"Maltiox, París" expresó el diseñador de modas guatemalteco Antonio Chávez, al finalizar la Semana de la Moda de París, uno de los eventos internacionales en los que sus creaciones brillaron este 2025. Y esta es su historia.
“Mas que pasarelas, para mí son convites”, dice Antonio Chávez, diseñador de modas guatemalteco, nacido en San Francisco El Alto, Totonicapán y cuyas creaciones han desfilado en Londres, París, New York, Los Angeles, Roma y más países. Este 2025 él trazó la conexión para que el taller textil D’La Rossa estuviera en dos pasarelas internacionales. “Y vienen más, posiblemente Dubai y Milán para otro taller textil”, relata en entrevista desde Toronto, Canadá, donde reside.
Para él, la indumentaria maya no es folclor ni pieza exótica: es arte vivo, tejidos en movimiento. “Yo no presumo mis diseños sino mi cultura”, expresa y prueba de ello es que desde sus primeros desfiles disfruta al incluir máscaras de danzas tradicionales que transforma una y otra vez. ¿Y qué personaje te gusta más?, le pregunto. “¡Tecún Umán, nuestro gran héroe!”, responde sin dudar. Y este es un desfile de momentos de la vida de Antonio Chávez.
En San Francisco El Alto nació un gran talento
Antes del brillo y glamur de Chavez Fashion en las pasarelas hubo mucho trabajo, dificultades, anonimato, un largo recorrido. “Es un viaje en tren que aún no termina”, afirma, recordando el recorrido que hizo en la década 1980, cruzando México, subido al tren carguero conocido como La Bestia. “El tren se volvió mi hogar. Me bajaba en un pueblo, trabajaba unos meses, me volvía a subir y seguía adelante. Así llegué a la frontera”.
Antes de las pasarelas hubo migración, anonimato y miedo. “Llegué a Los Angeles sin documentos. Trabajé en lo que pude: limpieza, construcción, hoteles. Yo ya traía el don de diseñar. Y me tocó trabajar en una boutique de alta moda, limpiando pisos. Miraba aquellos vestidos carísimos y me decía: algún día yo diseñaré mis propias colecciones”.
La raíz de su mirada estética, llena de color y magia nació en su pueblo (un núcleo de intensa confección textil en el Occidente de Guatemala). Aunque en su infancia solo le compraban un pantalón al año.
“En aquel tiempo había que remendar los pantalones y cuando se me rompía, lo cosía con hilos de colores. Les ponía parches. Los hacía diferentes. Cuando mi mamá miraba lo que había hecho, solo sonreía, me decía que era creativo”.
De la bestia a una boutique exclusiva
“Siempre recuerdo a mi mamá linda, bella, hermosa, luciendo sus mejores galas de textiles mayas el 1 de enero en San Francisco El Alto”, dice Antonio con brillo en la mirada al hablar de su pueblo natal. “Como indígena, uno hereda esa combinación de colores, ese deseo de crear. Es herencia cultural”.
Así fue creciendo Antonio hasta que en busca de oportunidades, tuvo que salir de Guatemala. “Salí de Huehuetenango en bus, llegué a Chiapas y allí me monté en La Bestia, que fue mi casa por casi tres años. Fui haciendo escalas, conociendo, trabajando”.
Pues en aquella boutique de moda de L.A., un día le dijeron: tira esto a la basura. Era un vestido roto. Muy fino, carísimo, pero estaba dañado. “Pedí si podía llevármelo. Le hice modificaciones y a las semanas, se lo mostré al dueño. Se sorprendió. ¿Vos lo hiciste?’. Sí, yo lo hice”, recuerda. “¿Y puedes hacer otros diseños?”, sí. (Pero aquello no fue el inicio de su carrera como diseñador, ya veremos por qué).
