Me sorprendí al ver lo difícil que es para muchas comunidades del occidente de Guatemala poder acceder a cuidado médico. Llegamos a puestos de salud donde, sí, ahí están las instalaciones, pero no hay suficientes recursos para atender a la gente.
Por Limayre Gramajo
Una misión de médicos voluntarios del Centro Médico de la Universidad de Oklahoma efectuó jornadas de salud en aldeas de Quetzaltenango y Totonicapán, entre el 8 y el 19 de febrero. La médica Limayre Gramajo, egresada de dicho centro e hija de migrantes guatemaltecos, participó en esa actividad. Este es el testimonio de su experiencia.
Nos sorprendió la enorme necesidad
Nos sorprendimos al ver todos los días que ya había fila de personas esperando. Erala primera vez en un año o dos años que estas comunidades tenían a alguien que podía atender sus necesidades de salud. Vimos bastante era gente con dolores tipo artritis, también mucho reflujo, gastritis.
Yo tuve el privilegio de poder efectuar exámenes de papanicolau a muchas mujeres en las diferentes comunidades. Lamentablemente también tuvimos que tener esas conversaciones difíciles con algunos pacientes a quienes tuvimos que recomendar que fueran a un hospital general, porque era era necesario hacerles estudios adicionales, para los cuales no teníamos el equipo. Teníamos la preocupación de una patología maligna o cancerosa que debía ser confirmada. También vimos mucho caso de alergia e infección respiratoria.
En una aldea nos encontramos con un caso de varicela, que no estaba detectado ni controlado. Había por lo menos una docena de pacientes que tenían varicela. Para nosotros y para mí personalmente fue muy impactante, porque porque la varicela es algo que ya no comúnmente vemos en Estados Unidos, debido a que se administra la vacunación. Pero ver aquí esos brotes, ver a la gente con mucha comezón y sin ningun tratamiendo, nos sorprendió. Era algo que solamente había leído en libros médicos pero no había visto casos hasta entonces.
Recibimos más de lo que dimos
Yo aprendí mucho, sobre todo porque también tengo que caminar mi día a día siendo mucho más agradecida. Al conversar entre nosotros los compañeros de la misión, compartíamos lo sorprendidos de ver la falta de acceso a ayuda médica. Algunas personas les llevaba horas llegar desde sus comunidades. Hablé con una paciente que caminaba cuatro horas para llegar a Xela.
El equipo en su totalidad pudo atender a más de 650 pacientes. Se registraron mucho más, diría que llegaron más de 800 personas pero por razón de espera algunos pacientes se fueron. No pudieron esperar porque tenían que irse a recoger a sus hijos o trabajar, lo cual lamentamos. Nosotros nos movíamos lo más rápido que pudimos pero le dabamos a cada caso su tiempo. Hubo un día que vimos a 116 pacientes, fue el día en que más personas recicimos.
Al conversar con familiares y amigos ya de regreso en Oklahoma, les digo que tuvimos una campaña de impacto positivo. Dimos lo más que pudimos y todo mundo se fue creo agradecido de poder ser parte de algo mayor, porque con el cariño de la gente y toda esa vivencia recibimos más de lo que dimos.
Un gran objetivo a largo plazo
Esta campaña me motiva a seguir esta trayectoria aquí en Estados Unidos pues el porcentaje de doctores de descendencia hispana es menos del 8% y guatemaltecos, menos aún. Entonces también hay necesidad de atención médica bilingüe.
Pero algo que yo siempre he soñado es poder regresar a nuestro país natal y poder compartir un poco de mi conocimiento, de mis recursos, para crear un sistema en el cual comunidades que no tienen mucho acceso a ayuda médica puedan obtenerla.
Sería un sueño establecer más clínicas para que no sea una campaña médica que llega una o dos veces al año, sino una atención permanente. Entonces esta misión lo he ha hecho ees encender más ese objetivo de lograr esto, no sé, en 10 o 15 años y es ahora mi meta de largo plazo.
Apoyo de más personas ayudó a la misión
Esta misión de servicio también fue posible gracias a todas las personas que me ayudaron financieramiente y también con donaciones. Hay migrantes guatemaltecos, vecinos de Oklahoma. Estoy haciendo una carta de informe para todas esas personas que me ayudaron y se las enviaré para que se den cuenta de todo lo que nosotros pudimos hacer en estas dos semanas con su ayuda. Esto les debería dar alegría al ver el impacto positivo de su donación, porque ellos formaron parte del esfuerzo.
También fue posible por el apoyo de la familia. Yo tengo dos hijos aquí en Estados Unidos y mis padres, mi hermana y mi pareja me ayudaron cuidándolos mientras yo estaba en Guatemala. Los niños están muy felices que yo haya regresado y el más pequeño se alegra cuando le cuento que atendimos a niños guatemaltecos.
Jairo y Sara: historia de amor, trabajo y talento migrante que vuelve a su Xela natal
La guatemalteca Limayre Gramajo participará en misión de médicos estadounidenses...
Limayre Gramajo, de familia migrante, participa con misión médica de EE.UU. en
Mejorar la salud a la comunidad migrante hispana es una...