La Basílica de Esquipulas es un tesoro colonial, en el corazón del oriente guatemalteco, marcado por la fe.
En el corazón del oriente de Guatemala, en la ciudad de Esquipulas, Chiquimula, se levanta uno de los templos más emblemáticos y visitados de Centroamérica: la Basílica del Cristo Negro, un ícono de fe, arte colonial y tradición que atrae a miles de peregrinos cada año.
Un templo con siglos de historia
La historia de este santuario se remonta al siglo XVI, cuando en 1594 el escultor Quirio Cataño talló la imagen del Cristo Negro de Esquipulas, por encargo de devotos locales.
La devoción creció rápidamente, y el templo original pronto resultó pequeño. Fue entonces que en 1759 se inauguró la actual Basílica, diseñada por el arquitecto guatemalteco Felipe José de Porres, convirtiéndose en una de las joyas arquitectónicas coloniales más importantes de América.

El Cristo Negro y sus mitos
La figura central, el Cristo Negro, está envuelta en mitos y leyendas. Muchos fieles aseguran que sus milagros abarcan desde sanaciones hasta la protección de viajeros y migrantes.
El color oscuro de la imagen, producto de la madera y el paso de los siglos, ha dado lugar a creencias populares que refuerzan el misticismo de la devoción. Para algunos, su mirada parece cambiar dependiendo del ángulo, un detalle que aviva aún más la fe de los visitantes.

Restauraciones y preservación
A lo largo de los años, la Basílica ha recibido múltiples restauraciones para conservar su esplendor. Una de las más significativas fue la intervención en los años sesenta, cuando se reforzó su estructura para soportar los movimientos sísmicos de la región.
También se han hecho trabajos en la imagen del Cristo Negro, siempre con extremo cuidado para no alterar su esencia. Actualmente, el templo es protegido como patrimonio cultural y religioso de Guatemala.
Un destino de multitudes
Cada año, especialmente en enero durante la fiesta patronal del Cristo Negro (15 de enero), más de un millón de peregrinos visitan la Basílica, provenientes no solo de Guatemala, sino también de El Salvador, Honduras, México y Estados Unidos.
Muchos llegan caminando largas distancias, cumpliendo promesas o buscando un milagro. La fe popular convierte a Esquipulas en uno de los centros de peregrinación más grandes de América Latina.

Su principal atractivo
El gran atractivo de la Basílica es, sin duda, el Cristo Negro, venerado en un altar especial que está enmarcado por la majestuosidad del templo barroco. Sin embargo, la experiencia va más allá: el ambiente de devoción, los cantos, el incienso, los rezos y las procesiones crean una atmósfera única que mezcla la tradición católica con la identidad cultural de los pueblos centroamericanos.
Tesoro del oriente
La Basílica de Esquipulas no es solo un templo, es un símbolo de unidad y fe que ha sobrevivido al paso de los siglos, manteniendo viva una de las devociones más grandes del continente. Para los guatemaltecos y miles de peregrinos, visitar este santuario es más que un viaje religioso: es un encuentro con la historia, la tradición y la esperanza.
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