Ni fácil ni rápida ha sido la historia de la tienda, café, restaurante, centro deportivo y cultural Little Guatemala en Carolina del Norte: pero es su éxito es real gracias al amor, trabajo e ingenio del migrante guatemalteco Christian Ramazzini y su esposa Erica.
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Se cumple un gran sueño de Christian Ramazzini, migrante guatemalteco. El próximo 15 y 16 de septiembre se celebrará el primer Guate Fest, con motivo de las fiestas patrias guatemaltecas, en Little Guatemala, tienda, café, restaurante, centro deportivo y cultural localizado en Morganton, Carolina del Norte. Habrá mercado de artesanías, comida, marimba, elección de reina, campeonato de futbol sala y hasta un concierto con artistas como Gustavo VII y el grupo Tambor de la Tribu.
«Es la primera vez que lo podemos realizar, porque en otros años estábamos aún en construcción. Sí realizábamos algun evento para conmemorar la independencia pero esta es la primera vez que integramos a toda la comunidad. Aquí en Morganton hay muchos migrantes guatemaltecos», cuenta Christian Ramazzini, quien junto a su esposa Erica y sus hijos, han erigido este sueño, a pesar de las dificultades, con creatividad y espíritu de servicio.
El amor fue lo primero y aún lo es
Cuando vivía en Guatemala, Christian trabajó en una cadena de taquerías y después fue barista de café. Apenas había podido estudiar hasta tercero básico a causa de dificultades económicas en su familia. Su padre los abandonó y su mamá era la cabeza del hogar. «Pero ella me enseñó todo, a seguir adelante, a no rendirme, a trabajar duro y a hacer las cosas con amor», cuenta Christian desde el local de Little Guatemala, en Carolina del Norte a donde llegó a vivir en 2009.
«Yo preparaba cafés y una vez llegó a comprar una muchacha americana, era misionera. Era bellísima, me encantó a primera vista. Yo le pedí su número, pero le dije que no quería ser su amigo sino su novio… Para no hacer larga la historia, nos casamos en 2009 y hoy es mi esposa Érica. Tenemos seis hijos», cuenta Christian.
Pero no todo era color de rosa. Christian ya no quería trabajar en la industria de restaurante, pero fue de lo único que halló empleo en Estados Unidos. «Así que seguí trabajando en eso. Me puse a estudiar, primero inglés pero también busqué terminar mi High School para poder ir a la universidad».
Ya con el inglés dominado empezó a trabajar como traductor para una organización humanitaria que brinda servicios de salud a migrantes agrícolas. Allí Christian hizo carrera porque llegó a ser coordinador. Quizá al ver que en el campo había oportunidades laborales, en la universidad se metió una carrera de Agronomía, pero por los costos y la necesidad de laborar, se cambió a auxiliar de enfermería, pero nunca ejerció esta profesión porque se dedicó a la construcción y remodelación.
¿Y cómo nace Little Guatemala?
«Allá por 2011, Érica me dijo abramos un negocio propio y a mí no me gustaba trabajar en un cuadrito de oficina. Vimos qué necesidades había en la comunidad y pensamos muchas ideas. ¿Por qué no ponemos una cancha de futbol? A los guatemaltecos migrantes les gusta mucho jugar y no hay una. ¿O por qué no traemos café de Guatemala y lo tostamos? ¿Y si ponemos un café o un restaurante? Pero no teníamos plata. Esa fue nuestra barrera. Y en eso alguien más puso una cancha, y por allá un café y en otro lado una cafetería. Ya nos ganaron las ideas, pensé», cuenta Christian. El sueño se quedó dormido.
«En 2016 una amiga nuestra, artista, quería poner una escuela de arte para niños. Había un edificio abandonado, que había sido bodega y venta de granos en la década 1950. Ella propuso comprarlo y que yo lo remodelara, para quedar 50 y 50 con la propiedad».
«Al final no fue posible, pero a mí me gustó el lugar. Así que empecé a hacer trabajos de construcción y las ganancias las destinaba al proyecto. También apliqué a grants o becas, que apoyaban proyectos de energía eficiente y mejoras comunitarias. Pasaron tres años pero por fin estuvo terminado. Pero en eso vino la pandemia».
Finalmente, la gran apertura de Little Guatemala fue en 2022. Abajo está el video con el cual Christian invitaba a esa actividad, el 15 de septiembre.
Salvados por el café
Christian y Érica comenzaron a tostar y distribuir café desde 2014. «Era lo que yo aprendí a hacer. Conocimos varias vincas de Guatemala a las cuales les compramos grano con calidad de exportación. Habíamos tenido otras marcas antes, pero fue Little Guatemala la que se posicionó. Durante la pandemia empezamos a vender bastante en línea. Esas ventas nos mantuvieron con vida porque no se podía abrir el restaurante ni la cancha por las restricciones», relata.
Mientras la construcción avanzaba, Christian adaptó un viejo remolque que se usaba para transportar caballos. Lo pintó, lo restauró y allí instaló los equipos para servir café. «Nos funcionó muy bien, porque los trabajos tardaron. Hubo momentos en los cuales casi tiraba la toalla. No fue fácil restaurar aquel viejo edificio: le cambiamos el techo, le cambiamos la madera…. fue una reconstrucción», cuenta.
Aquella antigua venta de semillas, que anteriormente fue una destilería, hoy encierra un tesoro de tejidos y arte maya, sabores de café de varias regiones, cacao tostado de manera artesanal. Hay presentaciones constantes de artistas y también talleres de creación visual para niños. Es punto de encuentro para los migrantes guatemaltecos e hispanos de Morganton, el lugar donde gracias a un gran amor floreció una Little Guatemala.