El biólogo, escritor y migrante René Corado dirige el museo de aves de Camarillo, California; su niñez en Guatemala fue difícil y por eso impulsa la educación en su país.
La vida del migrante guatemalteco René Corado está hecha de imposibles convertidos en posibilidad. ¿Cómo un niño lustrador llega a ser director de uno de los museos de aves más importantes del mundo? Gracias a los sueños, la persistencia y también la educación.
René Corado lo dice: «Encontré el éxito gracias a que cada NO me hacía buscar con más fuerza un SÍ, hasta encontrarlo». Su alegría, su sonrisa y su personalidad está construida a base de compartir lo vivido y aprendido, así como de ejercer su carrera de biólogo en Los Angeles, California, la cual nunca imaginó cuando era un pequeño niño de escasos recursos que deambulaba calles y parques de Guatemala.
Siempre creyó en la posibilidad de un mejor mañana… y aún lo sigue creyendo.
Violencia lo obliga a migrar a EE.UU.
La violencia política en el país se hizo grave a inicios de la década 1980 y por eso René, recién casado, temía por su vida. Había trabajado en el área de imprenta de un periódico llamado La Nación. A veces percibía que era seguido y vigilado. Fue a Los Angeles, California, con muchas ganas de trabajar, pero existía una fuerte barrera: no sabía inglés.
“Fue difícil, muy difícil, pero yo estaba acostumbrado a superar barreras y por las noches iba a estudiar inglés. También terminé de sacar la High School. Al Museo de Vves de Ventura yo llegué como encargado de limpieza, pero me llamaba la atención todo lo que explicaban y empecé a conversar con los científicos del lugar. Fue fascinante comenzar a aprender y me propuse llegar a trabajar allí como uno de ellos”.
No fue fácil, ni breve, ni sencillo, pero hoy por hoy es el director del Museo de aves Western Foundation of Vertebrate Zoology (WFVZ), a donde alguna vez llegó a trabajar como encargado de la limpieza. Este museo es uno de los más famosos de su tipo en el mundo y cuenta con la mayor cantidad de huevos de aves en el planeta.
“Me enorgullezco de mi primer trabajo tanto como del actual, porque todo trabajo es honrado y digno ” dice René, pero aclara que toda persona “debe tener siempre grandes metas y sueños para seguir avanzando”.
Comprometido con ayudar a la niñez
Su éxito no lo hace olvidar su origen y por ello apoya proyectos educativos en su aldea y también en el relleno sanitario de la zona 3 de la capital de Guatemala.
“A través de la Fundación El Lustrador, con las ventas de mi libro biográfico y con aportes de donantes, vamos consiguiendo escritorios, útiles escolares y materiales para que niños y jóvenes puedan aprender en mejores condiciones”.
También les provee de refacciones nutritivas para que puedan asimilar mejor los conocimientos. “Uno con hambre no llega lejos. Recuerdo cuando peleaba con perros para quitarles algunas sobras de comida que todavía estaban en buen estado en el basurero del mercado La Parroquia”, relata con la mirada puesta en un recuerdo.
Un migrante que nunca se olvida de su país y por eso busca contribuir
Sin embargo su sueño va más allá: Quiere erigir una escuela moderna, equipada con tecnología, pero los recursos aún no son suficientes. “Si nos sentamos a esperar que el gobierno resuelva los problemas, vamos a seguir esperando mucho tiempo. Soy de la idea que nosotros mismos, los migrantes podemos aportar a nuestro país, para que otros tengan lo que nosotros no tuvimos. Si tuvimos que marcharnos fue por falta de oportunidades, pero nosotros podemos ser generadores de ellas”, comenta entusiasmado.
El biólogo René Corado regresa con frecuencia a Guatemala y a su pueblo natal, aldea El Chical, Morazán, El Progreso para ver en qué forma puede ayudar para que niños y jóvenes de escasos recursos cuenten con las oportunidades educativas que él no tuvo en su infancia, pero que a base de esfuerzo y constancia consiguió labrarse.
A través de su libro autobiográfico El Lustrador refiere sus años de infancia y juventud en Guatemala; la migración de su familia a la capital en donde aportó a la economía de la casa con su trabajo de lustrador, oficio que le llevó por calles, parques, mercados.
“Ese fue mi primer entrenamiento. ¿Quiere lustre? No, me respondía una persona. No, me decía otra. Y así, hasta que alguien decía que sí y le lustraba lo mejor que podía. Así fue aprendiendo que cada NO me acercaba más a un SÍ”, expresa René, más de cinco décadas después.
Ideas optimistas y vivencias de cambio
René Corado cuenta muchísimas historias de expriencias duras y dichosas en sus libros. Por ejemplo, la vez en que, cuando era niño lustrador, el dueño de una gasolinera pateó su caja de lustre y derramó sus tintas por el solo hecho de que iba a tomar un poco de agua de los grifos para prepararlas.
O recuerda cuando el “Pelón”, un niño corpulento, acosaba a otros lustradores y les obligaba a darles parte de sus ganancias, hasta que un día René se le enfrentó a golpes.
Hace pocos años, regresó a la plaza frente al templo La Parroquia Vieja zona 6, donde solía esperar clientes de lustrado y encontró a un anciano, “quien ya era viejo cuando yo lustraba y ahora estaba más viejito. Le pedí que me lustrara,no me reconoció. Y luego cuando le dije mi nombre y que de apodo me decían “San Martín de Porres”, por morenito… reaccionó y me vio: “Vos fuiste el que somató al Pelón”…Platicamos, le dejé algo de dinero, me contó que hacía años había fallecido Pelón.
¿Cómo contribuir?
La compra de los libros y los artículos promocionales de El Lustrador es una vía de aporte. Pero también se proponen planes de apadrinar a un niño o niña.
Por ejemplo en la escuela Marcos Martínez, ubicada en las cercanías del vertedero de la zona 3, de la capital de Guatemala. Allí viven miles de personas y muchos de los niños trabajan para recolectar y clasificar basura, a fin de contar con alimentos. Por ello, hay bastantes niños que no pueden ir a la escueal o lo hacen con grandes dificultades. La Fundación del Lustrador tiene programas de apadrinamiento para poder ayudarlos a estudiar y ser personas productivas.
Migrantes guatemaltecos pueden contribuir
AYUDE A UN NIÑO DE LA FUNDACIÓN EL LUSTRADOR
Niños y niñas de la escuela situada junto al basurero de la zona 3 necesitan apoyo para poder asistir a clases, tener sus útiles escolares y construir un mejor futuro
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