Él: “Lo mas duro es esa distancia, esa separación de nuestras niñas, nuestras hijas”.
Ella: “Las llamamos todos los días, les decimos que obedezcan a sus abuelos, que estudien, que aprovechen la oportunidad que estamos trabajando para ellas. Saber que ellas están a buen cuidado con nuestras familias nos da algo de tranquilidad”.
Él: “Nuestro plan es estar aquí 10 años, para lograr hacer un patrimonio, quizá un par de inmuebles para rentar. No nos queremos quedar aquí siempre”.
Ella: “Yo prefiero que mis hijas crezcan y estudien en Guatemala. Aquí en Estados Unidos veo un ambiente no siempre agradable. Aquí los niños se pasan encerrados mientras uno trabaja, viendo el teléfono o la TV todo el tiempo. No hay oportunidad de que salgan a jugar al aire libre. Allá en Guatemala tienen la bendición de ir a la iglesia, reciben cursos de música y deporte. Para eso trabajamos, para ellas”.