Estudia un doctorado en planificación urbana en la Universidad de Utah y trabaja proyectos de desarrollo con la etnia Navajo, con quienes se siente, literalmente, como en casa.
Joaquín López se identifica como maya k’iche’ guatemalteco a donde sea que va. Lleva en la mente y el corazón las enseñanzas de su abuelo, quien no tenía un apellido indígena, pero que heredó toda una sabiduría ancestral en agricultura y convivencia comunitaria.
“Los guatemaltecos somos herederos de un tesoro multicultural que se ha tratado de invisibilizar, de enterrar, denegar pero que a pesar de todo sobrevive y florece”, expresa este arquitecto que estudia su doctorado en la Universidad de Utah, en donde también es profesor.
“No es usual que asignen una clase a un doctorando, pero gracias a mi experiencia de trabajo con comunidades en Guatemala y Chile, me abrieron la oportunidad de compartir”, amplía.
Gran memoria y sabiduría del abuelo
Joaquín nació y creció en Quetzaltenango. Su abuelo, Eladio Huertas era agricultor y cultivaba maÍz, frijol, calabazas en San Cristóbal Totonicapán. También tenía un hato lechero.
“Mi abuelo no utilizaba pesticidas ni fertilizantes artificiales. Traía esa sabiduría que le hacía saber cuándo sembrar, cuándo esperar lluvia. Ingenieros agrónomos llegaban a preguntarle por sus prácticas y él compartía su saber. Su apellido tenía ascendencia española, pero la identidad es más que un apellido: mi abuelo se sentía y vivía bajo la cosmovisión maya”.
“Lamentablemente mucho de ese conocimiento se perdió al morir él. Yo aún era muy joven, pero hoy dimensionaba su valor y por eso me asumo también como k’iché, con toda su riqueza de cultura”, explica.
Redescubrimiento de la grandeza maya a través de la arquitectura
Joaquín estudió arquitectura en la Universidad de San Carlos. Allí se reencontró con aquellas raíces, orgullo e identidad. “Estaba en el programa de Arquitectura Maya que me devuelve la conexión con mi ancestralidad, mis raíces y con el ser guatemalteco. Y quise recuperar, estar relacionado con esa identidad que por mucho tiempo prácticamente rechacé. Y es en en Guatemala habemos dos tipos de guatemaltecos: quienes se identifican como indígenas y otros que se nos olvidó… pero eso es fruto de la discriminación. Mi abuelo era maya k’iche’ pero no lo decía públicamente”.
Joaquín comenzó a trabajar en la fundación Hábitat para la Humanidad, específicamente en comunidades indígenas.rurales, buscando proveer de techo digno. “Eso me pone en otra perspectiva y me revela la realidad de pobreza de las comunidades y como luchar para que tengan una vivienda digna”.
Posteriormente obtuvo una beca de la Organización de Estados Americanos. Fue a estudiar una maestría en planificación regional en Chile. Desarrolló su tesis en el territorio de la etnia mapuche. Al volver a Guatemala continúa la labor en Hábitat, específicamente en el valle de Palajunoj, en Quetzaltenango.
En busca de raíces para un mejor futuro
En 2020 obtiene una beca Fulbright, del gobierno de Estados Unidos para estudiar Planificación y Desarrollo. Se decidió por la Universidad de Utah. Cinco años. “Sigo en planificación indígena, buscando cómo integrar tradición y calidad de vida. Estoy en un proyecto de mejora con la nación Navajo”.
“Hay cosas en común. Los Navajo sufren a causa del racismo y discriminación. Pero también en Guatemala conocemos de ese problema aunque a veces no se reconozca. El gran aprendizaje es que el racismo llega a ser tan estructural y tan sutil que a veces uno puede creer que ayuda, pero en realidad los pueblos tienen su propia sabiduría, su conocimiento, otra valoración de la vida”.
Al regresar a Guatemala, Joaquín desearía poder poner en práctica modelos de desarrollo y planificación territorial, urbano o rural “para que la gente pueda contar con agua, con drenaje, una vida más digna”.
Finalmente, recuerda el concepto de riqueza de su abuelo. “Si alguien llegaba a pedirle dinero al abuelo, él se metía la mano en la bolsa, sacaba unos granos de mmaíz y te los daba. Sembrá esto, cuidalo, cultivalo y cosechalo. Entonces tendrás dinero y qué comer.”. Lamentablemente, aquella semilla nativa, que sobrevivió por siglos, se perdió a la muerte del sabio abuelo.
Por ello Joaquín sueña con una revolución pero de actitud, de pensamiento. “Saber de dónde viene una tortilla, saber que se necesita de la tierra, de la agricultura, del campesino maya, tanto como de la industria y del desarrollo urbano… eso es desarrollo”, finaliza.