El migrante guatemalteco Álvaro Batres es fundador de BCS Media, compañía de diseño y publicidad con clientes en Estados Unidos y también en Guatemala. Apoya causas nobles y genera oportunidades en el país donde se siente orgulloso de haber nacido.
"Amor eterno e inolvidable..."
“Llegué a Nueva York a los 11 años junto con mi hermano. Mi madre llevaba varios años viviendo allí. Nosotros nos habíamos quedado en Guatemala con mi abuelita, en la zona 7, pero nos mandó a traer. Recuerdo la fecha: 25 de junio de 1989, en un vuelo de Lacsa. Recuerdo que los primeros días nos teníamos que quedar encerrados con mi hermano en un apartamento de East New York, un barrio que era entonces bastante peligroso”.
“Nos quedábamos todo el día solos. No había televisión ni radio. La sala era nuestro cuarto y mamá se iba a trabajar desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche. El único “entretenimiento” eran dos discos de vinilo de Rocío Dúrcal y un tocadiscos. Nos aprendimos las canciones de tanto oírlas y cantarlas. Me acuerdo de aquella que dice “Tú eres la tristeza ay de mis ojos que lloran en silencio por tu amor… Amor eterno e inolvidable”, relata Álvaro Batres, diseñador gráfico, fotógrafo, publicista, emprendedor y migrante guatemalteco cuya compañía Batres Creative Solutions (BCS Media) tiene oficinas en Nueva York, Miami y Guatemala. Participa además en varias iniciativas positivas en Guatemala, país del que se siente orgullo por su gente, paisajes y riqueza multicultural.
"Si no te paras allí no vas a aprender"
Álvaro comenzó a asistir a la escuela: un mosaico de nacionalidades, culturas y también un choque con la realidad. Se le dificultaba entender y más aún hablar en inglés. Cuando tocaba exponer algo en el aula y era su turno, se congelaba de miedo. Sentía que no podía, que se iban a burlar de él.
“A mí lo que me encantaba era dibujar. Casi que intentaba decir con imágenes lo que no podía con palabras. Había un profesor Mr. Ted Murray, quien se fijó en cómo dibujaba. Por eso y por mis notas me invitó a la Honor Society de estudiantes, pero a mí me daba vergüenza y no iba porque tenía que hablar. Entonces él me dijo “si no te paras allí no vas a aprender”, así que en una reunión, me presenta: Aquí está el Señor Batres y nos hablará sobre su arte.
Cuando había actividades escolares, me llevaba 10 cartulinas, lápíces, crayones, marcadores, para que le hiciera los afiches. Ya después me pedía para eventos de su Iglesia, y cada vez estaba yo más seguro de lo que quería ser. Y al mismo tiempo, ya hablaba con más facilidad el inglés”.
"Vos podés, vos podés"
Despúés de salir de la escuela elemental, Álvaro tenía la oportunidad de entrar en la prestigiosa High School of Art and Design de Nueva York. Pero él estaba pensando estudiar mecánica de aviación. Mr.Murray lo orientaba. ¿Por qué te vas a dedicar a algo que no es tu talento? Pero a la vez Álvaro pensaba en ayudar a su familia.
“Vos podés, vos podés”, me decía mi primo Miguel Espinoza, que era como mi hermano, para animarme a entrar a la escuela de arte. A mí me encantaba todo lo relacionado con foto, ilustración, cómics, diseño. Finalmente entré porque es lo que más me gustaba hacer.
Esa escuela está en la 57 calle, en donde están las agencias de publicidad más grandes del mundo, hay muchos egresados de ella. Y esa gente llegaba a compartir conocimientos y a veces organizaban certámenes.
En una ocasión pidieron hacer propuestas para el cartel de una obra de teatro de Broadway que se titulaba Take it easy. En mi mente yo recordaba: Vos podés, vos podés. Y para mi sorpresa, eligieron mi afiche. Pero no solo eso: la productora de la obra ofreció comprarmelo para la publicidad de la obra, con todo y derechos. Yo pensé cobrarle unos 200 dólares. Me ofrecieron ¡5 mil dólares!, yo estaba sorprendidísimo y feliz pero…. Mr. Murray me habló y me dijo. ¡Pídele 8 mil dólares! ¿Pero cómo va a ser eso si ya es un montón de dinero?, pero me insistió y pedí 8 mil. ¡Me los pagaron!
Así empezó de verdad mi carrera como diseñador: tomando conciencia del valor que tiene la creatividad, la imaginación”.
Proyección social de BCS Media
"Siempre vales más de lo que crees"
MIentras estudiaba, Álvaro comenzó a trabajar en una tienda de antigüedades, a cargo de la limpieza, básicamente. Pero a la vez fue su introducción al mundo del arte clásico, alfombras, tejidos, pinturas, relojes y todo un universo de objetos.
