A través de la descripción de un viaje a la Sierra de las Minas, la arquitecta e impulsora de la conservación ambiental Jeanne Samayoa, invita a valorar un verdadero tesoro nacional de Guatemala.
Por Jeanne Samayoa, directora fundación Crecer Guatemala.
Primero unos datos: el área total de la Reserva Forestal Sierra de las Minas es de 2,420 kilómetros cuadrados. Se encuentra entre los valles del río Polochic y el río Motagua. Si se le mide a lo largo, tiene 130 kilómetros, con un ancho de entre 10 a 30 kilómetros. Sus alturas van desde el nivel del mar hasta los 3 mil metros.
Fue decretada el 2 de octubre de 1990 y esta categoría le ha preservado como el principal tesoro de bosque nuboso protegido en el país.
La Reserva de la Sierra de las Minas abarca erritorio de los siguientes municipios:
Baja Verapaz: Salamá, San Jerónimo y Purulhá
El Progreso: Morazán, San Agustín Acasaguastlán y San Cristóbal Acasaguastlán
Alta Verapaz: La Tinta y Panzós
Zacapa: Usumatlán, Teculután, Río Hondo y Gualán
Izabal: Los Amates y El Estor.
En la Sierra de las Minas nacen 63 ríos, agrupados en 52 subcuencas hidrográficas. Estos ríos son muy utilizados por sistemas de riego agrícola, hidroeléctricas, industrias, agua potable para poblaciones y fincas. La mayor parte de estos ríos se originan en los bosques nubosos de la parte alta de la Reserva.
La Sierra de las Minas está bordeada, tanto al norte como al sur, por dos grandes depresiones que corresponden a las fallas del Motagua y del Polochic. Está formada en su mayoría por rocas paleozóicas, que son las rocas más antiguas de Centro América..
La alta susceptibilidad a la erosión de estos suelos y las pendientes, entre 40 y 70% hacen que éstos se clasifiquen en alta y muy alta tendencia de erosión, por lo que no son recomendables para actividades de pastoreo ni agrícola. Son sólo recomendados para manejo forestal o ambiental, con pocas y pequeñas áreas adecuadas para la producción agrícola.
Estos bosques son majestuosos pero están el peligro por los incendios, por la tala y sobre todo porque aún muchos guatemaltecos no los valoran simplemente porque no los conocen: nunca los han visto y no se valora lo que no se conoce.
Yo estuve aquí hace muchos años. En ese tiempo ví quetzales. Regresar ahorita impacta, porque es igual de hermoso, pero ya no se ven los quetzales con tanta facilidad.
Esto nos muestra la importancia de hablar de conservación de estos bosques nubosos, que producen agua, oxígeno y que son refugio de tantas especies de flora y fauna.
La Sierra de las Minas es clave para la vida del río Motagua, pero también para miles de personas que viven en los municipios a lo largo de los ríos que bajan de las cumbres. La declaratoria de 1990 fue casi como un milagro, pero que sigue ocurriendo y cada vez muestra más su valor como recurso natural de interés nacional.
En la visita que hicimos, apenas nos dio tiempo de hacer uno de los recorridos. Caminamos por un sendero que llega hasta el llamado Árbol Sagrado. Es un árbol inmenso el más alto de todos. Tratamos de abrazarlo pero no alcanzamos a hacerlo porque es enorme.
Hay un área donde es tan empinado que tienes que ir sujetándote del suelo: un ecosistema casi vertical lleno de helechos, gallitos, muscos: las hojas parecen chorrear como cascada. Todo está vivo y se siente el olor del humos. Todo el suelo tiene una alfombra de las mismas hojas que vuelven a dar vida.
Aquí en la Sierra de las Minas todo te asombra y te habla de majestuosidad. Es imposible no sentirse parte de un todo pero a la vez sabemos que los humanos necesitamos cambiar de actitud para saber conservar este tesoro.
Si más guatemaltecos conocieran este bosque nuboso, cambiarían muchas actitudes. Aquí todo tiene vida: las ramitas son quiebrapalitos, la noche está llena de palomillas, los gusanos son deslumbrantes. Y en la noche, solo tenemos el cosmos encima: Es un gran trabajo el que hace Defensores de la Naturaleza en el manejo de conservación.
La Sierra de las Minas es una joya cuya belleza y valor son aún infravalorados. Es vital, literalmente, amar la naturaleza, peor no se puede valorar lo que no se conoce, lo que no te ha sorprendido con su grandeza. En realidad, cuando estás en la sierra de las minas te das cuenta que solo sos un bicho más sobre la Tierra.
Tenemos que conservar esta reserva, porque es la única de su tipo que tenemos y si la perdemos…
Guatemala es un destino ecoturístico de primer nivel
