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Toda persona que se traslada a vivir a una localidad distante de su lugar de origen o de habitual residencia...

La separación de la familia, el lugar de origen, los grupos de contacto social y de la propia rutina a causa de relocalizarse en otro país, tiene impactos que deben cuidarse para no volverse crónicos

Por Rafael Flores
Ilustración de Maugdo Vásquez, artista guatemalteco

Toda persona que se traslada a vivir a una localidad distante de su lugar de origen o de habitual residencia puede experimentar grados de duelo, entendiéndose esta palabra como el proceso de perder algo. “Es importante visualizarlo, reconocerlo y llamarlo por su nombre, porque usualmente duelo se entiende como el sentimiento tras la muerte de un ser querido, pero en psicología hay otras circunstancias que pueden dispararlo”, expone el psicólogo español Carlos Rodríguez, quien ha vivido esa misma experiencia, debido a que tuvo que migrar a Munich, Alemania, con otra cultura, otro clima y más cambios.

De hecho, el duelo no es solo uno sino al menos siete posibles duelos, según lo aborda otro experto en el área emocional de la migración, Joseba Achoategui, barcelonés. 

“Existirían siete duelos en la migración: la familia y los seres queridos, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el contacto con el grupo de pertenencia, los riesgos para la integridad física”, expone Achoategui  en su ensayo “Duelo migratorio extremo: el síndrome del inmigrante con estrés crónico” y detalla que existen tres grados de duelo: simple, complicado y extremo.

  1. Simple es una transición bastante normal que puede ser asimilado o elaborado fácilmente. Por ejemplo un joven adulto que se va a estudiar a otro país, que no deja atrás hijos pequeños o padres enfermos.
  2. Complicado: Cuando existen factores que complican su manejo y causan cierto malestar. Puede ser el caso de quienes se marchan por estudios o trabajo, que sí tienen padres muy ancianos o enfermos, hijos, cónyuge o familiares que puedan tener alguna situación apremiante de la cual se entera a la distancia. NO obstante, puede regresar a visitarlos eventualmente.
  3. Extremo es cuando se conjugan las anteriores situaciones de seres queridos en el lugar de origen a los cuales no puede visitar, ni llevarlos hasta donde está e incluso con dificultades para poder ayudarles. 

Pero al duelo por la familia también pueden sumarse situaciones de tensión a causa de la falta de dominio del nuevo idioma, el cambio súbito de cultura, dificultades económicas en la nueva localización, situaciones complicadas de trabajo o condiciones precarias de vivienda, ya sea por malas condiciones del inmueble o hacinamiento.

La tensión por la necesidad de enviar recursos económicos a la familia en el lugar de origen puede llegar a detonar, en conjunto con algunos de los factores anteriores una posible crisis de ansiedad o incluso una depresión, manifestada a través de síntomas como insomnio, falta de apetito, sentido de desmotivación, miedo constante, ataques de pánico, deseos de salir corriendo.
Ante estas situaciones es necesario buscar ayuda ya sea a través de líderes religiosos de comunidades locales o fraternidades migrantes. También existe apoyo psicológico prestado por psicólogos mexicanos a través de la línea gratuita 1-877-223-7725.
Así también canales digitales como el del psicólogo Carlos Rodríguez exponen inquietudes emocionales de la vida migrante que pueden contribuir a subsanarlas. 

Lo importante es reconocer la presencia de un duelo migrante, sus causas y complicaciones para poder comenzar a buscar ayuda para trabajar en ellas.