"Otra persona recibía los aplausos"
“Por mi condición de indocumentado, el dueño de la tienda me dijo: no puedes presentar nada de esto bajo tu nombre. Te voy a apoyar presentándolo. Pero no puedes reclamar que eres el autor. Se hizo un desfile y fue un éxito. Veía mis diseños desfilar, el público se asombraba, y yo estaba detrás de las cortinas, no podía firmar mis creaciones. Otra persona salía a recibir los aplausos”. Antonio Chávez cuenta esto sin ningún sentimiento negativo. “Ahora entiendo que fue parte del proceso”, declara.
Antonio continuó su viaje. Subió a San Francisco, luego a Sacramento, California. Siguió su ruta con escalaas por otros Estados de USA. Su meta era Toronto, Canadá. Ya que no podía trabajar de diseñador, Antonio Chávez combinaba trabajos y usualmente le tocaba ser manager, dirigir personal. “Y fui descubriendo cómo elegir los mejores perfiles, hacer equipos”. Así es como laboró en asesoría de recursos humanos, por varios años. “El talento siempre vale más que el currículum”, dice. “Y amar lo que haces”.
En la dificultad no hay más opción que la creatividad
En 2016, se quedó sin trabajo. Y lo cuenta al preguntarle ¿En qué momento llegan las pasarelas bajo el nombre Antonio Chávez? “Fue por un fracaso”, expresa con franqueza. “Pero en los momentos difíciles en la vida es cuando no tenés otra opción más que explotar tus capacidades. No es que la oportunidad se presente, sino presión y la necesidad te obligan a buscar esas oportunidades. Y la mía llegó con un fracaso económicos”.
Hasta entonces tenía cuadernos llenos de bocetos, de vestidos, trajes, pantalones. Pero no los mostraba casi a nadie. “Un amigo que también trabajaba en Recursos Humanos me sugirió lanzarme a lo que yo más quería. ¡Haz realidad tus creaciones!, me dijo”.
“Siempre consideré que mis creaciones no eran muy convencionales y pensé que no iban a gustar. Yo diseño para expresarme, para entretenerme”. Pero el amigo le propuso que hiciera un vestido y lo iba a mostrar a una persona que trabajaba en moda.
Chavez Design empieza a brillar en Miss Universo Canadá 2016
Como a las tres semanas me llamaron. Una persona me dijo: Oiga, Antonio, he visto su vestido. ¿Puede crear más?”. No podía creerlo. Aquella primera serie fue para Miss Universo Canadá 2016 y quien le habló era el director del concurso. Después le hablaron de Miss Universo Filipinas. Y Antonio empezó a crear, a crear trajes con máscaras y hasta él mismo usa una a veces al finalizar.
“El miedo no se va. Incluso ahora, antes de una pasarela en Europa o en Asia, sigo teniendo miedo. La diferencia es que aprendí a hacer las cosas con miedo. Antes tenía miedo y no las hacía; ahora las hago”.
La inspiración de sus pasarelas son los convites, las máscaras, la teatralidad popular de San Francisco El Alto. “No hago solo desfiles de moda. Hago obras en la pasarela”.
En agosto de 2025, efectuó un desfile en Azaria Cayalá, Guatemala. Invitó a Textiles D’La Rossa a acompañarlo. Una organización artística estadounidense los vio y lo captó. “Esto no es moda, esto es arte”, dijeron. Así se logró presentar indumentaria maya en Nueva York y luego a París. Antonio lo resume sin grandilocuencia: “Yo no hice nada extraordinario. El potencial ya estaba ahí. D’La Rossa reinventó los trajes mayas. Solo había que mostrarlo”.
“Vienen más invitaciones: a Milán, Roma, Dubái, Sri Lanka y ya estamos buscando un taller textil para llevarlo”, cuenta Antonio, a quien a veces lo que le falta es tiempo para acudir a todas las invitaciones. Pero su ideal sigue desfilando: “Quiero ver nuestros textiles mayas en mercados importantes, valorados como lo que son”. Porque para Antonio Chávez, el talento individualista no es completo: porque el éxito también es un convite.
Maltiox, Antonio!
Talento ancestral guatemalteco
