En el año 2013 Isabel López decidió migrar a Estados Unidos a reencontrarse con el amor de su vida, también para buscar una estabilidad laboral, sin embargo, el camino desde su llegada no fue fácil. 

Isabel se enfrento a varios retos como el idioma y la discriminación, con un nudo en la garganta recuerda los malos tratos que recibió y la forma inhumana de los dueños de la vivienda donde residían durante la pandemia.

“Primero me dedique a la costura, eran muy exigentes, varias prendas me las tiraban en la cara y comunicarse era difícil” situación que la motivó a dejar dicho trabajo, luego su esposo contacto un espacio en una fábrica de ropa donde él trabajó, ella se quedó en el departamento de empaque y envió.

Todo transcurría con calma, ella trabajó por más de siete años, pero se avecino un gran problema que afectaría su estabilidad económica y psicológica. La pandemia por el coronavirus fue el detonante de varias familias incluyendo la de Isabel. “Desde la pandemia la dueña recortó personal y sin previo aviso me despidió”.

A pesar de los esfuerzos para atender con fluidez a los clientes y los años de trabajo la dueña de dicho negocio no le dio opción a Isabel y ni al resto del personal. Una etapa de sufrimiento para Isabel ya que ella y su esposo vivían del día a día, durante esta etapa los esposo residían en la casa de la dueña de la empresa.

Ante la necesidad Isabel optó por buscar nuevas oportunidades laborales sin embargo vivió mucho tiempo con incertidumbre y como todo guatemalteco pensó en emprender un negocio tal como lo hacía en Guatemala “En plática con mi mamá, me aconsejó vender granizadas, así como en mi país” pero requería de una inversión que logró con préstamos y ayuda de su familia en Guatemala.

Tras la búsqueda de un ingreso, Isabel emprendió su negocio, la máquina para hacer granizadas fue enviada desde Guatemala hacia Estados Unidos, luego la demanda fue alta y él trabajo de su esposo era incierto ya que habían semanas de trabajo y otras no, Isabel le propuso a su esposo dedicarse al negocio de las granizadas en su totalidad.

Al tomar la decisión Julián Juárez esposo de Isabel decidió renunciar con seis meses de anticipación a su actual trabajo sin embargo fue una noticia desagradable para la dueña de la empresa que decidió despedirlo en el momento y notificarle que ya no podían vivir más en su residencia. “Mi esposo trabajó 16 años con ella, al renunciar la dueña nos dio quince días para desalojar su casa”.

Cuando parecía que habían encontrado el camino, ambos se derrumbaron y la presión por encontrar un lugar para vivir se dificulta por el alto costo y cercanía de su negocio, “La señora nos amenazaba con llamar a la policía, nos trató muy mal y no pagaba lo mismo a todos sus empleados” Julián sufrió un accidente laboral y fue forzado a trabajar en esas condiciones ante la necesidad no pudo hacer nada.

La crisis y la tensión aumentó, ambos decidieron dejar todo y empezar de nuevo, con la ayuda de una amiga encontraron una vivienda que se ubica a 40 minutos de su negocio, a pesar del alto costo y las diversas dificultades se enfrentaron a todo y se unieron como familia.