Nunca está de más saber qué hacer, cómo actuar, qué decir para hacer sentir bien a nuestros viejitos, sean padres, abuelos o tíos: siempre hay una conexión especial y ellos tienen mucho que dar.
En muchas familias, los abuelos son memoria viva, refugio emocional y referentes de identidad. Son testimonio de grandeza incluso a nivel espiritual. Sin embargo, a medida que envejecen, algunos experimentan un cansancio profundo, una mezcla de frustraciones acumuladas, pérdidas, duelos y desgaste emocional. En esos momentos, valorarlos en la familia significa reconocer su humanidad, no exigirles energía o entusiasmo.
Este artículo reúne acciones concretas y frases empáticas para acompañarlos de manera respetuosa y significativa.
1. Aceptar sus emociones sin juzgarlas
La vejez no solo implica cambios físicos, también emocionales. Muchos abuelos viven duelos, reducciones de su independencia, desafíos de salud, soledad o la sensación de haber cumplido ya “todas sus batallas”.
- Valorarlos implica aceptar esa realidad sin minimizarla.
- Evitar frases como “no diga eso”, “usted tiene que animarse” o “no piense en cosas tristes”. En lugar de eso mejor decir: “Es usted una persona admirable por haber logrado eso” o “Y aún así sigue usted adelante, es una inspiración”.
- Ofrecer escucha real, sin corregir ni apresurar.
Validar sus sentimientos: “Debe ser difícil; agradezco que me lo cuente”.
2. Reforzar su sentido de valor y dignidad
Cuando sienten que ya no aportan, aumenta la frustración o la tristeza. Reforzar su importancia ayuda a evitar que se sientan desplazados o invisibles.
Acciones que contribuyen:
- Pedirles consejo en base a su experiencia
- Agradecerles de manera concreta por lo que han hecho.
- Conversar sobre episodios importantes de su vida, sus logros, sus trabajos.
- Reconocer sus aprendizajes y su fortaleza sin idealizarlos.
La dignidad emocional es un elemento clave para el bienestar en la vejez.
3. Crear espacios seguros para que se expresen
Durante décadas, muchos aprendieron a mantener sus emociones en silencio. Hoy necesitan espacios donde hablar sin miedo a ser molestia.
- Hacer preguntas suaves y abiertas.
- Dar tiempo para que piensen o recuerden.
- Aceptar silencios largos como parte natural de la conversación.
- Escuchar sin intentar solucionar de inmediato.
El acompañamiento emocional es una forma profunda de valoración.
4. Respetar su ritmo físico y emocional
Cada persona mayor vive la vejez a su manera. Algunos quieren actividad constante; otros prefieren calma, rutinas suaves o simplemente compañía silenciosa.
- No forzar actividades que no desean.
- No imponer socialización si están cansados.
- Respetar sus tiempos, pausas y silencios.
- Entender que no siempre tendrán buen ánimo.
La libertad de vivir la vejez a su propio ritmo es una muestra de respeto.
5. Reconocer su historia completa, incluso lo difícil
Muchos cargan culpas, decisiones que lamentan o heridas del pasado. Valorar a un abuelo cansado de la vida no es decir que “todo fue perfecto”, sino reconocer su trayecto humano.
- Escuchar con atención si quieren hablar de lo doloroso.
- Evitar juzgar decisiones tomadas en contextos muy distintos.
- Reconocer la complejidad de su camino.
- Mostrar empatía: “Hiciste lo mejor que pudiste con lo que tenías”.
Este tipo de reconocimiento alivia tensiones que han permanecido por años.
6. Gestos cotidianos que fortalecen la conexión
Pequeños actos pueden transformar la percepción de valor de una persona mayor:
- Acompañar un rato sin necesidad de hablar.
- Compartir una comida sencilla.
- Salir a tomar aire o ver un atardecer.
- Revisar fotografías familiares si lo desean.
- Escuchar música que les trae calma.
La presencia cotidiana, sin exigencias, es una de las formas más fuertes de valoración.
Sigue adelante, crece, vive, sonríe y cuídate
