Es un pequeño fragmento de madera de chicozapote, cuyo estilo indica que podría provenir del Templo I de Tikal. Se conserva en la colección del Museo Smithsonian pero su existencia solo se confirmó hasta 2014.
Los dinteles mayas guatemaltecos eran piezas de fina escultura en madera instalados en muros de grandes templos. Este material dura menos que la cerámica o la piedra y ello los hace escasos. Varios dinteles mayas se encuentran fuera de Guatemala, pues a finales del siglo XIX fueron sacados por exploradores y arqueólogos rumbo a EE.UU. y Europa.
En 1907, llegó al Museo Smithsonian de Washington un fragmento de perfil de un rostro, donado por un comerciantes y explorador llamado William Wailes, un antiguo soldado confederado. Allí quedó resguardado, pero pasaron décadas hasta que se investigó su proveniencial.
La historia detrás de una valiosa joya
“Los dinteles estaban hechos de madera de chicozapote (Manilkara zapota), madera tropical densa y pesada. El color oscuro de la madera, su ubicación al interior de los templos, y los pigmentos aplicados hacían que las escenas de los dinteles se convirtieran en imágenes visuales íntimas”, explicaron los arqueólogos James Doyle y Stephen Houston, en 2015, al exponer el hallazgo del framento Wailes.
En marzo de 2014, Doyle y Houston descubrieron el fragmento, que estaba en las colecciones del Museo Smithsoniano de Historia Natural. Mide unos 27 centímetros de altura y muestra el perfil de un individuo. Data posiblemente del año 700, es decir del período Clásico.
La pieza tenía un antiquisimo daño, pues pareciera que fue cortada a hachazos o machetazos. También la boca de la figura tiene golpes, que parecen ejercidos quizá en un ritual de destrucción de monumentos de gobernantes derrotados. Todo este daño pudo ocurrir hace unos 1300 años, tras el abandono de Tikal.
¿Y cómo llegó a Washington?
El fragmento fue donado al Smithsoniano en 1907 por Leonard Wailes, un antiguo oficial confederado de la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. Era médico y hacia 1860 viajó a Centro América como parte de la Junta de Salud del Estado de Luisiana. Recorrió todo el Istmo, combatiendo la fiebre amarilla.
En sus viajes, Wailes adquirió muchos objetos inusuales, incluyendo el “trozo de palo de rosa con un rostro humano tallado en el perfil”, según la descripción original.
Este fragmento tiene la frente extendida, nariz prominente, ojo pendiente con la pupila redonda incisa y la boca medio abierta: un estilo muy utilizado para representar a gobernantes de Tikal. No se sabe bien de qué templo exacto provino. Se comparó el retrato con otros personajes de los dinteles de los templos I (Gran Jaguar) y II. Pero todos esos personajes están viendo hacia la derecha y el fragmento Wailes mira hacia la izquierda.
Fragmento sobreviviente
La conclusión de los arqueólogos es que el fragmento en el Smithsoniano proviene de un dintel desconocido posiblemente del templo I. El personaje podría ser el rostro de una deidad o un jaguar, que usualmente se colocaba en la parte de atrás de un cargador o litera ceremonial, portada por los personajes.
Estos rostros no tenían cuerpo. El significado era el acompañamiento divino del gobernante. Además, la figura de jaguar enorme que se ve en la parte de arriba deja entrever que había otra figura antropomorfa detrás.
Doyle y Houston colocaron el misterioso rostro, hipotéticamente en una viga, hoy perdida, del dintel 3, del templo I, el cual se encuentra en el Museo Británico.