Por André Armas Bran, educador y consejero de bienestar radicado en Guatemala.
Un migrante tarde o temprano experimenta emociones negativas. Esta reacción emocional se da en cada persona que
opta por desplazarse a otro país. A menudo estas reacciones del migrante son desatendidas, a menudo por desconocimiento. A veces también hay miedo, falta de aceptación, desinterés o las reprimen para evitar
sentirlas con el fin de no enfrentarlas.
Un migrante puede
experimentar las siguientes emociones negativas: nostalgia, tristeza, miedo, enojo,
soledad o frustración. Este tipo de emociones pueden llevar a la gente que migra a cuestionarse
si su decisión fue acertada o no, llevándola a experimentar un período de duelo migratorio
que le provocará infelicidad en su nuevo lugar de residencia a pesar de estar en el lugar
donde pensó que sería feliz.
Entonces ¿que debe hacer un migrante para no ser atacado por
emociones negativas? Para ello comparto brevemente cinco herramientas para liberarse de esas
emociones, tener una vida plena y mayor bienestar lejos de la tierra natal.