Su trabajo lo ha llevado a cruzar Estados Unidos: en 5 años ha hecho de todo, desde lavaplatos hasta colocar paredes y techos, pero un accidente le hizo dedicarse a los ductos de aire acondicionado.
Walter López recuerda casi con precisión cronométrica el instante en el cual perdió el equilibrio. Se ve a sí mismo, prácticamente en el aire. Por su mente cruzó lo peor. “Fue un descuido. Ocurrió en un momento en que no tenía puesto el arnés de seguridad. Me confié y resbalé”, cuenta el migrante guatemalteco.
Es originario del caserío Catabalá, aldea Tunayá, Momostenango, Totonicapán, Guatemala. Actualmente vive y trabaja en Montana, Estados Unidos, pero ha viajado por muchos estados en busca de trabajo. Su actual empleo es la la instalación de tuberías para aires acondicionados. Pero él mismo está en busca de nuevos aires.
"No aguanté el calor de Georgia"
Aunque de niño Walter participó en actividades agrícolas junto con su familia, nada lo preparó para las cosechas de arándanos en Georgia. Fue el primer trabajo que tuvo en Estados Unidos. “Era difícil, por el calor, por el esfuerzo que implica estar agachado. Estuve cuatro meses trabajando en eso, pero eran temperaturas muy altas, sentía ahogarme”, cuenta.
Walter se dedicaba al comercio en el mercado de Quezaltenango, también fabricaba desinfectantes y productos de limpieza, pero la materia prima se encareció y las ganancias mermaron. Las necesidades familiares rebasaban sus ingresos. Por eso migró.
Después de Georgia fue a trabajar de lavaplatos en Texas. Gracias a un amigo pasó a trabajar a la instalación de aires acondicionados. “Eran trabajos temporales y uno por ser indocumentado se dificulta hallar espacio.”, cuenta. Pero había una barrera aún mayor: no hablaba nada de inglés y al llegar un nuevo jefe, lo despidió.
El trabajo en instalar ductos de aire acondicionado ha llevado a Walter por varios Estados y siempre se toma una fotografía de recuerdo en el letrero de bienvenida.
La caída y el cambio
“Acá los techos son muy distintos a los de Guatemala. Es una plancha de caucho que va encima de la estructura de metal o de madera. Son pedazos que tienen impregnada fibra de vidrio. Tenía que usar máscara y también un arnés. A veces tocaba trabajar alto y me daba miedo. Poco a poco se me fue quitando el miedo y fue cuando me caí. Busqué de dónde agarrarme pero no tenía”.
Por suerte Walter sufrió solo algunos golpes menores, porque cayó sobre unos arbustos. “Pero he sabido de compañeros que han muerto en una caída. Cuando venía en el aire pensé en mis hijas”, cuenta.
“Decidí dejar ese trabajo. Lo pagaban bien pero no quería que me pasara otra vez”, relata y fue así como volvió a encontrar trabajo en la instalación de ductos de aire acondicionado. “Pero tenía una diferencia, ya había empezado a estudiar inglés. Leer y entender el inglés mejora mucho las oportunidades, porque te permite leer planos y medidas. La exactitud es importante al hacer una instalación, para que quede sin fugas y sólida. Debemos hacer cortes exactos de las planchas de metal”, cuenta.
Por amor resiste la distancia
A Walter le dan unos deseos inmensos de regresar a Guatemala. “Pero todavía no tengo opciones en Guatemala y por ahora quiero que mis hijas tengan sus estudios y todo lo que necesitan”. Se llaman Jeimy Dayana, de 12 años y Allison Daniela, de 7. Si a esas edades les restamos cinco, quiere decir que tenían 7 y 2 cuando él se marchó. “Mi ausencia es para darle un mejor futuro”, dice con nostalgia. “Ellas le echan ganas a sus estudios para poder triunfar en su tierra sin tener que irse”, finaliza.
Nuevos aires de crecimiento
Al pedirle algunas fotografías de su vida en Estados Unidos, Walter sugiere aquellas en las cuales le ha tocado viajar a instalar ductos de aire en otros Estados. Sigue viviendo en Montana, pero ha estado en Iowa, Alabama, Arizona, Idaho, Wyoming, Utah, Missouri, Tennessee, Florida, Nuevo México, Washington, Texas y alguna vez… también a Georgia, pero ya no en el calor sino en el aire acondicionado.
Además, como parte de esos nuevos aires de crecimiento, además de seguir estudiando inglés, está cursando una carrera de Administración, en una universidad en línea. «Tenemos que seguir creciendo, para lograr mejor avance y así un día poder regresar a mi tierra», dice.
Catabalá, en Momostenango, Totonicapán, es la aldea natal de Walter, a donde sueña regresar algún día.
