Por iniciativa de Salvador Sajquiy, migrante originario de Chicacao, Suchitepéquez y radicado en Massachussets, guatemaltecos elaboraron y elevaron sus barriletes en una llanura de los Berkshires, zona campestre de Massachussets.
«Hasta estar lejos de mi tierra supe la importancia de los barriletes»: así se expresa el migrante guatemalteco Salvador Sajquiy, quien vive desde hace 15 años en la región de los Berkshires, zona rural y turística de Massachussets, en donde hay amplios bosques y también llanuras.
Y fue precisamente en una planicie próxima a su residencia en donde Salvador, junto a otros familiares, logró realizar un sueño que tenía pendiente: elaborar un barrilete y elevarlo en un 2 de noviembre, durante la conmemoración del día de difuntos.
Fue un acto sencillo pero profundamente significativo; no había multitud. No eran barriletes gigantes, pero lo que sí era gigante era el deseo de elevarlos en el cielo estadounidense como un alto homenaje a sus raíces de identidad guatemalteca y tz’utuj’il. Así ocurrió..
Desde algunos días antes, Salvador y amigos migrantes guatemaltecos se prepararon consiguiendo los materiales necesarios para elaborar barriletes artesanales. Varas de bambú, papel china, cáñamo y el respectivo hilo para sujetarlos.
No lo parece a primera vista, pero fue un gran logro de voluntad y el fuerte deseo de cumplir un anhelo: recordar los días de la niñez en Guatemala y también hacer un homenaje a los seres queridos que ya partieron.
Por fin se llegó el día. Sábado 2 de noviembre de 2024. Esa tarde, después de sus tareas laborales, se dirigieron a una despejada planicie cercana. El frío otoñal se siente. Hay que amarrar bien el hilo. El viento está fuerte y promete elevar los barriletes.
La emoción es mucha y la nostalgia aún más. «Se vivió de lo inesperado, todos muy emocionados por participar, Yeny se encargo de comprar lo necesario», cuenta Salvador.
«Recuerdos de la infancia nos motivaron a realizar este pequeño encuentro de barriletes», explica Salvador Sajquiy. La fuerza del viento desafía la resistencia de las varas de bambú y también del papel. Por eso es importante el hilo alrededor de las varas. Se hicieron largas las colas para que estabilice bien y no de vueltas en círculo. Recuerdos de infancia a más de 4 mil kilómetros de la tierra natal.
Una tarde perfecta y un cielo despejado convierten los barriletes en pequeños puntos. El cielo por momentos acorta la distancia porque parece ser el mismo de aquellos tiempos distantes. La unión familiar y la hermandad de guatemaltecos hacen el resto.
Este pequeño momento tan guatemalteco en Massachussets despierta otro sueño: «El otro año haremos esto un festival», anhela Salvador, originario de Chicacao, Suchitepéquez.
«En Guatemala es una tradición pero hasta estar fuera de mi tierra supe la importancia y el significado del barrilete», reflexiona Salvador. Fue emocionante ver al vuelo un símbolo de identidad elaborado con sus propias manos en un día de tantos recuerdos.
«Lo mas especial fue ver la sonrisa de mis amigos al disfrutar nuestro evento». Un evento sin multitud de expectadores, pero que es como un hilo irrompible con la identidad.
Se va la tarde, se va el día esperado, pero deja un recuerdo que también se proyecta al futuro: la intención de volver el próximo año con barriletes más grandes y quizá con más hermanos guatemaltecos participantes.