El poeta guatemalteco Rafael Landívar (1731-1793) se vio obligado a dejar su tierra. Desde su exilio en Bolonia, Italia, escribió su inmortal poema dedicado a su querida Guatemala. Amor, nostalgia, recuerdos aún se pueden sentir hoy.
A Guatemala
¡Salve, mi Patria querida, mi dulce Guatemala, Salve!
delicia y amor de mi vida, mi fuente y origen;
¡cuánto me place, volver a pensar en tus dotes,
tu cielo, tus fuentes, tus plazas, tus templos, tus lares!
Me parece ya distinguir el perfil de tus montes frondosos,
y tus verdes campiñas regalo de eternos abriles.
Acuden con mucha frecuencia a mi mente los ríos
doquiera rodantes, y umbrosas riberas tejidas de frondas;
también entre el lujo variado suntuosas las Íntimas salas
y muchos vergeles pintados de idílicas rosas.
y vanas quimeras que juegan con esta alma mía.
Que aquellos torreones, cabeza señera de reino tan noble,
ciudad antes fueran, y ahora montones de piedras.
ni trocha que guíe a las cumbres seguras del monte.
¡Ya todo se vuelca rodando entre ruina violenta,
cual si golpes con rayos alados lo hiriese.
¿Mas qué digo doliente? si ya del supu1cro resurgen,
excelsas mansiones, y altivos se yerguen los templos al cielo.
ya llega a mi pueblo feraz y anhelada quietud:
como aquella ave Fénix, recobra la dicha con creces el valle
al volver del mismísimo polvo de nuevo la vida.
y de nueva ruina ya libre, pervive mil años:
La fama nacida al vencer a la súbita muerte, tu triunfo,
yo mismo alzaré con mis loas resuelto a los astros.
Mi canto entre tanto de ronco tañido, solaces del llanto,
Landívar escribió este poema lejos de su tierra
Algo de historia: El poeta Rafael Landívar recuerda a la entonces capital de Guatemala, Santiago de los Caballeros, hoy Antigua Guatemala, en el inicio de su obra Rusticatio Mexicana, publicada en 1782, muy lejos de su suelo natal.
Su mayor dolor fue saber de la destrucción de la ciudad donde nació, a causa de los terremotos de Santa Marta en 1773. De su memoria al papel pasaron las imágenes, sentimientos y sensaciones que llevaba en el corazón, como un migrante forzado.
Tuvo que salir al exilio debido a la expulsión de la Orden jesuita a la cual pertenecía. El Rey Carlos III ordenó la salida de dichos religiosos de todas las colonias españolas. Tras un largo y penoso camino, Landívar y compañeros llegaron a Bolonia, Italia. Allí permaneció hasta su muerte en 1793.
Todo esto rodeó el surgimiento del poema A Guatemala, cuya fuerza impresiona y pervive, sobre todo en el corazón de quienes también están lejos de la patria.