Esly García recuerda cuando junto a su mamá y hermanos picaban todos los ingredientes del fiambre guatemalteco alrededor de la mesa: hoy revive esa fiesta de unión en Connecticut.
Cuando Esly García llegó a Estados Unidos hace más de dos décadas, nunca imaginó que una receta familiar se convertiría en un símbolo de unión para decenas de guatemaltecos en Connecticut, así como lo ha sido para su familia. La generosidad guatemalteca y el amor a la identidad multicultural forman parte de los valores familiares que Esly pone en práctica.
Su “fiambre rojo”, preparado con la receta y consejos de su mamá, doña Juanita Monterroso, se ha convertido en tradición en la comunidad migrante en dicho Estado. “Me ha sorprendido la capacidad del fiambre de ser un símbolo de unión, porque trae mucha nostalgia y memorias para la gente guatemalteca”, cuenta Esly.
Súper tradición guatemalteca de noviembre
El fiambre es platillo tradicional guatemalteco del 1 y 2 de noviembre, pero en su caso había una particularidad: “Hace unos 15, 18 años no se veía mucha gente que preparara fiambre. Yo empecé a prepararlo en casa, pero lo hacía para el Día de Acción de Gracias (en la tercera semana de noviembre), cuando nos reuníamos con amigos compatriotas, ellos me decían: “¿Por qué no haces el fiambre que hace tu mamá?” Y así comencé.
Le pidió la receta de ingredientes y el procedimiento a su mamá, doña Juanita, en Guatemala. Ella se la dió y cada año es tradición volver a pedir tips y consejos. “Lo cocinaba para Acción de Gracias, no para el Día de Todos los Santos, pero sí era para recordar a Guatemala”, relata Esly.
Los comentarios boca a boca hicieron su trabajo. “Una señora me dijo: ‘¿Por qué no lo vende para el Día de los Santos?’ Aquí en Connecticut lo vendería porque está exquisito. Y así empecé. Ahora ya es tradición: tengo 12 años de prepararlo y ya la gente lo encarga con anticipación”.
“Es receta de mi mami. Nosotros lo preparamos rojo, porque también hay fiambre blanco, pero el nuestro es rojo.” Conseguir los ingredientes se ha hecho más fáci, relata.. “Antes se dificultaba encontrar los embutidos, los chorizos, las longanizas. Ahora ya hay gente que los prepara acá, y se consigue casi todo.”
Legado de familia sin fronteras
El primer recuerdo que Esly tiene del fiambre está lleno de familia. “Mi mami nos reunía a todos los hermanos a picar los ingredientes. A ella le gusta tener todo en platitos: el jamón, las salchichas, cada verdura. Cada hermano se encargaba de algo, y nos sentábamos alrededor de la mesa.”
¿De dónde viene su sabor? Doña Juanita Monterroso, originaria de Flores Costa Cuca, Quetzaltenango, trabajó muchos años en la ciudad capital de Guatemala, efectuando labores de casa para una pareja de ancianos en el Centro Histórico. “Ellos fueron dueños de la famosa fábrica de medias Cristal, en la zona 1. La señora preparaba su fiambre y allí fue donde mi mamá aprendió a hacerlo. Imagínese, eso fue hace más de medio siglo”, relata la guatemalteca Esly García.
Y aunque ahora vive a miles de kilómetros de su mamá, ella sigue siendo su guía. “Siempre le pido consejos para que no se me escape nada. Hace tres noches me mandó audios: ‘Hija, que no se te olviden las habas, la pacaya’. Siempre me recuerda los detallitos que hacen único nuestro fiambre”. Además, para opciones muy guatemaltecas de postre, Esly también ofrece torrejas y ayote en dulce.
El fiambre es para compartir
Con el tiempo, el fiambre de Esly ha crecido más allá de su mesa familiar. “El año pasado vendimos como 40 platos. Pero es un decir, porque algunas personas me piden una bandeja para seis u ocho personas”.
Pero se mantiene algo fundamental: En cada preparación, participan todos. “Mis hijos me ayudan a picar. Es el mismo ritual. Todo se va heredando. Porque no solo el fiambre en sí es importante, sino la unión familiar con que lo preparamos todos”.
Para Esly el valor del fiambre está en su significado compartido. “Creo que al final lo que queda son las memorias. Para mí, el fiambre es eso: familia, unión, recuerdos. Es nuestra forma de estar cerca de Guatemala.”
Ha compartido este emblemático platillo con amigos guatemaltecos, hondureños, ecuatorianos y colombianos en Connecticut. “Les gusta mucho. Dicen que es increíble la cantidad de ingredientes que lleva y que no existe nada igual. El fiambre no tiene fronteras”, dice sonriendo. Así desde la cocina de Esly García, el legado de doña Juanita Monterroso sigue vivo, rojo, lleno de historias y sabores que unen.
El fiambre es como un símbolo nacional de unión sin fronteras
