Mucho ha discutido y escrito sobre el origen y evolución de la comunidad ladina, integrada por un mestizaje de herencias, tradiciones, culturas locales, raíces que incluyen elementos indígenas y occidentales, con un puente común: el idioma castellano como lengua materna.
No se puede entender la historia de América Latina, de Centro América y por ende, de Guatemala sin abordar el concepto de mestizaje que dio origen a la población denominada Ladina: un concepto que se fue configurando en el siglo XIX, pero que para muchos académicos y antropólogos solo se utilizó hasta inicios del siglo XX.
El término Ladino es atribuido por algunos con la palabra «latino», pero a la vez, ladino tiene una definición que alude a un individuo astuto. También se llamó Ladino, en España, a grupos de judíos sefardíes, que hablaban el idioma aunque con cierta pronunciación particular. En todo caso, es la palabra usada para nombrar a la población que constituye actualmente el 58% de habitantes de Guatemala.
Y para no ir tan lejos, el Ministerio de Educación, define a la comunidad ladina así: «Población heterogénea que se expresa en idioma español como idioma materno, que posee determinadas características culturales de arraigo hispano matizadas con elementos culturales indígenas y viste a la usanza comúnmente llamada occidental».
Meztizaje de pueblos que generó uno nuevo
Desde una perspectiva más regional: “Ladinos son, en momentos diferentes, los mestizos, los mulatos, los zambos, pero también los negros o indios “europeizados” y los españoles pobres”, cita Ronald Soto Quirós, antropólogo costarricense radicado en Francia. Y se cita esta opinión para mostrar que se trata de una configuración que rebasa a Guatemala, pero que en la Tierra del Quetzal adquirió sus propios símbolos y elementos distintivos, que pueden coincidir con el concepto de «chapín», aunque este a su vez tiene otros alcances.
A un nivel regional, «El ladino representa de una u otra forma un intermediario, un punto de convergencia, un cruce (de caminos, de etnias, de funciones, de culturas…”, agrega Soto Quirós. Ladino no es sinónimo de mestizo, ya el término «Mestizo» viene del latín tardío mixticius: mezclado, que inicialmente aluda a la combinación genética.
La configuración de la identidad Ladina va mucho más allá pues se combinan culturas, identidades, memorias, tradiciones, formas de ser: una fusión cultural, social e histórica en un proceso que sigue en evolución.
Este punto del racismo tuvo incidencia en la época colonial, cuando se crearon «castas», es decir, categorías para definir a las personas según la pertenencia de sus padres a un grupo. Hoy se puede considerar algo absurdo, innecesario y segracionista, sobre todo porque crea tipologías de personas desde una base «racial», no cultural.
Identidad ladina se configura con más fuerza en el siglo XIX
Desde tiempos coloniales, las personas de origen mestizo tenían prohibido, por ejemplo, vivir en pueblos indígenas mayas, pero muchos no hacían caso a esta ordenanza pues a menudo tenían relaciones de parentesco con integrantes de dichas comunidades.
Desde la destrucción de Antigua Guatemala y el traslado de la capital a la Nueva Guatemala de la Asunción, gremios artesanales constituidos en buena medida por mestizos, se fortalecieron y adquirieron mayor protagonismo y fuerza económica. No obstante ya existían algunas escuelas para niños indígenas y mestizos.
Con el movimiento de Independencia, gestado por la clase criolla (españoles peninsulares e hijos de españoles nacidos en Guatemala) se abrio paso a otras libertades de acción y participación. Al principio eran más bien limitadas. Pero por ejemplo, el presidente Mariano Gálvez, huérfano abandonado en una iglesia y adoptado por un religioso, tenía una raigambre ladina. No peninsular ni criolla.
Una evolución de cerca de 300 años
Posteriormente, hacia 1835 surge el caudillo conservador Rafael Carrera, también era ladino: nacido en el barrio Candelaria de la capital, pero casado con la hija de un finquero de Mataquescuintla, en donde habitaban también los pueblos poq’omam y xinca. La rebelión de «la Montaña» es considerada un primer gran movimiento que borra fronteras e integra identidades.
Elementos como la religiosidad popular católica, las pugnas entre liberales y conservadores, los festejos patronales, el influjo de ideas de la Ilustración francésa y el positivismo inglés y los propios procesos de Educación, que utilizaban el español como lengua franca y prácticamente obligatoria, en detrimento de idiomas indígenas, fueron configurando una comunidad que, viéndolo desde la óptica positiva, integra, adopta y luce elementos culturales de los grupos que se integran.
La llegada de europeos, pero también de afrodescendientes y de migrantes de otras regiones, incluyendo Asia o Sudamérica, continuó agregando elementos a la etnia Ladina, que comenzó a mostrar su fuerza, por ejemplo, en movimientos como la marcha contra la dictadura de Manuel Estrada Cabrera en 1920, o la Revolución de 1944, en la que participaron estudiantes, militares y ciudadanos capitalinos.
¿Qué elementos integran la cultura ladina?
En estos tiempos de globalización e interconexión de comunicaciones es más rápido y por ende más fácil comprender las influencias culturales, sobre todo desde el ámbito estadounidense, adoptadas junto con ciertas simbologías, tradiciones y elementos de los pueblos mayas guatemaltecos.
Las comidas guatemaltecas fusionan elementos prehispánicos y modernos, en una evolución y en versiones que a menudo son de familia o de pueblo: pepián, jocón, caldos, tamales, dulces artesanales.
Las festividades religiosas: temporadas como la Semana Santa o las conmemoraciones patronales conllevan la organización de ferias, bailes (con música de marimba pero también extranjera de diversos ritmos y orígenes), elecciones de reinas de belleza (bajo diversos cánones), formas de expresión oral (guatemaltequismos, a veces devenidos de términos o sonidos indígenas).
Integración, unión y diversidad cultural migrante
Para finalizar, el fenómeno de la migración de guatemaltecos hacia Estados Unidos, en busca de oportunidades laborales y económicas, así como por causas de violencia o acoso político, ha configurado una Guatemala multicultural en Estados de la Unión americana. Sí se distinguen identidades de los pueblos mayas, garífuna, xinca y ladino, según datos consulares.
Sin embargo, más importante y significativo aún es que en territorio estadounidense todos somos guatemaltecos: sin importar si es de San Juan Ostuncalco o de Jutiapa, si es K’iche’, Q’anjob’al o Poq’omchi, Garífuna o Ladino. Ese testimonio de unión, hermandad e identidad basada en la pertenencia a una Nación de sol y de montaña, de terremotos y atardeceres hermosos, con tesoros naturales e históricos compartidos es lo que debe seguir inspirando la cohesión, el avance y la solidaridad.