Otto Sun nació y creció en Santiago Sacatepéquez, cuna de los barriletes gigantes; migró a EE.UU. en 2021 y cada año ha elaborado un barrilete para conectar con su identidad. Quiere volar alto, pero anhela volver a su tierra un día. Este es el hilo de su historia.
La conversación con Otto Sun tardó varios días en llegar. De hecho empezó con otros guatemaltecos volando sus barriletes el 2 de noviembre en una llanura de los Berkshires, Massachussets: Salvador Sajquiy, originario de Chicacao, Suchitepéquez, junto a unos amigos, elevaron las cometas que fabricaron, para conmemorar la emblemática tradición y ritual de los barriletes gigantes. Si gustas leer ese relato, esta aquí.
El 10 de noviembre, Salvador colocó en sus redes sociales las fotos y videos del vuelo de un barrilete grande, de casi metro y medio: el primero de esa dimensión que vuela en Massachussets. Nos puso en contacto con Roberto Sun, migrante de Santiago Sacatepéquez, quien aclaró que hasta ese día pudo elevarlo por motivos de trabajo, pero que fue una gran emoción. Aclaró, eso sí, que él no había construido el barrilete, sino su hermano Otto Sun.
Y después de varios días, pudimos conversar con Otto: lleva tres años en EE.UU. y en cada noviembre ha elaborado un barrilete, tal como lo hacía en Santiago Sacatepéquez junto a un grupo de amigos. Pero los de 2022 y 2023 no volaron. Fue hasta el 2024 que por fin se elevó uno y nos cuenta por qué, además de su vuelo de vida, unido siempre por un hilo de amor a su identidad, a su pueblo y a Guatemala.
Un nómada en busca del éxito
«Vengo de una familia 100 por ciento agricultora. Crecí en el campo, cultivando y mi gran sueño es alguna vez volver a Guatemala para dedicarme a eso. Siento orgullo por mis raíces y por lo que soy. Me siento orgulloso de haber nacido en Santiago Sacatepéquez, cuna de los barriletes gigantes», dice Otto Sun.
A los 10 años empezó a elaborar barriletes pequeños. Sus papás no le daban permiso de ir al vuelo de barriletes gigantes el 1 y 2, pero sí para ir a volar el suyo a alguna llanura cercana. «Los fabricaba con plástico de bolsas, porque no tenía dinero para papel de china», relata.
Así fue durante varios años, hasta que a los 18 empezó a colaborar con un grupo que hacía los barriletes gigantes. Año con año se fue ganando su aceptación y aportaba recursos para los materiales Con ellos aprendió el arte de cortar, pegar, integrar figuras de gran tamaño. Poco a poco, no fue rápido.
La cocina ha sido su otra pasión
«Al crecer estudié la carrera de cocinero en un instituto de la capital de Guatemala. No fue fácil, tuve que trabajar para sostener mis estudios, comprar utensilios, ingredientes. Mis hermanos que ya estaban en EE.UU. me ayudaron mucho», cuenta.
Empezó a trabajar en algunos restaurantes del área cercana a Santiago Sacatepéquez, donde adquirió experiencia, conocimientos y conceptos de servicio al cliente. «Una vez alguien me dijo si podía apoyarle en la cocina de un restaurante en Panajachel y estuve allá un tiempo. Luego me pedían apoyo para organizar un menú en otros y así conocí la capital, Antigua Guatemala, Lívingston,Flores, Cobán, Escuintla. Como en tres años me conocí casi toda Guatemala», relata.
Después llegó a fundar sus propios negocios: un restaurante y una cevichería en el área de Sacatepéquez. «Llegué a tener unos 10 empleados, no me iba mal, iba poco a poco. Me quedaba poca ganancia pero pensaba que iba a crecer. En eso vino la pandemia y acabó con muchos negocios», relata. Y ese fue el motivo que le obligó a migrar a EE.UU., en donde ha trabajado cocinando en varios restaurantes. Más aprendizaje, más crecimiento.
Dos barriletes que no volaron y por fin uno sí
«En Estados Unidos uno extraña a su pueblo, a los amigos, extraña todo. Pero si eres de Santiago y no estás el 1 de noviembre allí, extrañas esa ceremonia y ese ritual. No es una exhibición turística, es una conexión con nuestros ancestros. Es un símbolo de unión de tierra y cielo, de los que ya se fueron con los que estamos aquí», expresa.
«En el primer año que estuve, en una asociación que ayuda mucho a los migrantes en Massachussets, celebraron el Mes de la Herencia Hispana, en septiembre. Y yo quise aportar algo de lo que yo sabía hacer, de lo que yo soy. Hice un barrilete: no muy grande, para una exposición de símbolos de identidad. Nunca voló. Se quedó en exhibición».
«Después, en el segundo año, hice otro barrilete. Me costó conseguir los materiales para hacerlo un poco más grande. Recuerdo que quedó expuesto en el restaurante donde trabajaba y al poco tiempo se lo habían llevado. No se quién o si lo guardaron. Espero que sí».
Mira el proceso del barrilete elaborado por Otto Sun, en Massachussets
Un sueño en pleno vuelo
«En este 2024 tenía ganas de hacer un barrilete grande, de un metro. Preguntando con amigos uno logra averiguar donde venden papel y materiales. Se diseñó un tema de homenaje a nuestra identidad. Había días que llegaba tan cansado del trabajo que ya no lo quería terminar. Aquí el trabajo es agotador. Pero poco a poco lo fui terminando. Pero no lo pude ir a volar ni el 1 ni el 2. La verdad es que queda poco tiempo. Entonces mi hermano Roberto me dijo que podía ir a tratar de elevarlo… y así lo hizo. Me alegró mucho que volara», cuenta Otto.
El barrilete estuvo expuesto en una muestra organizada por migrantes santiagueros en Nueva York, el 28 de octubre y el gran vuelo tuvo lugar el 10 de octubre. «Quiero que nuestra cultura guatemalteca sea conocida y valorada. Pienso que los guatemaltecos somos como barriletes, estamos hechos para volar alto y siempre tenemos un hilo, un lazo que nos une con nuestra tierra», comenta.
El vuelo del barrilete de Otto Sun en Massachussetts
Nuevos sueños en la superficie de su tierra
«Mi gran sueño ahora es poder un día volver a Santiago para cultivar la tierra, sembrar verduras, cosecharlas, venderlas y también prepararlas. En Estados Unidos uno valora sus raíces y se da cuenta de que nuestra tierra siempre nos llama», expresa Otto Sun.
«El barrilete es una conexión de dos mundos. Y yo aquí soy como un barrilete volando, pero sé que el hilo, el lazo, la pita que me une con mi pueblo es muy fuerte. Los barriletes que he realizado ha sido con mucho amor. No es por exhibición sino porque tenemos que volar alto. Desde lo alto uno mira la vida de otra forma. Somos barriletes porque a veces no nos damos la importancia y el valor que tenemos como guatemaltecos. Pero si actuamos con amor a nuestra identidad, siempre llegaremos más alto».
Y así sigue otro noviembre, con la esperanza de algún dia llegar a este mes y estar en su pueblo, en pleno vuelo de una tradición. Escuchando a Otto no cabe ninguna duda de que lo logrará.