El lente de Abel Juárez registra para la posteridad el Festival de Barriletes 2024 de Sumpango, Sacatepéquez: un encuentro presente con la tradición y la huella de los ancestros.
Siempre es difícil elegir si ir primero a Sumpango o a Santiago, para admirar sus festivales de barriletes. El de Santiago es más antiguo pero el de Sumpango puede quedar primero en el camino, según desde donde vengas. Yo viajé desde Huehuetenango y el 1 de noviembre pasé por Sumpango. El 2 de noviembre se elevan aún varios barriletes si el clima lo permite.
Al llegar los barriletes ya están colocados en sus lugares, tanto los que vuelan como los que no. Aquellos que son de exhibición miden hasta 12 metros, con un colorido impresionante. Tienen elaboradas figuras, rostros de personas que ya fallecieron, símbolos ancestrales, composiciones geométricas.
Al aproximarse a los barriletes es posible ver el largo y dedicado trabajo de muchas manos. Capas de papel de china de todos colores, cuidadosamente pegadas. Es como un arcoiris reprogramado para mostrar figuras y significados. Algunas muestran la cultura ancestral mientras que otras mezclan elementos modernos. Un barrilete llamado Altar de Calaveras parece un poco lúgubre, pero al fin y al cabo, este festival tan alegre conmemora precisamente a quienes ya murieron: la conexión de vivos y muertos.
Unión y hermandad en festival de barriletes
No hay barrilete pequeño en este día. Es Festival de Barriletes Gigantes, pero todos pueden participar. De hecho, los de más reducida dimensión tienen más posibilidades de elevarse que aquellos de hasta dos o tres metros de diámetro. Los grupos registrados y también aquellos que solo desean participar libremente da los ultimos toquees, aseguran los frenos y terminan de colocar la capa de papel de colores sobre la armazón de bambú. Nadie puede elevar un barrilete solo: se necesita de trabajo en equipo y hermandad. Ese es otro mensaje valioso.
El grupo Happy Boys se hizo cargo del barrilete más grande del Festival. No vuela pero pone a volar la imaginación. El título es creativo: La Aceleracíón de un Espectro Sísmico. La mujer luce ataviada con el traje tradicoinal sumpanguero y en sus manos sostiene una alcancía de tecolote celeste. A su lado, dos personajes retratados como glifos mayas, sostienen chinchines elaborados con morros, decorados de forma tradicional. Un tercer personaje sostiene una lámpara tipo quinqué. Es un surrealismo que refleja de manera muy realista la identidad multicultural.
Pobladores y visitantes son mosaico multicolor
Conforme avanza la mañana empiezan a llegar más visitantes, de pueblos vecinos, de la capital y otros departamentos. No faltan por supuesto los turistas extranjeros con sus cámaras. Exclaman en otros idiomas y quienes hablan español aprovechan para conversar con algunos miembros de los equipos que elaboran barriletes. Les preguntan cuánto tiempo han trabajado y por qué elaboran estas obras de arte. Quieren entender algo que es obvio… pero no está de más oír una voz más.
Los equipos de barrileteros compiten por lograr la mejor expresión. Hay algunos integrados completamente por mujeres. Las Orquídeas Barrileteras tienen su uniforme en indumentaria tradicional. Cuentan que surgieron hace 25 años y se han ido heredando la tradición de elaborar barriletes confeccionados por manos femeninas. Tejen con papel-
Y voló el gran homenaje de las Orqu{ideas Barrileteras. Cada equipo tiene dos oportunidades para elevar su creación. Se requiere de un viento suficiente y también de una carrera bien coordinada para lograr el suficiente avance y resistencia del papel contra el aire. La admiración y los aplausos no faltan. El esfuerzo de estas jóvenes sumpangueras floreció en el cielo.
Y así uno a uno se van elevando los mensajeros, porque ese es por principio de cuentas y también al final de todo el gran significado de este ritual. Deslumbran los colores y sorprenden los tamaños enormes que pueden alcanzar los barriletes más grandes. Pero también se parecen a la vida, la historia y el recuerdo: una vez en el cielo, hasta el barrilete más grande llega a ser solo un punto enmedio de la inmensidad.
Uno a uno cada equipo realiza su intento de vuelo. Si falló una vez puede volver a intentarlo. Pero el viento es inconstante y el cielo está nublado. Así que cada intento cuenta y por ello se limita a dos oportunidades para que todos puedan participar en orden y hermandad. Las risas son parte del ritual, pero nada se compara con los rostros de admiración de ver una cometa en vuelo.
Dos intentos por equipo y si no, hasta el otro año
Mira ese carrete de lazo. En el campo de futbol de Sumpango se elevan las oraciones y desde el cielo bajan los recuerdos de padres, tíos, hermanos, hijos y también conocidos del pueblo que ya partieron. La hermanad es en este día una parte integral de la conmemoración. Eso es lo que se festeja: que todos llevamos el mismo camino y a quienes hoy están presentes en la vida les toca dar su mejor esfuerzo para tener altos valores.
Y así pasa un 1 de noviembre más, Día de Todos los Santos. El 2 de noviembre se elevarán otra vez los barriletes que queden o tendrán otra oportunidad los que no volaron. Los visitantes no regresarán igual a sus casas porque se llevan el arcoiris en la mente y el corazón, así como el recuerdo de un pueblo unido en total hermandad.
¡Nos veremos el otro año, si aún estamos por aquí!
*Texto: Gustavo Montenegro