara.
Paradójicamente, su más reciente participacón en una cita fue en Los Asesinos de la Luna (Killers of the Flower Moon), de Martin Scorsese, en la que actúa Leonardo di Caprio, Robert de Niro y la actriz indígena Lily Gladstone de la cultura Black Feet.
“En Killers trabajé dos papeles. Te aplican maquillaje que te cambia completamente. Fui uno de los “elder”, los ancianos. Y también fue conductor de los autos modelo 1920 que salen allí. Son durísimos los timones”.
“Pasaron 30 años para que yo pudiera trabajar con un director de la talla de Scorsese. 30 años. pero lo logré, valio la pena mantener el sueño”.
Dos papeles en la serie Echo de Marvel
Dionicio tambien forma parte del elenco de la serie Echo, de Marvel. “También hago dos papeles allí. Salgo como un veterano nativo americano y como tengo experiencia como doble trabajando con caballos, pues también salgo cabalgando cuado Maya López llega a su pueblo”, relata.
La esperanza de un nuevo papel siempre está viva. REcientemente Dionicio participó e un cortometraje llamada RAdium 25, que solo se distribuirá en Europa. “Es una aventura de ficción futurista, en donde interpreto a un guerrero. No hay muchos papeles para nosotros los indígenas, pero trabajamos para que haya más espacios relatando historias de la cosmovisión, tradiciones y culturas indígenas”.
Cada año participa en 80 a 100 audiciones en busca del siguiente capítulo de su gran sueño. “La mentalidad es nunca darse por vencidos. Porque en ese momento que ya estás listo para tirar la toalla, alguien está por ti esperándote con la oportunidad. Levántate y échale ganas.