En sus añoranzas de la infancia Pablo Leonel Díaz Pineda extraña el parque central de Canalitos, zona 25 de la capital, que lo vio crecer y que dejó hace 22 años a causa de la violencia.
A sus 56 años. Leonel Díaz es un guatemalteco que no olvida sus raíces y como muestra de ello ha dedicado su vida, desde que radica en Illinois Chicago, EE. UU., a ayudar a otros hermanos guatemaltecos que como él llegan buscando una oportunidad laboral que mejore sus vidas y la de sus familias en Guatemala. Por eso un decidido voluntario de la campaña en favor de un TPS para Guatemaltecos, así como un empresario con sentido social en la Ciudad de los Vientos.
Al hablar de Guatemala se recuerda de esos platillos que tanto le gustan como las hilachas, la carne guisada, el pepián y como postre, un delicioso mole.
Pablo se vio forzado a dejar el país a consecuencia de las extorsiones. Hace 22 años él decidió viajar a Estados Unidos para conocer ese país, pero lamentablemente los proyectos que había construido con su familia en Canalitos, zona 17 ahora zona 24, se vieron frustrados por las amenazas de muerte de delincuentes.
Espíritu de servicio a toda prueba
Viviendo en Canalitos él manejaba un picop que se convirtió en ambulancia comunitaria, el carro era de su padre, pero debido a la delincuencia en el lugar, se lo robaron. “Me dolió tanto, porque me robaron el picop. Dije, me iré un tiempecito para ahorrar y comprar otro carro. Pero Dios tenía otros planes”, comparte y eso lo motivó a quedarse en Estados Unidos.
Recuerda que junto a su hermana emprendieron un proyecto para alfabetizar a mayores adultos durante 10 años a través del sistema IGER, luego su hermana y unas amigas abrieron un colegio para ayudar a la niñez local, pero debieron cerrar ante la alarmante situación que se tornaba violenta. “Mi familia tuvo que abandonar Canalitos”, refiere Pablo.
Anhelo migratorio
Pablo se enfocó en trabajar arduamente en Chicago, EE. UU. Comenzó laborando en en tareas de construcción, lavando carros y también en la cocina. No ha sido fácil, pero desde entonces Pablo ha tenido claro que ayudar a otros es lo mejor que puede hacer para contribuir, a pesar de las circunstancias.
Radicado en Chicago decidió trabajar como voluntario durante seis años en el Centro Romeo donde apoyó a programas de educación para migrantes que no sabían inglés.
“Voy a amar Guatemala por siempre, pero veo cómo disfrutar en lugar donde estoy. Si aquí me toca, aquí voy a florecer para echarle todas las ganas del mundo”, expresa.
Más que un restaurante
A su vida llegó el caso de un guatemalteco quien falleció y la familia debía repatriar el cuerpo. El consulado de Guatemala ofrece un apoyo de US$1000, pero a veces los casos son más complejos y no alcanzan esos recursos, refiere Pablo.
Pablo asistió a una actividad de apoyo convocada por la comunidad guatemalteca. Se reunieron en un restaurante para recaudar fondos. Fue entonces cuando nació el deseo de tener un lugar propio para servicio de la comunidad guatemalteca.
Latin Patio, abierto a todos
Pablo decidió un día, en el 2011 para ser exactos, que debía invertir en comprar un restaurante que estaba a la venta en la calle 3515 North Central Avenue 60634 en Illinois, Chicago. Junto a dos exsocios un amigo guatemalteco y un hondureño, lo adquirió. Decidió arriesgarse e invertir por el bien de la comunidad.
“Cuando los guatemaltecos vienen aquí (EE. UU.) vienen todos desorientados. No tienen dónde conseguir un empleo o vivienda, quién les puede ayudar en cuestión migratoria. Era mi ilusión tener un lugar donde podamos hacerlo”, añade.
Sostener el restaurante no ha sido una tarea fácil, algunas veces pensó en cerrarlo, pero justamente recordó que le habían regalado un libro de donde extrajo la frase “Florece donde estés” y ello lo motivó a continuar con el restaurante Latin Patio, donde al pasar el tiempo se ha convertido hoy en un centro de reunión comunitario guatemalteco, donde el objetivo que los mueve a unirse como comunidad es ayudar a otros en causas que parecen imposibles pero ellos han ayudado ya a muchos guatemaltecos que llegan a conseguir trabajo, viviendo y recurso económico.
Cada caso recibe apoyo
Pablo recuerda también en caso de una niña que necesitaba un trasplante de hígado, solo tenía tres meses de vida. Él junto a la comunidad guatemalteca se reunieron en su restaurante para buscar recaudar fondos. Lo lograron. Cinco niños más con casos similares han recibido ayuda económica de esa comunidad, en la que Pablo es la voz que los une y sensibiliza sobre la importancia de ayudar a otros.
Así es como poco a poco el restaurante Latin Patio no solamente es un lugar en el que puedes disfrutar de platillos típicos guatemaltecos, programar alguna actividad sino también es un lugar que da esperanza a aquellos guatemaltecos que ante el temor y la añoranza de estar lejos de Guatemala, encuentran en Pablo y el restaurante una gota inalcanzable de apoyo para construir un mejor futuro en Estados Unidos y poder ayudar a sus familias.
Retos migratorios del guatemalteco en Chicago
Una barrera que ha podido observar Pablo para el guatemalteco que llega a Chicago es el idioma, refiere que hay muchos originarios de Salcajá, Quetzaltenango, que no hablan siquiera el español. Muchos han enfrentado situaciones de deportación, pero él junto a una amiga abogada buscan la forma de ayudarlos y de buscar un traductor.
Ejemplo de la ardua labor que Pablo y otros integrantes altruistas hacen es la de una madre guatemalteca que estaba a punto de ser deportada con sus hijos, actualmente logró quedarse y trabajar en Estados Unidos.
Para cuando ocurrió la tragedia del Volcán de Fuego, la comunidad guatemalteca en Chicago logró recaudar US$33 mil. Con ello hicieron tres casas y también enviaron tres furgones de ayuda a los afectados, refiere Pablo.
“Queremos dejar jóvenes, hay que prepara a la juventud. El regalo más grande que da la vida es dejar un legado. El éxito radica en ponerte al servicio de los demás. La riqueza más grande es la satisfacción de ayudar a otros”, dice Pablo sentado en un área del restaurante Latin Patio mientras platicaba con Soy Migrante a la esperaba que algunas personas se acercaran al lugar para comprar algunos artículos, que justo servirán de colecta para apoyar a bomberos independientes en Canalitos.
Pablo y organizaciones de guatemaltecas en Chicago también trabajan Ad Honorem para solicitar el TPS, una iniciativa que ha surgido de otras voces guatemaltecas desde el Movimiento Guatemalteco TPS en Los Ángeles, y por la que están convencidos de que muchos guatemaltecos tendrán la oportunidad de ser beneficiados en el futuro.