Rodolfo Arreaga ha tocado la cima pero también el suelo. Por ello define el éxito como "asumir que solo vos sos el responsable de tu vida: nadie te va a venir a salvar y tenés que hacerte dueño de tus decisiones". Esta es es la historia de un Trotamundos súper chapín.
El agrónomo y migrante guatemalteco Rodolfo Arreaga llegó a ser representante para Europa, África, Oceanía y Medio Oriente, de una importante compañía estadounidense de distribución de insumos para la industria avícola. “Desde Hungría me movía a Israel, India, Sudáfrica, Kenia, Turquía. Y en cada país tuve tantos aprendizajes”, cuenta.
Pero no siempre fue así. En 2005 sufrió una grave crisis. Todo iba perfecto. O parecía ir perfecto cuando quebró económicamente. “Me quedé con 100 quetzales en la bolsa”, relata desde El Paso, Texas, donde reside.
"En la adversidad nos descubrimos"
“Me gradué de la Universidad del Valle. Mi papá era un exitoso médico. A mí me gustó siempre la vida del campo, el trabajo agrícola. Había amigos que tenían fincas y disfrutaba mucho ir allí y eso me atrajo a la carrera de agronomía”, cuenta.
“Por eso, las historias de migrantes se basan en necesidades económicas, tragedia, persecución. En mi caso yo venía de una familia de clase media. Traía una rica cultura familiar: la familia de mi papá de Quetzaltenango y la de mi mamá de Jutiapa.Crecí en la fe evangélica y aquellas parábolas del sembrador, de la cosecha, de las semillas que germinan también me atrajeron a la agronomía”.
Rodolfo comenzó trabajando en fincas de caña de azúcar, se casó y hasta ahí todo bien. Pero en 2005 vino una crisis. “Quebré. Mis ingresos no compensaban mis gastos. Descubrí que a veces uno gasta y se desgasta en querer aparentar, ser como otros creen y no es así”, comparte.
Prosigue: “Me dí cuenta que a veces la religión sirve como excusa, pero en realidad nadie te va a venir a salvar de las consecuencias de tus errores. Vos y solo vos tenés que darte cuenta que tenés que hacerte cargo de tu vida. En la adversidad nos descubrimos. Es algo que los guatemaltecos a veces nos damos cuenta hasta que salimos del país”.
Cerdos, trabajos y aprendizajes
Para salir de la crisis trabajó en lo que fuera. “Atendí una panadería, hice pan, trabajé en una cafetería y después entré a la crianza de cerdos. Siempre quise trabajar ganado porcino”. Con el tiempo llegó a ser socio y presidente de Apogua, la Asociación Nacional de Porcicultores de Guatemala durante varios años.
Después surgió la oportunidad de una compañía estadounidense que quería expandirse a Latinoamérica, pero la plaza estaba en Torreón, México. Rodolfo se mudó allá con todo y familia. Le fue bien, pero su división fue adquirida por una empresa china.
“Primero me dijeron que necesitaban alguien que fuera a organizar la oficina allá. Después que ya no. Pero si querés ir por cultura general a China, andá, pero no tenés que presentar ningún informe. Al regresar, presenté un informe que no me habían pedido, con sugerencias de estructura organizacional y eso. Tiempo después, un amigo al que nombraron gerente allá en China me dio las gracias. ¡Por ese informe que hiciste, recomendando tal perfil, me dieron el trabajo a mí, gracias. Y me contrató como consultor. Así viví en China y hasta corrí la Maratón de la Gran Muralla.
Después su compañía lo trasladó a Budapest, para dirigir las ventas en los países de Africa, Oceanía y Medio Oriente.
“Me conocí medio mundo, pero sobre todo, conocí gente fantástica, maravillosa. Yo era el gerente regional, pero siempre me gustaba ir a platicar con todos los clientes, ir a sus plantas, granjas y ver de cerca el uso de los productos. Así descubrí que el mayor activo de toda persona y de todo profesional es conocer a la gente”.
Ningún aprendizaje es gratis
De vuelta en aquel difícil 2005, cuando se quedó con Q100 en la bolsa producto de la crisis recuerda algo clave.
“Podía comprar algo de comida o algún cuaderno para mis hijos (tiene 3 hijos). Pero me encontré con un libro Cómo ser exitoso en los negocios, de Ida Greene. Lo compré. Porque lo más valioso e importante que podes hacer con tu vida, sobre todo en crisis, es aprender, cultivarte, crecer. Porque nadie nos va a venir a salvar. Ni tu pareja, ni el presidente, ni tu religión, sino tu esfuerzo. Hasta la fecha tengo el libro en mi escritorio y por eso lo recomiendo a quien puedo”.
“La mejor inversión que una persona puede hacer es en sí mismo: en cultivarse, aprender, un idioma, una nueva disciplina, una habilidad. Pero nada es gratis”.
Desde El Paso, Texas, añora el sabor, la belleza y el potencial de Guatemala
Después de 20 años de exitosa carrera en la compañía de suministros avícolas, Rodolfo fundó su propia consultora, en El Paso Texas.
Superó un divorcio. No fue fácil, pero lo asumió como un duro aprendizaje. “Tanto viajar tenía que pasar su cuota”, comenta. Se volvió a casar y sigue adelante.
Pero eso sí. hay algo insustituible, que no valoró de joven -según reconoce- pero que hoy es clave: “Los sabores de Guatemala. Yo no como tortillas aquí, ni en Mëxico. Solo en Guatemala porque solo allá tienen ese sabor. Y eso me lleva a algo más importante. Hay tantas cosas valiosas, únicas, que tenemos los guatemaltecos. Lamentablemente a veces se cree que alguien más hará lo que nosotros no hacemos. Y por eso El Salvador o Costa Rica se venden con éxito, aunque tienen mucho menos riquezas que nosotros: mirá Tikal, mirá La Antigua, mirá Atitlán y mirá tantos tesoros más, mirá nuestra gente cordial, amable, hospitalaria, trabajadora, pero aún así la industria turística de Guatemala no despega”.