¡Súbale súbale!, ¿A dónde va? ¡llega, llega! Toto, Xela, Guate, San Marcos, Huhue: el viaje tantas veces efectuado en camioneta extraurbana, con todo y sus defectos y peligros, figura en la memoria de muchos migrantes guatemaltecos.
Inicio diario: a oscuras y con frío: a tomar el autobús
Son las cinco de la mañana, salen de casa bien abrigados por el frío y la niebla que cubre los ojos. Varias luces de colores se ven desde lejos. Cuando se acercan están las camionetas extraurbanas esperando pasaje. Hay de diferentes colores y tamaños, las más características son las amarillas o de otros diseños con nombres como: María linda, La Chabelita, La Momosteca, Santa Rita, Esperanza, Esmeralda. Algunos son buses reciclados y rodados desde Estados Unidos.
En cualquier terminal de Guatemala está el infaltable «ayudante» que grita: ¡Súbale súbale!, ¿A dónde va? ¡llega, llega! Toto, Xela, Guate, San Marcos, Huhue; dependiendo del lugar a donde cada persona se dirige. Hay quienes miden bien su tiempo, llegan tranquilamente y eligen su asiento en la unidad aún vacía. Otras van apresuradas para alcanzar el trasporte y casi no encuentran lugar para sentarse.
Entre sonidos de bocina repetitivos y que se oyen en varias calles a la redonda el viaje comienza. El piloto prepara su lista musical. Con alto volumen se escucha los temas musicales en géneros como: cumbia, salsa, rock nacional o rancheras, eso dependiendo de su gusto musical. En la ruta; van subiendo estudiantes, trabajadores, comerciantes, con distintas cargas y a veces redes con animales o verduras.
Los vendedores de antojitos nunca faltan
Algunos trayectos son largos por eso los usuarios aprovechan para comprar comida, agua o dulces para el camino, como Julio, vendedor de fruta o doña María vendedora de panes con frijol, con pollo o jamón, desde muy temprano preparan los alimentos y los venden de la forma más sencilla para que las personas puedan consumir sin ningún problema.
Ante la necesidad, existe un aumento de vendedores ambulantes que ofrecen productos variados principalmente comestibles, la mayoría con accesible precio y facilidad en su envoltorio, pero también hay días calurosos y los helados en bolsita o en cono refrescan el trayecto.
El sencillo para el pasaje
A mitad del trayecto el ayudante comienza el cobro del pasaje y le recuerda a la gente llevar el sencillo (pasaje completo) esto para evitar complicaciones a la hora de bajar, porque las paradas son breves y el ayudante se prepara para bajar o subir bultos, canastas o encargos que van en la parrilla de la camioneta y también buscan a más pasajeros.
Por ejemplo, en cuatro caminos; es el lugar que concentra varias rutas principalmente hacia los municipios de: San Francisco el Alto, Momostenango, Santa Lucía, Totonicapán y departamentos como: Totonicapán, Huehuetenango, Ciudad Capital y Quetzaltenango, en este último también se encuentran otras rutas hacia Mazatenango, Coatepeque, Sololá, San Marcos y otros lugares.
Cada terminal es una fiesta de ruidos; música alta, aglomeración de personas en busca del bus correcto, los ayudantes gritando las rutas a dónde se dirigen, ventas de comida, buses tocando claxon (pitaso, bocina), gente corriendo, comprando esperando, eso sí único e inigualable de los guatemaltecos.
Un riesgo, una necesidad
La excesiva velocidad es una característica frecuente en estos buses. Es competencia de pasaje o entre pilotos. A veces es una exigencia para poder ganar más sin embargo a veces termina en tragedia.
También las carreteras incompletas se convierten en largas travesías y los asaltos son impredecibles, una realidad que día a día viven los guatemaltecos que por necesidad hacen uso del servicio para dirigirse a distintos lugares. Finalmente, los propios ayudantes hacen acrobacias para subir y bajar carga con las unidades en marcha. A veces con la unidad aún en marcha se suben por la puerta trasera, a la escalera del techo y acomodan carga en riesgosa maniobra.
El destino
Ya se acerca el destino, se alista la mochila, el canasto, la maleta u otro artículo, se anticipa la parada, si se va en medio de los asientos hay que empezar adelantarse y pedir permiso, lapso que se convierte en una travesía.
La camioneta va con la velocidad de un tren, por eso se anticipa la parada gritando: ¡Aquí por favor!, frena; hay que agarrase fuerte para evitar una tragedia, ¡rapidito porfa! Dice el ayudante, y se baja del bus lo más rápido pero precavido, no olvidando decir gracias al chofer y al ayudante.
“Gracias a Dios, por traerme con bien”, es la frase que muchos guatemaltecos exclaman internamente al llegar a su destino.