Edgar Itzep, “El Chivito” vive en Momostenango, trabajó como jardinero la mayor parte de los dos años que estuvo en EE.UU. pero también ofreció recitales con las poesías que escribe.
La de Edgar es una historia de realismo poético o de poético realismo migrante. En su camino hay una Biblia, jardines y hasta una galería de arte. Lo detuvieron en la frontera de México y Estados Unidos. Pero gracias a la poesía lo dejaron ir con un permiso de 2 años para trabajar: ¿Cómo así? El cuaderno de poesía no lo deja y también lleva un folder con poemas impresos. Nació en Momostenango, Totonicapán, donde actualmente vive y trabaja… sin dejar de escribir.
RECORRIDO
De mi tierra querida he salido,
a recorrer caminos desconocidos
que me alejan de mis seres queridos
cruzando montañas,
a flor de tierra
miro atrás y todo se ha quedado
en la lejanía
Traigo conmigo
los recuerdos
grabados en la mente
"Quemé el cuaderno con poemas", dice migrante
Edgar atravesó México junto con su hermana Isabel. “Ella dijo que se iba. Salió, pero cuando iba por Huehuetenango, le dije: te alcanzo y me fui. Pasamos por Gracias a Dios, San Cristóbal de las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Coita, Veracruz, Distrito Federal… Yo iba anotando todos los lugares, observando, inspirándome y escribiendo poemas de aquel recorrido”.
Un momento, ¿entonces sos un poeta?
Sí, desde niño me gustó leer y ya de adolescente empecé a escribir poemas. Una vez se los mostré a un profesor de la escuela y me dijo que no servía para poeta. Me sentí muy triste, regresé a la casa. Mi mamá estaba juntando fuego. Le dí el cuaderno y le dije: junte fuego con esto, que solo para eso sirve. Esa tarde lloré allá detrás del campo de futbol, porque a mi me gusta escribir”.
Tiempo después le llevó sus textos al poeta Humberto Akábal. “El maestro me dijo que necesitaba más lecturas, pero que tenía madera, que tenía la actitud y las ganas de crear. Que siguiera adelante y que nadie me dijera qué escribir o no. que fuera yo mismo a donde fuera”.
Migrante cruzó la frontera gracias a la poesía
En la travesía, Édgar y su hermana Isabel llegaron hasta el poblado fronterizo de Puerto Palomas, en Chihuahua, México. “Yo le dije a Isabel, me quedo otros días aquí. Estoy escribiendo mucho. Solo dejame la Biblia. Porque llevábamos una Biblia. Pero ella no quiso dejármela, se la llevó. Me quedé una semana. Cuando me enteré de algo: Llegó un señor que iba con el grupo en el que se fue ella. Dice tu hermana que acá está la Biblia, la capturó la migración, dice que no te preocupes,. que sigas el camino”.
“Cuando crucé la frontera también me agarraron policías de Migración de Estados Unidos. Me interrogaron. ¿A qué vienes? A trabajar. ¿Qué traes allí? Mi cuaderno con poemas y anotaciones de lo que vengo viviendo. ¿Y por qué no tienes miedo? No tengo miedo, ustedes son personas, yo soy persona. Ustedes son autoridad y no me deben hacer daño. ¿Podemos ver lo que escribes? Sí claro, lean. (Lo revisan)” ¿Y no sabes tú que te podemos deportar ahora mismo? Pues si no puedo pasar, súbeme en un avión y me regresan a Guatemala. Yo no vengo a hacer daño, soy un escritor y seguiré escribiendo. Soy un trabajador y seguiré trabajando”.
LIBERTAD
No me encierren en el silencio de cuatro paredes
el mundo es grande,
no lo vuelvan pequeño
la desesperación se apodera de mí
quiero estar en libertad
salir a respirar aire
ver como el sol se esconde dentro de la noche
déjenme volar y
perderme entre las nubes
solo quiero libertad
(Poema escrito en el centro de detención migratoria de Nuevo México)
Migrante tiene permiso para crear
Para no alargar la historia, a Edgar le dieron un permiso para estar dos años en Estados Unidos. No recuerda qué tipo de formulario o qué ley invocaron, pero a los tres días iba en un bus rumbo a San Francisco, en donde se reuniría con su hermano.
Al día siguiente comenzó a trabajar en jardinería. “Después fui albañil. Ya lo sabía hacer pero en Estados Unidos se usan máquinas. Si me daban instrucciones, usaba el teléfono con Google Traductor y no había problema. Pero empecé a estudiar inglés”.
En un par de ocasiones lo invitaron a leer sus poemas en una galería de arte. “En donde trabajaba como jardinero, alguien se dió cuenta de que yo estaba escribiendo. Era un profesor universitario, que me invitó a lecturas de mis textos”.
Consiguió un carnet para la biblioteca de San Francisco y acudía con frecuencia a leer y a prestar libros. “Me acordé de la pequeña biblioteca de Momostenango y de los consejos del maestro Akabal que me decía: no parés de leer para que no parés de escribira. En Guatemala se deberia fomentar más la lectura en los niños”.
Migrante regresa al país justo a tiempo
Despues de dos años, se venció el permiso de estadía en Estados Unidos. Tenía algunos ahorros y sobre todo el deseo de regresar a Guatemala. “Me decían quedate, no importa el plazo que te dieron. Yo dije: si me dieron permiso para dos años, yo lo voy a respetar. Si no, romperé la ley y no quiero eso. Además quiero ir a ver a mis padres. Si respeto la ley puedo un día pedir regresar otros dos años”.
Fue así como en 2022, Edgar pagó su boleto de avión y después abordó un autobús hasta su natal Momostenango. Encontró aún a sus padres, quienes fallecieron meses después”.
Actualmente Edgar “Chivito” Itzep atiende su negocio en el centro urbano de Momostenango, sigue escribiendo y está en el trabajo de seleccionar poemas para publicar su primer libro. “Tal vez alguna vez viaje otra vez a Estados Unidos para publicarlo, pero más me gustaría que yo leyeran en mi pueblo y animar a que más niños se animen a escribir”, dice.
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