Por una tarea escolar de primero básico en Guatemala, Alessandre Santos se trazó la meta de estudiar en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). Parecía un objetivo difícil: el 2 de junio de 2022 se celebró su graduación en Matemática, Computación y Ciencias Cognitivas.
Hace casi una década surgió el sueño. Alessandre se trazó el objetivo de estudiar en una universidad como el Tecnológico de Massachusetts o en Oxford. Había obtenido medallas en varias Olimpiadas de Matemática en Guatemala y Centro América, pero nunca creyó tener una inteligencia superior o genial. “Simplemente aprendí de mis padres, que desde niño me enseñaron matemática con juegos y de forma creativa».
Para no hacer tan larga la historia, llegó a tener admisión abierta en ambas universidades. ¿Cuál fue la clave? «Seguí consejos. Me enfoqué en aprender y en buscar soluciones. A veces se le tiene miedo a la Matemática. Pero la clave está en los maestros, combinada con la voluntad personal”, expresa tras haberse graduado el 2 de junio último, con un Major en Matemática Pura y otro en Computación y Ciencias Cognitivas de MIT.
“Guatemala presente en las graduaciones de MIT”, escribió con gran orgullo en redes sociales su padre, el experto informático guatemalteco Edgar Santos, quien fue testigo de los constantes esfuerzos de Alex, como le llama cariñosamente.
La inteligencia está para ser descubierta
“En 2o básico mi promedio era 80, nada extraordinario. Estaba en el colegio Suizo Americano. Participé en Olimpiadas de Ciencias pero al inicio no saqué nada. Pero me enfoqué en ser mejor cada vez”, fue así como empezó a lograr medallas, en Química y Matemáticas, explica Alessandre con humildad.
Aplicó para poder entrar a estudiar en MIT en 2018: no fue un camino fácil. “En MIT no hay becas por logro o mérito sino ayudas financieras. Se evalúa cuánto ingreso tiene la familia y cuál es la cuota que puede pagar. Eso, junto con exámenes, revisión de notas, dominio de inglés, aportes extracurriculares como voluntariados. Me admitieron en marzo de 2019 y en agosto entré”, relata.
La admisión fue obviamente solo el comienzo. Hubo alta exigencia. Pero nunca se dejó vencer por el desánimo. “Al principio pensé aquí todos están super adelantados. Pero empecé a decirme: yo sí puedo, yo sí puedo”. Además del cambio en el entorno educativo, tuvo que superar la distancia de su familia, de las amistades.
Desafíos, diferencias y avances
¿Cuáles fueron las materias más desafiantes? Muchas, dice Alessandre. “Pero sin duda alguna las matemáticas, la introducción al álgebra moderna, que me obligaba una vez por semana a no dormir por las tareas. Diseño de algoritmos fue otra clase súper complicada, porque un 70% son exámenes, más que tareas.
¿Qué diferencia hallaste entre el enfoque de MIT y el de la educación en Guatemala?
La principal diferencia es la práctica y la aplicación. En MIT existen muchísimas oportunidades de investigación y el objetivo es siempre expandir fronteras de las ciencias. Tenemos que buscar problemas nuevos y eso me cambió el punto de vista que traía de Guatemala, en donde el sistema educativo nos ha enseñado una lista dce fórmulas e instrucciones. Sí, hay que memorizar reglas pero también crear soluciones.
En Guatemala sí tenemos capacidad, sí tenemos preparación, pero no los sistemas suficientes para que los estudiantes aporten y creen. Hay que encontrar aplicaciones de la matemática y de todo aprendizaje en el mundo real, porque la matemática sí que es útil en la vida moderna, pero los maestros tienen que demostrarlo”, expresa.
Como parte de la cobertura de sus compromisos, Alessandre fue auxiliar de clases, por lo cual su jornada se extendía desde temprano por la mañana hasta tarde en la noche. “Aquí los exámenes suelen ser en la noche, así que estaba fuerte la jornada”, cuenta.
Tanto sacrificio rinde frutos
Es inevitable la sonrisa al preguntarle a Ale sobre el día de su graduación. “Llegué un poco tarde, iba corriendo. Se hizo complicado el tema de las entradas. Solo dan cuatro y yo quería que mi abuelita entrara. Ella estaba orgullosa y feliz. Su familia viene de Patulul, Suchitepéquez y no hubo mucha oportunidad educativa en su generación. Lo lograste, me decía”, relata con emoción.
Alessandre tiene ahora un nuevo objetivo: estudiar el doctorado en Matemática, pero primero va a trabajar en Nueva York, en una compañía que efectúa investigación contra el cáncer. En ese campo vital aplicará los conocimientos de computación y matemáticas que no son para nada disciplinas abstractas, sino herramientas muy concretas.
El sueño continúa.