A pesar de las indiscriminadas políticas antimigratorias desatadas en Estados Unidos, los guatemaltecos siguen luchando por aportar, trabajar y enviar ayuda a sus familias. ¿En qué radica esta fortaleza? 5 connacionales se expresan con motivo del Día del Migrante 18 dic.
Cada 18 de diciembre, el Día Mundial del Migrante invita a mirar más allá de las cifras y a reconocer las historias humanas que sostienen la migración. En Estados Unidos, la comunidad guatemalteca e hispana enfrenta un contexto adverso: políticas restrictivas, temor constante a la deportación, precariedad laboral y separación familiar. Sin embargo, lejos de quebrarse, el migrante guatemalteco sigue avanzando.
Su fortaleza no es abstracta: es resiliencia cotidiana, es amor a la familia que quedó atrás, es un profundo espíritu de sobrevivencia. Aun bajo presión, sigue trabajando, aportando a la economía estadounidense y sosteniendo a Guatemala a través de las remesas. Estas son cinco voces que, desde distintos estados de EE. UU., explican en primera persona dónde reside esa fuerza.

“Nuestra fortaleza es Guatemala: Hugo Lazo, emprendedor en Las Vegas, Nevada
“La valentía y el amor son la gran fortaleza del del migrante guatemalteco en Estados Unidos: su aporte laboral es fundamental tanto en la economía formal como en la informal. Todos pagamos renta, recibos de luz y agua, compramos en supermercados y contribuimos al movimiento económico diario. Aun con el miedo constante a ser deportados, salimos a buscarnos la vida para decirle a este gobierno: nosotros aportamos”, expresa Hugo Lazo, emprendedor y promotor artístico en Las Vegas.
Nuestra fortaleza se llama Guatemala. Salimos en busca de un futuro mejor, uno que no pudimos encontrar debido a los malos gobiernos. Pero allá en la patria está la mamá, la esposa, los hijos, los abuelos y ese amor para seguir ayudándolos es nuestra fuerza para enfrentar adversidades.
“Realizamos un trabajo bien hecho”: Kiara Venegas, líder migrante en Dallas, Texas
“A pesar de las políticas migratorias, los migrantes aportan un valor inmenso a Estados Unidos a través de la gran fortaleza guatemalteca: el trabajo dedicado. Impulsan la economía con miles de millones de dólares en impuestos, además de las remesas que envían a sus países de origen, con trabajo y esfuerzo”.
“Por ese afán de trabajo no se le hace el feo a ningún empleo, ocupa trabajos esenciales, fomentan la innovación y el emprendimiento. Por eso su aporte es clave para la competitividad y la sostenibilidad de Guatemala”.
“Los guatemaltecos desarrollamos resiliencia”: Valia Zipfel, coach en Los Ángeles, California
“La fortaleza del migrante guatemalteco radica en su capacidad de reinventarse sin perder su esencia. Es una fortaleza emocional, mental y espiritual. Nace del arraigo a sus valores, de la fe que lo sostiene en los momentos de soledad y del compromiso interno de no rendirse” expresa la escritora, conferencista y coach Valia Zipfel.
“Desde la psicología positiva, el migrante desarrolla resiliencia, esperanza activa y una mentalidad de aprendizaje constante. Aprende nuevos lenguajes, culturas y sistemas mientras sostiene su identidad. Esa capacidad de adaptarse, crecer y servir es una de las mayores expresiones de fortaleza humana”.
“Nos adaptamos y aprendemos”: Carlos Horacio Díaz, líder migrante en New Jersey
“El migrante guatemalteco tiene la gran fortaleza de no pensar sólo en sí mismo sino en su familia. Por eso en lugar de disminuir, las remesas siguen aumentando. Porque los migrantes no buscan acumular reservas para sí mismos, sino mantener sus recursos y su inversión emocional en Guatemala”, expresa Carlos Horacio Díaz, líder migrante en New Jersey.
“El migrante tiene la fortaleza de adaptarse y aprender con rapidez: por eso es necesario que se capacite en Estados Unidos, pero que tenga la oportunidad de regresar a Guatemala y aplicar lo aprendido aquí, incluyendo el idioma inglés”.
“Somos aves que nos volvieron a crecer las alas” Wilmar Mejía, profesor escolar en Texas
“La capacidad productiva que tenemos como migrantes es enorme. Las limitaciones en nuestro país de origen no se deben a la falta de capacidades personales, sino a un sistema que no ofrece oportunidades. Personas que apenas ganan un sueldo mínimo en Guatemala, aquí en Estados Unidos pueden trabajar y enviar recursos para sostener a sus familias”, dice el profesor Wilmar Mejía, radicado en Dallas, Texas.
“Pero el migrante es más que una cifra. Las remesas no representan el verdadero valor del migrante: debajo de las remesas está la vergüenza de un país que obliga a miles de sus hijos a salir en busca de oportunidades. Nuestra fortaleza es la resiliencia: la capacidad de estar lejos, de sentirnos desadaptados al inicio y luego aprender nueva forma de vivir, de hablar, de crear y de trabajar”
“Los migrantes somos aves a las que nos cortaron las alas y nos lanzaron al vacío. Pero con esfuerzo, nos volvieron a crecer: es una fortaleza nacida de la desesperación por salir adelante, porque sabemos que de nosotros depende el bienestar de nuestras familias”.