“En una ocasión quise sorprender al dueño y además de hacer limpieza, quité todo lo que había en la vitrina. Rediseñé esa exhibición. Sabía que no podía mezclar cierto tipo de arte, árabe, por ejemplo, con objetos europeos. Apliqué lo que pude y cuando él volvió, se sorprendió. ¿Qué pasó aquí?… Revisó la nueva instalación y al final me dijo: has hecho un buen trabajo”
“Pero más se sorprendí cuando a fin de mes, me pagó el sueldo habitual, más un monto mucho mayor. Pensé que era un error pero no.
Él me explicó: “Lo que hiciste es un trabajo por el que cobran miles de dólares. Hacer vitrinas es un arte y lo hiciste bien. Así que es el pago por ello”.
“Después vinieron dueños de otras tiendas a preguntarle quién le había redecorado su vitrina. Y me pidieron que les hiciera presupuestos para que también les trabajara las suyas. Recuerdo una fábrica de muebles en la que necesitaban incluso un rótulo sobre canvas. Yo quería cobrar muy barato, pero mi jefe me aconsejaba: Cóbrale 4 mil o 6 mil dólares. Porque tu trabajo vale, tu creatividad vale… Y así aprendí algo imporante., Siempre vales mucho más de lo que crees”, relata Álvaro.
Sin un buen servicio pierdes tu negocio
Durante los años que vivió en Guatemala, cuando su mamá estaba ya en Estados Unidos, Álvaro se iba a trabajar en el taller de mecánica de su papá, cerca de la Terminal de Buses de la zona 4.
“Yo llegaba temprano. Y me daba cuenta que a veces los clientes ya estaban esperando que abrieran. ¿No ha llegado tu papá? me preguntaban. Yo les decía que mientras esperaban les podía cambiar luces de freno o de pidevías que no funcionaban. con un cepillo les limpiaba los contactos y mi abuelo tenía una venta de repuestos a la par.
A los clientes les caía bien que un patojito hiciera su esfuerzo. También les limpiaba los contactos de la batería y también sabía que si la batería estaba desconectada, no podían arrancar e irse. En fin, creo que allí aprendí que con un buen servicio, los clientes siempre llegan… y sin un buen servicio pierdes tu negocio”.
“También fabriqué unas bolsas de tela para poder tener lista y llevar más fácilmente la herramienta cuando un mecánico tenía que ir a atender a un cliente al que se le había quedado varado su vehículo”.
"Los niños no son tontos"
Álvaro es hoy padre de tres hijos, cuyo crecimiento e ingenio ha disfrutado enormemente. Considera que a veces ocurre que no se le da tanta importancia a las inquietudes y expresiones de inteligencia de los niños. Esto a su vez causa que no tengan claro a qué se quieren dedicar para hacerlo con excelencia. Recuerda que en los tiempos del taller ya hacía dibujos y los pegaba por allí, pero al poco tiempo ya no estaban. “Uno de niño puede creer que no valen, que no son bonitos, que no sirven… cuando en realidad se está mostrando la vocación que se trae”, expresa.
Sin embargo, atesora la actitud de su abuelo, que tenía una marimba con la cual hacían presentaciones. En una ocasión no llegó el baterista y el abuelo le dijo a Álvaro que tocara. “Yo no sé como”, exclamó. Pero al abuelo se sentó y le dio un ejemplo de ritmo con tambor y platillos: “Pum pum tsss tsss… pum pum tsss tsss”, hace la onomatopeya con una sonrisa. “Y una vez me llevó a tocar a Los Antojitos. Por ser niño, causé sensación al estar como baterista de la marimba. Así que nos contrataban más veces. Mi abuelo me pagó Q30 quetzales que yo me gasté en tocinitos, ricitos y otras bolsitas de frituras. Los niños son listos y hay que saber estimular su talento”.
En una ocasión, durante una de sus constantes visitas a Guatemala, Álvaro quiso ir al barrio donde creció: El Amparo, zona 7. Iba a acompañado de uno de sus hijos. Al estar cerca de la casa donde vivió su abuela, le salió al paso un pandillero que le cuestionó qué hacía allí y qué buscaba. “Yo viví aquí y vine a ver cómo está mi barrio”, le respondió.
El individuo trató de intimidarlo y le dio a entender que no le creía. “No tuve miedo por mí sino por mi hijo… por querer mostrarle donde viví estábamos en un posible riesgo. Le hablé al personaje y le dije que tranquilo, ya nos vamos, no quiero problemas ni tu sabes tampoco quién soy yo, así que cálmate. Creo que en el fondo pensé que aquel individuo no había tenído oportunidades de salir adelante… y que si yo no las hubiese tenido quizá yo podría ser ese hombre tatuado con desconfianza y agresividad en la mirada.
Ser guatemalteco es algo que me llena de orgullo y mucha gente migrante sale adelante en Estados Unidos, porque tienen una meta, un sueño y están dispuestos a luchar por ello. La clave no es de dónde vienes, sino a donde vas. Hay que tener una visión y gente que te ayude en el camino”.
Y no lo dice solo por retórica: además de su éxito profesional, Álvaro se ha involucrado en varias iniciativas para apoyar a la salud y desarrollo infantil y juvenil, así también en promover el turismo comunitario y empresarial en Guatemala.